Capítulo XV

1317 Words
Mi corazón choca violentamente contra mi caja torácica, no esperaba aquella confesión de su parte, pues mi cabeza trataba de asimilar las palabras..."¿Acaso es una confección?" ... Aquél pensamiento rondaba por mi cabeza. Las lágrimas habían parado de salir, asomándose de esa manera el ligero color rojo en mis mejillas, me alejé suavemente de él, concentrando mi mirada en los ojos oscuros del chico. La única reacción que optó mi cuerpo fue darle un pequeño beso en la punta de la nariz. —Dante, yo también te quiero—susurré, abrazándolo por el cuello, él al principio se puso rígido como si de una piedra se tratase, pero después me correspondió el abrazo. —No comprendo como una niña que al principio me irritaba su presencia y sin hablar que siempre tenía que salvarle el pellejo, se volvió tan importante para mi—murmuro, muy cerca de mi oído, haciéndome reír suavemente. —¡Oh, niño con complejo de lucifer!—Exclamé, separándome un poco de él para observarlo mejor, este tenía una expresión de diversión. —Angelito, amante de los problemas—se desquito, sacando la lengua como un niño pequeño, moviendo sus manos hacia mi abdomen provocando mi risa pues me andaba haciendo cosquillas. —¡Dan!..—La risa no me dejaba hablar claramente, sólo me movía como si fuera una lombriz saliendo de la tierra. Caí sobre la cama y el sobre mi persona, todo era risa junto a diversión, hasta que él paro de hacerme cosquillas quedando nosotros en esa posición algo vergonzosa, observé sus mejillas como se ponían rojas a la par de las mías. Él se acercó hacia mi, no sabía cómo reaccionar sólo me quedé estática, su boca estaba a centímetros de la mía, era algo que me ponía aún más nerviosa, pero él desvío estos y terminó dándome un beso en la frente. Se movió para acomodarse a mi lado, yo solo observaba el techo, por poquito pruebo los labios del hijo de Hades. Pero eso no pasó en este momento. Sin embargo, sentía su tacto frío cerca de mi mano, la moví unos centímetros para sujetar la suya. —Debemos dormir, quedan pocas horas para que amanezca—comentó el chico, enredando sus dedos con los míos. Voltee a mirarlo este tenía aún el rojito en sus mejillas, cerró los ojos como "haciéndose el que iba a dormir", me acerqué para darle un beso en la mejilla, me acomode sobre su pecho para cerrar los ojos y caer rendida ante Morfeo. (...) No comprendía que era lo que estaba pasando pero caminaba por lo que era un laberinto de piedra, al final de este había una luz fuerte, tanto que me tocó taparme los ojos con las manos. —Mi Luznell, eres mi orgullo jamás dudes de tu poder, yo estaré siempre protegiendo tu camino, mi pequeña nieta—Escuché una voz proveniente de aquél lugar pero no podía ver por la intensidad del brillo. —¿Abuelo?... ¿Eres tú? ....—pregunte, temerosa abriendo un solo ojo con dificultad observando una figura imponente de un hombre con unas enormes alas. Solo obtuve como respuesta una pequeña risa, junto a sonidos de pasos acercarse, él se ubicó frente de mi, para colocar su mano en mi cabeza, era un hombre de cabello rubio largo, ojos amarillos muy hermosos, era musculoso, tenía puesta una armadura de guerrero como un gladiador romano, sus alas eran blancas con un borde dorado en las puntas de las plumas. —Eres idéntica a tu madre y tienes los ojos de tu padre—habló, en un tono calmado y paternal. —Uriel...mi abuelo—susurré, no aguantando más para abrazarlo fuertemente, soltando pequeños sin que yo pudiera controlarme solté pequeños sollozos en su pecho, él me correspondió el gestó. —Confió en ti, eres muy fuerte mi Ángelus, cuida de tu madre y dile que lamento no haber estado cuando todo eso pasó—comento, dándome un beso en la coronilla sintiendo una sensación rara en mi pecho. (...) Desperté de golpe, sintiendo como regresaba a mi cuerpo, divise la luz que pasaba por la ventana de la habitación, al voltear a un costado, me di cuenta que estaba sola en la cama, recordaba todo lo que había pasado la noche anterior. Escuché una puerta abrirse, dirigí la mirada allá, conectando con los ojos oscuros del hijo de Hades, este sonrió arregostado al marco de la puerta del baño. —¿Me creerías si te dijera que conocí a mi abuelo?—le pregunté, para pasar ambas manos por el rostro tratando de despertarme mejor. —Viniendo de ti eso no me sorprendería—respondió, encogiéndose de hombros con una pequeña mueca en los labios. —¿Qué hora es?—miré hacía la ventana, como tratando de adivinar la hora. —Son las seis en punto de la mañana—comentó, caminando en mi dirección. Voltee a verlo quedando hipnotizada en sus ojos por unos minutos, él era tan hermoso y de seguro tenía de nuevo las mejillas sonrojadas a más no poder, todo era perfecto hasta que... La puerta se abrió de golpe dejando ver la figura de mi hermano como si hubiese corrido un maratón, me mordí el labio inferior para tratar de no reírme sin control al sentir como me examinaba con la mirada. —¿Todo en completa calma, hermanita?—me pregunto, cruzándose de brazos con una expresión seria. —Te dije que ella estaría bien, amor —comentó Charlotte detrás de él, tomándolo del brazo izquierdo. —¡Oh, vamos!, ¡Caín!—exclamé, poniéndome de pie, para caminar hacia él sabía que estaba teniendo un ataque de "hermano sobreprotector" y eso le daba diversión a Dante. Me puse al frente de Caín como él era un poco más alto, me puse de puntita para darle un beso en la mejilla y que dejara de ser tan intenso. —Luznell, en diez minutos nos vamos—Informo mi hermano, para irse junto a Charlotte por el pasillo. —Es mejor que bajé, así no sentiré la mirada "amenazante" de tú hermano—Agrego el pelinegro pasando por mi costado y de esta manera irse fuera de la habitación. Al quedarme sola fui al baño a darme una ducha, pensando en lo que había pasado en ése "sueño" aunque se que realicé un viaje astral, quería una respuesta de lo que él se quiso referir mi abuelo con "Lamento no haber estado cuando todo eso pasó"...acaso él no estaba cuando mi madre fue... ¿Exiliada?... Sacudí ligeramente la cabeza para salir del baño, unos minutos después ya estaba lista. Pero me lleve otra sorpresa que me hizo pegar un pequeño grito de susto a ver a Gabriel sentado en la cama con la mirada puesta en mi. —Él no se encontraba, cuando todo lo de tu madre pasó, de hecho ninguno de nosotros estábamos, cumplimos nuestro deber de entrenar a cada uno de los integrantes de nuestra legión—hablo en un tono de voz serio. —¿A qué te refieres?, ¿Ninguno de ustedes?—le pregunté confundida y sorprendida a la vez era como si él estuviera leyendo mis pensamientos. —Si, nosotros los doce arcángeles , tu abuelo tiene una legión al igual que cada uno de nosotros—comento, poniéndose de pie rápidamente, me hizo de nuevo dar otro pequeño brinco. —Tú madre acaba de llegar y no está para nada feliz de verte involucrada en ésto—agrego, caminando hacía la puerta de la habitación. —¿¡Dónde esta mi hija!?...¡Luznell!, es mejor que bajes por las buenas, no me hagas ir por ti...—Escuche los gritos de mi madre en la puerta de entrada de la casa...  Traje saliva Lentamente sintiendo como se aproximaba mi muerte .... Continuará...
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