17

1621 Words
La puerta estaba atascada, había olvidado que cuando se cierra así, la única manera de abrirla nuevamente desde adentro es con la llave y lo peor era que la llave estaba afuera, por lo que tuve que devolverme hacia la sala nuevamente para ordenar el desastre; al cabo de unos segundos entró mi padre, su rostro lucía enojado como normalmente su estado de ánimo siempre era enojado por lo que siempre le temía; todo el tiempo estaba a la expectativa de que algo malo podía suceder, no existía paz, siempre peleaba por cualquier motivo por más pequeño que fuera, debía solo callar y obedecer para mantenerme con "vida". Mi padre se dirigió directamente hacia la sala en completo silencio sin decir ni una palabra se sentó en el sofá para seguir bebiendo y a la vez fumar, su silencio era aún peor que cuando manifestaba su enojo, pues no se sabía que estaría pensando, que podía hacer. > Luego de haber ordenado todo, me levanté como si nada hubiera pasado y tomando la bolsa de desperdicios me encamine hacia el patio, mi padre había dejado la puerta abierta, así que salí observando todo, Nerón estaba comiendo, todo parecía estar en orden, así que me acerqué a las plantas y las comencé a revisar para ver si encontraba la llave, pero en eso no pude contener las lágrimas al ver unas grandes gotas de sangre cerca de los arbustos finales del patio donde justamente allí estaba la llave. -¡Charlie no!. - Hablé en voz baja y quebradiza. Un profundo temor se apoderó de mí, sabía que Charlie había salido herida, pero no sabía que pensar, si la causa había sido Nerón o mi padre; ambos eran los posibles culpables. > Intentaba calmarme pero mis ojos derramaban lágrimas sin sujetarse a la orden de mi cabeza, así que tomé la llave, coloqué los desperdicios en el contenedor de basura y secando mis lágrimas entré nuevamente a casa, cerré con llave la puerta trasera y me dirigí a mi habitación directo a llorar me sentía tan mal, destrozada externa e internamente, aunque lo interno dolía mucho más, tomé un cúter y me autolesioné apropósito en las muñecas, solo quería desaparecer para siempre, así yo no sufriría ni tampoco nadie sufriría por mi causa. Por otro lado me había metido en un gran problema, el teléfono que Evans me había regalado mi padre lo había lanzado en un balde con agua, tenía pensado en devolvérselo pero con ese suceso estaría en más problemas, tampoco tenía dinero para pagárselo, estaba en crisis interna, desde mi cama observaba el balde en el que estaba el teléfono con las pupilas inundadas. Al rato me levanté y decidí sacarlo de ahí, lo sequé con un paño, encendí el secador de cabello y comencé a echarle brisa con la esperanza de secarlo en los lugares en donde el paño no alcanzaba. > Apagué el secador y prorrumpí en llanto dejando el teléfono en mi escritorio, cerré la ventana, apagué la luz y me acosté en la cama para llorar en silencio cubierta en la sábana. -¡Joyce que bonita estás! ¡vas a sorprenderlos!. -¿Enserio crees eso?. -No lo creo, lo estoy viendo para confirmarlo, estás realmente hermosa. -Gracias tía favorita. -¡Joyce ya es hora!. - Exclamó otra voz a lo lejos. -¡Vé y brilla como nunca!. -Por supuesto tía, soy una estrella. -¡Así es!. Una persona tomó mi mano y me condujo hacia un hermoso escenario que representaba el típico balcón de "Romeo and Juelit", habían varias niñas disfrazadas de arbustos, otras de flores y otras de roca, a medida que me llevaban de la mano me señalaron que subiera al balcón falso por mi propia cuenta, así lo hice, de pronto se escucharon muchos aplausos pero ese acto me llenó de valor causándome euforia, me sentía en un gran embeleso, al haber subido allí, me dí a mostrar; el reflector me encontró y la música comenzó a sonar; mi mente solo estaba concentrada en el acto de mi cuerpo y mi cuerpo sólo obedecía al mandato de su superior, mis pasos eran limpios y marchaban en completo orden, las personas sólo me admiraban y las cámaras captaban el maravilloso momento, todo me salía perfecto, no tenía que forzarme, los movimientos de mi cuerpo solo fluían como si estuviera programada exclusivamente para el ballet. En el momento en el que la música bajó, le tocaría salir a mostrarse a mi pareja de baile quien sería el que representaría a Romeo, en eso él salió en movimientos imprescindibles, enfocando la atención