Capítulo 39. El nombre que no debía pronunciarse. El silencio cayó unos segundos en la galería. Mark asintió al instante, comprendiendo lo que papá quería decir y yo también. El contrato matrimonial que firmamos Mark y yo estaba escrito con fecha de cinco años atrás… y allí no estaban mencionados los pequeños... supongo que debían incluir algunas cláusulas para hacerlo legal... no queremos que ese mismo documento vuelva a convertirse un detonante de una nueva huida. Horas después, la mansión se transformó en un coloso de luces. Los decoradores iban y venían, los músicos afinaban, y los equipos de protocolo repasaban los nombres de los invitados. Yo me refugié en el vestidor, rodeada de telas, brocados y murmullos, mientras intentaba ordenar mis pensamientos, no había vuelto a Mark, t

