Capítulo 49. La mañana después. Camille, sostenía una taza de té entre las manos mientras Mark la observaba en silencio, fascinado por esa calma que pocas veces había visto en ella. Por primera vez en años, sus ojos no reflejaban soledad. Camille estaba sentada frente a Mark, con el cabello aún húmedo, vestida de blanco y con los pies descalzos. No había ni rastro del caos de la noche anterior, todo parecía en calma. Mark la observaba sin disimulo. Le gustaba verla así, sin maquillaje, con los ojos aún dormidos, riendo bajito cada vez que uno de los niños gritaba su nombre. Le resultaba casi imposible creer que aquella mujer, la heredera de los Marchand, la madre de sus hijos, la que había devuelto el sentido a su vida, fuera la misma mujer que había aparecido en el club aquella noche

