Capítulo 31. Una sombra sobre el mirador.
El hombre que la había confundido desde el primer instante, con esa mezcla de control y ternura que la desarmaba sin proponérselo.
Intentaba mantener las distancias, pero él parecía tener un don especial para irrumpir justo cuando más necesitaba calma.
Un mensaje, una mirada, una palabra… y su mente volvía al caos.
Camille se quitó los tacones apenas cruzó el umbral de su habitación.
La noche había sido larga.
Las conversaciones con su padre, aún más.
Mariano llevaba semanas insistiendo, pero esa tarde fue implacable.
Quería presentarla oficialmente ante el mundo como lo que era: la heredera Marchand.
No solo la ejecutiva brillante, no la madre discreta ni la mujer reservada que todos creían conocer.
Quería mostrar a su joya.
Su “preciad
