Isabella
Desde que puse un pie en aquella universidad, supe que no podía competir con Adriana Ferrer en belleza, talento o apellido, ella era la heredera perfecta, alta, rubia, de ojos azules, con una familia que tenía más dinero del que cualquiera podría gastar en diez vidas.
Todos la admiraban, todos la querían cerca y aun así nunca alardeo de eso, a pesar de que era lo que yo siempre quise tener.
Pero había algo que ella no tenía y que yo podía usarlo a mi favor para destruirla, a Theo Montanari.
Él era un becado que había entrado a la universidad un año antes que yo, era un chico de orígenes humildes, brillante, atractivo, con un magnetismo que lo distinguía de los demás y desde el primer momento lo vi como una oportunidad.
No me importaba que no tuviera dinero, que no viniera de familia influyente, su intelecto era un tesoro, y su determinación prometía un futuro que yo quería asegurarme.
Aunque había un pequeño problema, estaba enamorado de Adriana. eso se notaba en cada gesto, en cada mirada y yo lo odiaba.
La odiaba a ella por ser siempre más, más rica, hermosa y perfecta.
Así que hice lo que mejor sé hacer, mover piezas y manipular todo lo que me rodeaba.
—Theo, no te das cuenta — le dije una tarde, fingiendo indignación— Ella juega contigo, no eres más que un pasatiempo. — Él frunció el ceño, dolido, sabía que había visto la escenita que Gerardo me ayudo a montar así que aproveché el instante, saqué el móvil y le mostré las fotos de Adriana besándose con Gerardo.
—Lo vi yo misma, estaban besándose, no mereces eso, Theo, mereces a alguien que de verdad quiera estar contigo. — Vi cómo la rabia le nublaba los ojos, cómo su orgullo lo aplastaba y supe que era mi momento. —Yo estoy aquí —susurré— Yo sí sé quién eres, te amo... — Y lo conseguí.
Lo alejé de ella, lo traje a mi lado y Adriana quedó fuera, humillada, con un corazón roto que nunca iba a recuperar.
Desde entonces, he mantenido vivo el veneno, cada vez que Theo duda, cada vez que lo siento distraído, le recuerdo que Adriana lo traicionó.
Le repito que ella solo buscaba jugar, que nunca lo amó y él, aunque a veces lo noto inseguro, nunca me confronta, es más fácil creerme a mí que enfrentar el pasado, que enfrentar que se había equivocado.
Lo que Theo no sabe es que nunca me importó su amor, me importa su dinero.
Marco y yo llevamos meses planeándolo, reuniones falsas, cuentas ocultas, desvíos de fondos.
Él es su socio, su mejor amigo, y esa es la mejor parte, Theo nunca sospechará de él.
—Cuando llegue el momento —me dijo Marco anoche, con una sonrisa calculadora— Lo dejaremos sin nada, tú y yo juntos, Isabella, Roma será demasiado pequeña para nosotros. — sonreí acariciando su pecho con delicadeza.
Me enamoré de Marco al año de estar con Theo, desde un principio él no aceptaba lo que creía entre nosotros, pero cuando cedió, Theo construyó su imperio y no pensaba perderlo, al fin de cuentas yo había estado ahí y tanto Marco como yo, merecíamos todo lo que él había logrado.
—Y Adriana… —respondí, recostándome contra él— Quiero que sufra, quiero que vea que Theo fue mío, que lo usé y lo dejé, y que ni siquiera con todo su dinero podrá borrarme de la vida de Theo — aseguré y el suspiró.
Porque en el fondo, no soporto que exista, que aún después de todo, Theo la mire como si fuera lo más valioso de su vida.
Y antes de que ese brillo en sus ojos se convierta en verdad… pienso destruirlos a ambos.
Hay algo que he aprendido observando a los hombres como Theo, no importa cuán dolidos estén, ni cuán convencidos de que han superado el pasado… siempre vuelven a mirar aquello que alguna vez amaron.
