Capítulo 42. Los hijos de un secreto.
Sus pasos eran torpes y risueños.
Las miradas de todos se volcaron hacia ellos de inmediato, como si dos rayos de luz hubieran entrado en medio de la gala.
-- ¡Mamá! – gritó Adriano con voz clara y emocionada.
-- ¡Mamitaaaa! – repitió Mateo, siguiéndolo con una risa contagiosa.
El silencio se hizo absoluto.
Francisco se quedó inmóvil, pálido, observando cómo los niños hermosos y encantadores atravesaban el salón corriendo hacia Camille.
Ella se agachó de inmediato, sin importarle los murmullos ni las miradas, ni el hecho de que estaba vestida como una reina y los recibió entre sus brazos, riendo y besándolos con ternura.
Ellos no eran parte del protocolo, al menos de los Marchand.
-- ¿Qué hacen aquí? – les susurró entre risas. Mientras los niñ
