Capitulo 3

1533 Words
Adriana El salón estaba lleno de flores blancas, exactamente como Isabella lo había pedido. Tulipanes y orquídeas importadas de Ámsterdam, con un costo que hubiera hecho temblar a cualquier cliente sensato, pero no a ella. Isabella Ricci no conocía la palabra límite. —Adriana, cariño, ¿podrías asegurarte de que los cristales de Murano estén perfectamente alineados en las mesas? —dijo, con una sonrisa falsa, mientras retocaba su labial frente a un espejo portátil. —Ya están alineados, Isabella —respondí con calma, aunque por dentro quería arrancarle ese aire de superioridad. Ella se giró, con esa mirada que siempre buscaba recordarme lo que “perdí”. —Sabes… nunca imaginé que terminarías siendo mi organizadora de bodas, la vida es curiosa, ¿no? Tú, trabajando para mí, y yo… casándome con Theo. — mencionó con una sonrisa llena de soberbia. Tragué saliva intentando dejar que sus palabras no me afectaran, porque mi corazón aún reaccionaba a su nombre, aunque mi rostro permaneció imperturbable. —Mi trabajo es que tengas la boda que deseas — respondí simplemente, como si las palabras no fueran dagas que me atravesaban. Isabella se inclinó hacia mí, bajando la voz para asegurarse de que solo yo escuchara. —El dinero de Theo lo pagará todo y cuando nos casemos, seré más rica que tú, supongo que eso también es destino, ¿no crees? — No respondí y no lo hice solo por el motivo de que eso nunca sería verdad. Theo tenía mucho dinero, su empresa tenía mucho más éxito del que él espero hace años, pero mi fortuna era desde hace décadas, nuestro dinero incrementaba solo y la empresa de mis padres eran las mejores del país, así que no, ella jamás podrá superarme en eso, pero tampoco me importaba. El verdadero motivo por el cual no respondí fue porque en ese instante, sentí una presencia detrás de mí. Una sombra alta, familiar, que aún podía reconocer con los ojos cerrados. Era Theo y su mirada, cuando se cruzó con la mía, me hizo temblar como hace años. ........... Recuerdo aquella tarde como si hubiera ocurrido ayer, estábamos en la biblioteca de la universidad, sentados frente a frente, con libros de arquitectura y diseño apilados entre nosotros. Yo fingía concentrarme en mis notas, pero mis ojos buscaban cada excusa para encontrarse con los suyos. —¿Por qué trabajas tanto, Adriana? —me preguntó Theo, con esa media sonrisa que siempre lograba desarmarme. —Porque quiero ganarme lo mío, no vivir de mi apellido —respondí sin pensarlo. Él me observó unos segundos en silencio, con esa intensidad que me hacía sentir desnuda y luego inclinó la cabeza un poco. —Eso es lo que más me gusta de ti. — aseguró con una sonrisa sincera. Mi corazón dio un vuelco, no necesitaba más, en ese instante supe que estaba perdida y que ya no había marcha atrás. Porque Theo Montanari iba a ser la herida y la salvación de mi vida. Pero entonces apareció Isabella Ricci, como un viento helado que apagó la chispa que habíamos comenzado a construir. Con sonrisas estudiadas, con gestos calculados, poco a poco se adueñó de él… y me dejó fuera de la ecuación. Hoy, cinco años después, camino entre arreglos florales y listas interminables, organizando la boda que jamás debió existir. —Adriana — la voz de Isabella me devuelve al presente, cortante y arrogante— Asegúrate de que todo esté perfecto, Theo merece lo mejor… y yo merezco aún más. — mencionó mientras dejaba todo sobre la mesa y sonrío con profesionalismo, aunque por dentro me queme. Porque lo que Isabella jamás sabrá es que, aunque tenga su anillo y su apellido en camino, lo que alguna vez fui con Theo no puede borrarlo ni el tiempo ni su dinero. Y cuando sus ojos vuelven a encontrarse con los míos en el salón, lo sé, él tampoco lo ha olvidado. —Theo cariño, no esperaba que vinieras hoy — menciono con un tono de voz tan meloso que solo hizo que me doliera la cabeza —Mi madre quería ver cómo iba todo, así que la he traído— mencionó señalando a la mujer que llevaba un vestido de diseñador y unos tacones enormes, hace años que no veía a la señora Adelina Montanari y la última vez que la vi, pude ver todo el odio que sentía por mí. —Oh Ade... que bueno que estas aquí, espero que todo lo que he elegido sea adecuado para la boda— menciono Isabella cambiando su atención hacia su suegra —No lo sé Isa, todo es muy lindo, pero le falta un poco de color, algo más brilloso, ¿No pueden diseñar todo como lo que realmente merecemos? Debería ser algo mucho más elegante que las bodas turcas— mencionó y yo suspire agotada, un poco más de brillo a esta decoración y será en definitiva mi peor evento en toda mi carrera. —Por Dios, no puedo con esto... — mencioné en un tono lo suficientemente bajo y me di la vuelta para irme —Oye tu...