Narra Alexandra
Tras casi tres horas de dar vueltas por el supermercado volvimos a casa, dejamos todas las bolsas en la cocina y me senté en una de las sillas de la cocina.
—Abuela, te odio—le dejé claro.
—No me seas quejica—dijo mi abuela mientras sacaba el pollo del horno para desmigarlo y hacer algún plato raro de sus libros de cocina novedosos.
—Voy a avisar a Eli para que venga a cenar—le dije a mi abuela.
Mi abuela me miro y dio un suave golpe en la mesa.
—Déjala, si no ha venido, es que está durmiendo—me aviso.
No sería normal que mi hermana estuviera durmiendo a esas horas, es una persona más nocturna que diurna, por lo que no era común que ella estuviera durmiendo, era yo quien más dormía por horas mientras que ella no lo hacía, me resultaba raro, pero de la misma forma era raro que mi hermana no viniera a saludarnos, mi hermana era demasiado cariñosa.
—Vale—le dije.
Tengo claro que mi hermana bien está haciendo algo interesante, o bien, no estaba en casa. Si era la primera cosa, me molestaba demasiado que mi hermana no me pusiera al día de las decisiones que tomaba, me molestaba demasiado no poder controlar las cosas que mi hermana hacía o decidía, y si no estuviera en casa, me molestaba mucho más que mi hermana no me estuviera contando las cosas, ella me contaba todo, me debía contar todo, porque para eso éramos hermanas, y mejores amigas, pero está claro que mi hermana está planeando algo que no me quiere contar, algo misterioso que me molesta demasiado.
—¿Galletas de nueces o chocolate?—me pregunto mi abuela sacándome de mis pensamientos.
Le miré.
—¿Las dos?—le propuse.
Mi abuela me miro, y me puso un plato de sopa delante de mí.
—Come, estás delgada—me dijo mientras sacaba los ingredientes de las galletas.
—Debo mantenerme guapa—le dejé claro.
Mi abuela me miro.
—¿Por qué te has cambiado el color de pelo?—me pregunto.
La miré.
—Nueva vida, nuevo look—me limité a decir.
Esa era mi respuesta, pero tras eso, había muchas cosas, Eli, mi querida hermana era la preferida de mi padre y mi abuela, no iba a ser tan sencillo confundirles, pero si iba a poder hacer que el resto de la gente lo hiciera y al no saber quién era, que mi abuela y mi padre tuvieran dudas de que pasaba, al los profesores no estar seguro de lo quien hizo eso y como siempre pasaba, defenderían a mi hermana o los actos que creían que ella hacía, pasara lo que pasara, ella nunca hacía nada malo por lo que si yo hacía algo, y luego decía ser mi hermana, nadie lo dudaría, y nadie tendría dudas de que era ella, todo caería en ella y yo me libraría, sé que mi hermana me cubriría pasara lo que pasara, ya que me quería.
—No es una nueva vida—me dejo claro mi abuela.
Mire a mi abuela.
—No sé cómo le llamas tú a que cambiemos de colegio y dejemos todo—le dije—Y si, todo porque tu hijo es un idiota que no ha sabido hacer bien las cosas—le dije.
Mi abuela me miro molesta.
—Al menos él está con vosotras—me reclamo.
La miré molesta.
—Nuestra madre, esta muerta—le dije y me aguanté mucho las ganas de insultarla, adoraba a mi abuela, pero en ocasiones sentía que para ella lo primero era mi hermana, después mi padre y finalmente, si quedaba espacio, yo, cosa que me molestaba demasiado.
—¿Y su familia?—me pregunto.
La miré.
—Los White son una familia bastante rica que pueden ayudaros—reclamo.
Le miré.
Mire el plato de la sopa demasiado molesta, estaba claro que teníamos familia de parte de mi madre, una familia demasiado rica que nos estaba dejando morirnos del asco, teníamos una familia que seguramente supo que mi madre estuvo embarazada, porque un embarazo no se oculta así como así, pero dejaron que sus hijas, su familia se muriera del asco, me importa una mierda si querían ayudar a mi padre, le podían dejar morirse, pero salimos en las noticias con las pobres hijas del estafador, y nos dejaron muertas del asco.
—Me voy a dormir—le dije sin apenas tocar mi comida.
Aunque mi abuela tenía la idea de que mi hermana estaba durmiendo, tenía la sensación de que algo más había sobre el tema así que debía agarrar mis cosas e irme a mi habitación diciendo que me a descansar por dolor de pies, camine despacio por el pasillo por si mi hermana estuviera haciendo algo, para que no tuviera tiempo a huir, pero al final llegué a la habitación, donde como estaba claro, la habitación, estaba vacía.
—Interesante—susurré.
—¿Esta dormida?—pregunto mi abuela en un grito.
Me quede unos segundos en silencio para pensar que hacer, era mi hermana por mucho que hubiera hecho algo sin pedirme permiso, sin avisarme de que se iba a ir, escaparse sola o con alguien, me molestaba demasiado que mi hermana estuviera jugando a un juego sin que me estuviera diciendo algo.
—Si—grite en respuesta.
Entre en la habitación detrás de mí, respire hondo, puede que mi hermana estuviera actuando mal, pero la iba a proteger delante de mi abuela y mi padre, aunque no podía prometer que la iba a proteger de mí.
Tenía una cosa clara, si mi hermana no veía el peligro en meterse con un chico peligroso, yo me iba a encargar de que no se acercara nunca más a ese chico, aunque tuviera que hacer lo que fuera, no me importaba, mi hermana debía mantenerse en un perfil bajo, a mi sombra y dejarme todo a mí, pero se ve que ella tenía sus planes que rompían los míos por lo que me iba a encargar de que las cosas volvieran a mi control.