del público en él; hasta que llegó el momento en el que me tocó bajar del balcón para comenzar a bailar en completa armonía desarrollando nuestros perfectos pasos en un solo conjunto al ritmo de la música. Al irse acercando el final de la presentación, le tocaba a los arbustos y flores hacer de las suyas y apoyarnos en baile para dar el toque sinóptico llamativo de la misma, para lograr un visual increíble logrando el pasmo de los espectadores. Mi pareja y yo estábamos logrando nuestro objetivo que era poder marchar en un solo ritmo sincronizados. Luego llegó el momento en el que me tocaba bailar sin mi pareja, tenía el público atrapado en mis movimientos, sus miradas y cámaras sólo estaban fijándose en mí, era mi momento de gloria, sentía que el tiempo se había detenido en todo ese trayecto, que tenía el poder de detener todo; hasta que, una de las flores malintencionada inoportuna y premeditadamente atravesó su pie en el momento en el que iba llegando casi a el paso final fundamental de la presentación provocando así la gran caída de mi vida que torció mi talón derecho y recibí un gran impacto en mi rodilla; caí privada de dolor, en eso todo el público se sorprendió soltando su queja en murmullos y unos pocos en abucheo, otros se levantaron de sus asientos, y yo no podía levantarme estaba adolorida, solo alcancé a ver la cara de maldad satisfecha de aquella niña. -¡Eres una inútil! ¡estúpida ingenua! ¡basura insignificante!... Los gritos ofensivos de mi padre rechinaban en mi cabeza, como si en vez de conciencia propia, fuera mi padre quien tuviera control y dominio sobre mi mente; me producía una fuerte jaqueca, intensos mareos y sudor frío. -¿Joyce? ¿estás bien?... ¿estás bien?. Escuchaba voces a la lejanía preguntar lo mismo una y otra vez, pero no pude responder nada, cada vez veía poco, mi visión se iba apagando como una linterna que se iba quedando sin baterías; en eso quedó todo en una completa tinieblas y en un silencio abrumador que presidía todo el tétrico ambiente. Extrañamente las luces comenzaron a prender y a apagarse como si hubiera fallas eléctricas, un olor a cadáver viejo llegaba a mis fosas nasales que me provocaba nauseas; una niña de rostro triste comenzó a acariciar mis cabellos sin decir una palabra, yo no podía moverme, estaba retenida, no sentía mi cuerpo, me sentía como una roca el cual no tenía dominio sobre sí. De un momento a otro la niña salió corriendo sin contexto. -¡Estrellita! ¡no temas! Los sátrapas serán condenados, sus mismas perfidias procurarán su pago... -¿A que se refiere con eso?. -Un día lo entenderás. -Quisiera saber quien es usted. -No creo que debas saberlo. -Pero ¿por qué?. -Recuerda tener cuidado de ese chico. -No sé quien es. -Está más cerca de ti de lo que imaginas. La mujer se desvaneció y toda la escena tétrica igual consigo. Abrí los ojos y estaba repentina y nuevamente en casa. -¡Joyce cariño ven a comer con papi y mami!.- Manifestó mi padre sentado en el comedor. -¡Si cariño! Preparamos tu plato favorito, sushi. Me sentía extraña, me preguntaba por qué mis padres eran tan amables conmigo al nunca lo habían sido, así que decidí acercarme a la mesa y me senté. -¡Eso es! Destapa tu plato, a puesto que te encantará, lo preparamos especialmente para ti. -Claro que sí pequeña Joyce. - Añadió mi padre sonriendo con una gran boca que le iba creciendo cada vez más. -¿Pa? ¿que sucede madre?. -¿Por qué cariño?. - Respondió mi madre con grandes ojos rojos. Ya estaba nerviosa, así que para no mirar sus rostros destapé mi plato y habían serpientes vivas, sapos babosos y ratones sin pelaje que apestaban a basura, ví los rostros de mis padres y eran unos horribles espantos, pegué un grito de terror y quise salir corriendo, pero las serpientes alcanzaron mis calcañares, me impedían seguir corriendo, con mis manos tomé los cubiertos y comencé a cortarlas pero ellas volvían a aparecer. -¡Ya basta! ¡aléjense de mí!... -La familia siempre esta junta, no se puede separar. - Añadieron aquellos dos espantos con voces distorsionadas al unísono. -¡Ustedes no son mi familia!, ¡Ya déjenme en paz!. Aquellos horribles espantos se me acercaban para devorarme con sus grandes colmillos ensangrentados, pero yo me alejaba, hasta que levanté la cortina de una ventana...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD