Era la primera vez en mucho tiempo que un chico se interesaba por mí, nadie se interesaba por mí, todos los chicos siempre elegían a mi hermana, era como si fuera la persona que destacaba en el mundo, no negaba que ella y yo éramos demasiado iguales, pero por mucho que nuestros cuerpos fueran iguales, mentalmente éramos diferentes y ella gustaba mucho más que yo.
Me mordí las uñas demasiado nerviosa.
—¿Qué te pasa?—me pregunto mi hermana.
Mire la carretera.
No me incomodaba que alguien se sintiera atraído por mí, no me importaba para nada eso, no era algo que me doliera, me gustaba, pero no quería tener problemas con mi hermana.
—Nada—dije demasiado nerviosa.
Mi hermana había decidido tomar el camino largo de vuelta a casa para evitar ver a nuestro padre, no es le odiáramos pero estaba claro que todo lo que hizo era una cosa que nos superó, y mientras menos habláramos con él menos conflictos íbamos a tener, porque no es que fuéramos unas personas muy comprensivas y poco impulsivas.
—¿Qué has visto en ese idiota para apretar mi mano?—me pregunto mi hermana de un momento a otro.
La miré.
—Me parece guapo— aclaré.
No conocía al chico, no sabía nada de él por lo que no podía decir mucho sobre como era él, sobre que me podía gustar de él, pero si podía hablar de su físico, sus ojos me llamaban demasiado la atención, eran como algo demasiado intenso, los ojos son la puerta del alma, son la muestra más clara para saber como es una persona, Antony, no dejaba ver nada, era todo misterios y creo que quizás eso es lo que me guste de él, soy demasiado fan de los libros misteriosos, los libros en los que haya un crimen para resolver, me gusta resolver las cosas antes de que me den la respuesta, por lo que creo que un chico misterioso, es lo que me hace querer estar cerca de él.
Mi hermana me miro de reojo.
—Es un idiota—se quejó mi hermana.
Mi hermana no es una persona que acepte con demasiada facilidad que la gente se enfrente a ella, odia con todo su ser cualquier cosa que implique que alguien no le dé la razón, y por lo que al haberse enfrentado a ella, ya se había ganado su odio, por lo que decirle que me había invitado a cenar, no es que fuera una gran idea, pero ocultar eso a mi hermana no es que fuera el mejor plan del mundo, ella tenía la habilidad descubrir cada cosa que le ocultaba por pequeño que fuera.
—Me ha invitado a cenar—le confesé.
Mi hermana paro el coche en seco, me quede demasiado sorprendido, el coche de atrás nos pitó y como pudo mi hermana se compuso de nuevo para seguir conduciendo, para seguir adelante.
—Dame una explicación—exigió.
Me quede en silencio, no supe que decir o que hacer, mi hermana era una persona demasiado comprensiva en algunas cosas, en muy cosas, pero ella siempre daba el lado malo a todo, si una persona se acercaba a mí, ella lo alejaba porque decía que en la vida solo debíamos estar ella y yo, nadie más, lo demás eran molestias que iban a hacernos daño, no sé porque lo hacía, pero ella siempre me recordaba lo mismo, la vida, por una razón nos puso juntas desde el mismo momento en el que fuimos creadas, por lo que era importante que nos mantuviéramos juntas, por otro lado, siempre me recordaba, que hasta nuestra madre nos dejó solas en la vida por lo que solas nacimos y solas debíamos estar por siempre.
—Me pregunto si había muchas gemelas en la familia—le comente.
Mi hermana me miro de reojo.
—¿Y eso no te llama la atención?—me pregunto.
La miré.
—Es demasiado curioso lo de las gemelas, no hay muchas en el mundo— comenté.
Mi hermana me miro de reojo.
—Las gemelas no son comunes, pero no somos un espectáculo de feria—se quejó mi hermana.
No dije nada.
No me molestaba para nada que lo que le hiciera querer una cena conmigo fuera que tenía una hermana gemela, creo que eso no es algo demasiado molesto, no veo para nada lo malo en que una persona se acercara por ti por una razón y otra, no creo que esa razón fuera lo importante, al menos no para mí, creo que la razón por la que nos acercamos a las personas no es importante sino la razón por la que nos quedamos en la vida de las personas.
—No he aceptado—le dejé claro.
No lo había aceptado, al menos no aún, no tenía demasiado claro si fuese aceptar la cita, no tenía demasiado claro si era buena idea aceptar o no la cena con Antony, me gustaría aceptarlo, sería mi primera cita, nunca había tenido citas, al menos de forma directa, por mí, tuve una cita hace muchos años, pero fue una cita doble, una doble cita que arreglo mi hermana y que realmente no servía de nada, porque termino muy mal, termino con el chico intentando besarme y yo pegándole un puñetazo.
No quería que mi primer beso fuera de una manera mala, sino que fuera algo mágico, y estaba claro que con ese chico nada iba a ser mágico, los primeros besos siempre eran torpes y malos por lo que está claro que la magia que esperaba de ese primer beso, nunca iba a pasar, sino que sería una mala pesadilla.
—No lo harás—me dejo claro mi hermana.
La miré impresionada.
SI se creía que me podía dar órdenes estaba loca, puede que siguiera sus consejos, pero no iba a aceptar que me impusiera sus normas, sus pensamientos, su manera de ver la vida, éramos gemelas, pero no éramos idénticas, ni robots que actuaban igual, por lo que haría lo que quisiera, y si eso implicaba salir con Antony para enfadarla, para dejarle claro que no era su sirvienta, que no era mi dueña lo haría.