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Una novia para Philips

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Blurb

¿Serias capaz de enamorar a alguien por un trato? y que pasaría si después de pasar tiempo con esa persona descubres que te has enamorado de verdad y ya no quieres seguir con lo que habías acordado...

AVISO IMPORTANTE: LA HISTORIA A CONTINUACIÓN ESTÁ EN PROCESO DE EDICIÓN PARA MAYOR COMPRENSIÓN LECTORA.

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1. RECUERDOS
Esa noche mientras dormía de nuevo estaba ella allí, mi madre, como una sombra en mi mente, algo que me hacía recordar sus rabietas al irse ese día justo cuando cumplía diez años, hecho que me destrozo en mil pedazos, era como si sus palabras de desprecio hacia mi padre y a mí nos hubiesen roto esa mañana. Sabía que las cosas entre mis padres no andaban bien, me daba cuenta, siempre he sido muy atenta a todo y sabía exactamente lo que ella hacia cuando él no estaba. Mi padre, un estadounidense que había empezado una relación con mi madre, una mujer de origen ruso. Solo se conocían por Internet y al ella llegar al país decidió formalizar la relación. Según el al principio todo marchaba bien, pero yo sabía que algo pasaba veía actitudes en ella muy raras, aun siendo muy pequeña lo percibía. Comportamiento del que no me equivoque y pude comprobarlo un día después de salir de la escuela. Venia tan agobiada por el calor que hacía ese día en Miami que entre rápidamente para refrescarme en el antiguo departamento donde vivíamos, como era tan pequeño con solo entrar escuche unos ruidos muy extraños que provenían del baño. Como siempre he sido curiosa, cautelosamente me acerque y al abrir un poco la puerta vi la escena de lo que estaba sucediendo. Mi madre se encontraba con otro hombre, el cual la tenía ubicada sobre la encimera del lavabo, en ello notaba que se movía mucho contra ella, ese acto que ambos tenían en ese momento me pareció tan perturbador así como escuchar los sonidos fuertes que ella hacia que para los nueve años que tenía en ese momento no entendía que pasaba, solo sabía que estaba mal, por esa razón decidí salir y esperar hasta que ese hombre extraño se marchara. Hecho que ocurrió quince minutos más tarde. Para evitar que me vieran me oculte y pasado un momento volví a entrar, mi madre me miro como si no hubiese pasaba nada, actuando como siempre, ignorándome sin preguntarme como me había ido en la escuela y encendiendo la televisión para disponerse a verla. Mi madre se aprovechaba de su galanura dado que era una mujer alta, de tez blanca, cabello rojizo y unos ojos verde celeste. Su cuerpo era como una obra de arte, se veía tan perfecto siendo tan proporcionada en todos los aspectos. Para ese entonces pensaba que como tenía nueve años aun me faltaba para ver mi desarrollo, por ello no me mortificaba por eso, pero si lo hacía por ver el daño que mi madre le ocasionaba a mi padre, quien no se merecía eso de su parte ya que él se encargaba de velar por nosotras en vista de que el decidió no dejar que ella trabajara, decisión de la que se aprovechaba para engañarlo vilmente. El desinterés de ella hacia mí me había hecho ser independiente a mi corta edad, había aprendido a cocinar y también a hacer el resto de las labores. Todos esos deberes los hacia porque tampoco se encargaba de realizarlos. Era como si su vida solo fuese quedarse en casa y serle infiel a mi padre, hecho que el saberlo me causaba tanta repulsión que hacía que mi interés y amor por ella lo fuese perdiendo. Una noche antes de que se marchara de nuestras vidas mientras mi padre trabajaba en el bar del que es poseedor, de nuevo escuchaba esos ruidos que la vez pasada había presenciado. Pensando que nuevamente podría estar con otro hombre eche un vistazo. Al observarla desde donde me encontraba notaba que no había nadie, solo ella. Estaba haciendo un movimiento con su mano la cual sujetaba un aparato que pasaba por su intimidad estando ella en la cama. Viendo la reacción que tenía en su rostro notaba que disfrutaba lo que estaba haciendo, aun asi no entendía que era lo que hacía y porque producía esos extraños ruidos. Pareciéndome de nuevo perturbador ese acto deje de verla y volví a la cama, tratando de olvidar lo que había visto y poder conciliar el sueño. Su comportamiento me dejaba tan confundida que no sabía porque actuaba de esa manera. Nunca le comente a mi padre nada sobre lo que hacía ya que no lo veía correcto, pero las palabras que uso al día siguiente el cual sería