Capítulo 33. La propuesta invisible Camille Desperté con la sensación de que no había dormido en absoluto. El reloj marcaba las cinco y treinta, pero el amanecer parecía más gris que de costumbre, como si el cielo también cargara el peso de mis pensamientos. Tenía los ojos pesados, la piel fría, y esa sensación punzante en el pecho que deja el miedo cuando no encuentra salida, en definitiva, alguien me había estado observando anoche, no era paranoia. Me senté en la cama, abracé las rodillas y respiré despacio, los mensajes seguían ahí, intactos, como si me esperaran para recordarme que nada de lo que creía seguro lo era en realidad. No los había borrado, no fui capaz de hacerlo. Parte de mí lo quiso hacer anoche, eliminar cualquier rastro que me hizo sentir perseguida, casi acorrala