— detuve mis pasos al escuchar la voz de Adelina — ¿Te hemos dado permiso para que te retires? necesitamos aclarar todos estos detalles antes de la boda, falta menos de un mes y todo es un desastre, al menos dame la cara— mencionó y yo tome aire antes de girarme. — ¿Cómo te atreves a acercarte de nuevo a mi hijo? — pregunto molesta —Mamá basta... — mencionó Theo intentando calmar las cosas, pero ella solo me miro con odio. —Lo siento señora Montanari, pero soy la encargada de organizar esta boda y mi horario laboral ha terminado, tengo muchos más proyectos que requieren mi atención, ya tome notas de los cambios qué la señorita Ricci solicita, así que si no necesitan más de mi presencia entonces debo irme— miré a Theo con profesionalismo intentando que él entendiera mi incomodidad —Te pagaré horas extras si eso es lo que intentas— mencionó Isabella y yo suspiré —No necesito horas extras, tu boda quedará perfecta y terminaré a tiempo, así que si me disculpan — Theo asintió un poco y yo me gire para alejarme. —Ella ha cumplido con lo que has pedido y creo que todo está perfecto, no se necesita nada más — aseguro con tranquilidad y esa simples palabras me hicieron suspirar Theo ya no era el mismo chico del que me había enamorado años atrás, y no sabía si eso era algo bueno o malo porque realmente me sentía abrumada. Theo era completamente distinto al hombre que era hoy, antes estaba maravillada con la sencillez de este hombre, su manera de ver el mundo me gustaba, porque lejos de todas las etiquetas, de los apellidos importantes y de las posiciones sociales, nosotros éramos muy parecidos. Su familia me agradaba, había pasado horas en su casa haciendo proyectos, muchas veces él iba a la mía, pero los momentos que más me gustaban eran convivir con sus padres. Adelina y Alonso Montanari habían sido muy atentos conmigo, se notaba la sencillez que ellos desprendían, ahora esos principios que había visto en la familia de Theo ya no estaban, su madre había cambiado y su hijo también. No había dudas de que, si hay una manzana podrida, siempre se van a pudrir las demás, pero eso ya no era asunto mío. Tomé mi bolso de la mesa en la que lo había dejado y salí del lugar sin mirar atrás. Pero justo antes de llegar a mi auto choque de golpe con un muro de músculos, por lo que levante la mirada rápidamente. —Lo siento, no veía por donde caminaba y... — Mis palabras murieron en mis labios cuando vi a ese hombre. Gerardo Colombo... Lo conocía sí, pero no porque fuera grata su presencia, sino porque cada vez que lo miraba en la universidad, recordaba que él era el culpable de todo lo que me había pasado. —Bella Adri, no cabe duda de que estás increíble— mencionó con su mano en mi cintura, realmente no supe cómo había llegado hasta ahí, pero no me importo, simplemente lo aparte y di un paso atrás haciendo que su mirada recorriera mi cuerpo con deseo. — ¿Crees que podamos salir? Estas hermosa— mencionó y yo rodee los ojos —Eres un idiota Gerardo, ¿Piensas que saldré contigo después de lo que hiciste? — mencioné molesta — Aléjate de mí y procura no cruzarte en mi camino, porque esta vez voy a destruirte, así como tu destruiste mi vida hace años— mencione alejándome de él para ir hasta mi auto —Por eso me encantas preciosa, nos vemos esta noche— gritó y yo rodé los ojos mientras lo ignoraba. Subí a mi auto y justo en ese momento pude ver por el vidrio a Theo y a Isabella, tome aire y encendí mi auto, si hubieran sido otras circunstancias, habría intentado que Theo me creyera, explicar lo que estaba pasando, pero eso ya no importaba porque él me odiaba y yo debía hacerlo también.
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