Capítulo 25. El desayuno del reencuentro... o sería el de terror.
Ella mejor que nadie sabía que ese divorcio era algo que había deseado desde que volvió a aparecer en la vida de Francisco, y estaba segura de que él no amaba a Camille, el único problema había sido ese engaño, Valentina aseguraba que, si Camille no hubiera engañado a Francisco para conseguir esa firma, él no estaría tan obsesionado con ella.
-- No hables de lo que no entiendes, Valentina – la silenció él.
Valentina bufó, frustrada.
Lo que había empezado como un juego de conveniencia, una forma de conseguir ser la señora Montes, se estaba convirtiendo en una cárcel para ella, una de la que pronto comenzaría a aburrirse.
Francisco había perdido el interés por ella, ya no la amaba. Nunca lo haría.
Y ella lo sabía, y por
