Adriana Desde que salimos de la oficina de mi padre no pude olvidar lo que Theo me había hecho sentir hace unos minutos. Además, recordar que no llevaba ropa interior mientras caminaba entre los invitados y mientras hablábamos con mis padres, solo hacía que me sonrojara sin ningún motivo. El camino de regreso a casa estaba inquieta, mi corazón latía con fuerza y mis nervios aumentaban, pero aun así trate de guardar la compostura, deseaba a Theo de una manera que no podía explicar y si, hoy estaba más que dispuesta en entregarme a él completamente. Cuando llegamos a casa Theo me ayudó a bajar del auto y cuando abrió la puerta y encendió las luces mi corazón se aceleró. En la sala de estar habían acomodado algunas cobijas y sábanas frente a la chimenea la cual estaba encendida, había va

