Capítulo 13. La cirugía del señor Marchand... ¿será un éxito? A medida que el tiempo pasaba, comencé a acostumbrarme a la serenidad de esa vida. Me levantaba temprano, preparaba el desayuno para papá, lo acompañaba a las terapias y luego caminaba por los jardines del hospital con un cuaderno en las manos. Escribía sobre todo y sobre nada: sobre los sueños, el miedo, las vidas que crecían en mí. A veces pensaba en él, en el desconocido de aquella noche. No recordaba su rostro, ni su voz con claridad. Solo la sensación de fuego y piel, el temblor de su respiración sobre la mía. Era extraño… lo sentía cerca, pero inalcanzable. Como si hubiera sido un espejismo de mi propia rebeldía. Pasaron los días, las semanas y los meses. Mi vientre crecía, redondo, firme. Papá comenzó a recuperar a