Y Theo está empezando a mirar a Adriana otra vez.
Lo veo en los detalles, en cómo su voz cambia cuando pronuncia su nombre.
En cómo su mirada se queda un segundo de más cuando ella entra a una habitación.
En cómo se tensa cuando otro hombre la saluda, incluso cuando intenta ignorarlo, su cuerpo lo delata.
Y aunque yo no sienta nada por él, hay algo que no tolero y es que no soportaría que ellos dos terminaran juntos.
Después de todo lo que hice, después de todo lo que logré, sería como si la vida me gritara en la cara que Adriana siempre gana.
Y eso jamás lo iba a permitir.
Además… si Theo vuelve a interesarse por ella, podría arruinar mis planes con Marco, Theo aún confía en mí lo suficiente para no hacer preguntas incómodas, pero si Adriana vuelve a su vida, ella lo hace pensar, lo hace cuestionarse todo.
Lo he visto y eso pone en riesgo la salida perfecta que estoy construyendo.
Así que pensé en la debilidad de Adriana, pensé en su pasado.
En ese chico que casi destruyó su reputación y al que ella le teme, Gerardo Colombo.
Un hombre tan patético como útil, lo cité en un café discreto, lejos de cualquier mirada conocida.
Gerardo llegó nervioso, mirando por encima del hombro como siempre, qué asco me daba, pero sirve y eso es lo importante.
—¿Qué quieres de mí, Isabella? —preguntó, moviendo la pierna bajo la mesa.
Hace años habíamos sido aliados para alejar a Adriana de Theo, para nadie era sorpresa de que Gerardo estaba interesado en ella, pero después de todo lo que paso, el abandono la universidad y no hablamos nunca más del tema.
Ahora que Adriana preparaba mi boda, quería mantener el odio de Theo hacia ella presente y nadie mejor que Gerardo me podría ayudar.
Faltaba poco para la boda y aunque siempre le recuerde a Adriana que yo me casaré con Theo, tengo que mantenerlos alejados, porque esa boda jamás llegará, porque ese día yo estaré lejos de aquí con el dinero de Theo y no quiero que ella intente acercarse en ese momento.
—Lo que siempre has querido tú —respondí, cruzando las piernas con calma— Dinero... — Eso le llamó la atención.
Los hombres como él solo entienden un idioma.
—Quiero que vuelvas a buscar a Adriana —dije sin rodeos y Gerardo parpadeó, confundido.
—Ella… no quiere verme, me odia. — aseguró
—Exacto. —Sonreí— Y quiero que Theo lo vea, quiero que crea que Adriana sigue teniendo un lado oscuro, que no ha cambiado y que aún atrae basura como tú. — Gerardo tragó saliva.
—¿Y… cuánto dinero estamos hablando? — Deslicé un sobre grueso por debajo de la mesa.
Él lo tomó con manos temblorosas y sus ojos casi brillaron cuando lo abrió.
—Quiero que te acerques a ella, que la incomodes, que la busques donde no debes y quiero que Theo lo vea todo. — le recordé
—Eso… podría meterme en problemas. — mencionó dudoso.
—Tú ya estabas hundido antes de que yo llegara. —Incliné la cabeza— Te estoy dando la oportunidad de vivir mejor unos meses, quizá un año. ¿Qué importa un poco de moral si ya no tienes ninguna? — Él no discutió más.
Los hombres así nunca lo hacen.
Cuando se marchó, me quedé viendo mi reflejo en la ventana.
Mi piel se veía impecable y mi sonrisa perfecta.
Yo era la mujer que todos creían buena, dulce, tierna, la mujer que Theo defendió por encima de Adriana.
La mujer que pronto dejaría todo atrás con Marco y una cantidad obscena de dinero.
Y aun así… aun así, necesito esto.
Necesito destruir lo poco que queda entre ellos.
Necesito ver a Theo roto, confundido, dudando de todo.
Porque en el fondo, aunque me vaya… no voy a permitir que Adriana Ferrer gane.