Capítulo 32. ¿Para quien esta juegando ese desconocido? Mientras tanto, a unos metros de distancia, un hombre observaba las luces del vehículo alejarse por la carretera. Su rostro permanecía oculto por la penumbra. Solo el reflejo azul del teléfono iluminó por un instante su perfil antes de desvanecerse. El vehículo de Camille descendía por la carretera, mientras los pensamientos la golpeaban uno tras otro: su padre, la confesión, el nombre de Francisco, los gemelos, y ahora ese mensaje. ¿Quién la seguía? ¿O era solo su mente jugándole una mala pasada? A lo lejos, un faro de automóvil se encendió segundos después que el suyo. El vehículo la siguió a distancia, sin prisa, sin intención aparente. Camille aceleró. El auto detrás también lo hizo. Apretó el volante. No iba a detene