el último día en que la veríamos se quedaron grabadas en mi memoria como si fueran parte de un guion que necesitara recordar. La mañana de su abandono entre tanta histeria y escándalo hizo que me despertara, permitiendo que pudiera escuchar como maltrataba a mi padre con sus palabras. —Ya no me sirves Freddie, nunca lo has hecho—recalcaba mi madre muy alterada —Maggie, hablemos. Esto no puede terminar así —pronunciaba mi padre como si le rogara para que se quedara. Con tanto bullicio me levante de la cama y fui hasta donde ellos estaban. Antes de preguntar qué sucedía ella me miraba con una actitud como si me odiara mientras empujaba una maleta para sacarla del departamento. —Apártate de mi camino mocosa—mencionaba de tal forma como si no fuese su hija —Maggie, como dices eso es tu hija ¿porque la tratas de ese modo?—preguntaba mi padre evitando que mi madre saliera —La trato como lo que es, un estorbo así como tú también lo eres en mi vida —pronunciaba con tanta crueldad como si no le importaran nuestros sentimientos—. Eres tan estúpido que no te das cuenta Freddie —al hablarle lo miraba como si fuera su peor enemigo—. Me largo porque me canse, no sabes complacer a una mujer en la cama, por ello tuve que buscarme a otro hombre para que me hiciera sentir lo que...—sin dejar que terminara de hablar mi padre la abofeteo tan fuerte que yo reaccione cubriendo mi boca con la mano —Entonces si es así, lárgate Maggie, ¡No eres más que una vulgar mujerzuela!—gritaba sacándola bruscamente del departamento. Como no sabía qué hacer en ese momento tan triste que ocurría solo sentí que empezaban a salir lágrimas de mis ojos, reacción que hizo que volviera a la cama y me acurrucara en ella. Quería pensar que todo esto era una pesadilla. Pasado un rato escuche la voz de mi padre muy enojado maldiciendo a mi madre, luego entro a mi pequeña habitación donde me encontraba y habiéndose acercado me brindo un abrazo. —Mod, mi querida hija, saldremos de esta —mencionaba mi padre, quien también derramaba lágrimas, de esa forma me daba a entender que al igual que yo también sufría por lo que había sucedido. Ese día no fue al trabajo como acostumbra a hacer y lo paso conmigo. Al ser mi cumpleaños paseamos por la playa, allí permanecimos largo rato contemplando el panorama. Nos mantuvimos de esa manera en vista del suceso que ocurrió cuando tenía cinco años, hecho donde casi muero ahogada y desde entonces tengo fobia a meterme al agua, ya sea playas, lagos, incluso piscinas. El temor de que ocurra de nuevo me impide disfrutar de ello. Mi padre mientras lanzaba piedras al mar comenzó a hablarme, usando esa peculiar forma en la que acostumbra llamarme de cariño. —Mod, mi linda hija…—sin terminar de hablar de nuevo lo embargo la tristeza, derramando algunas lágrimas las cuales seque con mi dedos —Papá, tranquilo, saldremos de esta —usaba sus misma palabras tratando de darle ese apoyo que sabía que necesitaba —No puedo estarlo Mod, mírame, soy un padre con una hija a la cual no tengo ni idea de cómo cuidare de ahora en adelante —Puedo cuidarme sola padre — incluso cuando estaba mi madre lo hacía en vista de que ella no se ocupaba de mi como debía hacerlo —No Mod, eres muy pequeña, acabas de cumplir diez años y encima debo ocuparme del bar, no sé cómo haré para seguir. En ese momento recordé a la hermana de mi madre, mi tía Molly. Ella era muy diferente, me tenía mucho cariño y tenía su propia academia de baile. Cuando la visitaba muchas veces deseaba ser su hija y que ella fuera mi madre, pero eso es algo que aunque lo quiera no puedo cambiarlo. —Padre, que hay con la tía Molly, me podría quedar con ella al salir de la escuela —dije e insistía para que aceptara —¿Tú crees Mod? no lo sé es la hermana de tu madre, hija —Si padre, pero no es como ella, lo sabes —Tienes razón Mod, lo haremos, pero vamos sigamos nuestro paseo —me ayudaba a levantar para seguir caminando hasta el auto. A partir de los acontecimientos que ocurrieron ese día nuestras vidas empezaron a cambiar, uno de estos fue el departamento, nos mudamos a North Beach en un condominio sencillo que solo alberga un ambiente. Este consta de una sala pequeña, cocina, baño y el lugar para dormir que eran dos camas individuales donde dormiríamos mi padre y yo. Él había decidido ese lugar en vista de que era económico y podía pagarlo dado que aparentemente el bar no estaba generando mucho dinero, algo que nos afectaba ya que dependemos de el para vivir. A pesar de que mi tía al saber lo que sucedió me pidiera que me fuese a vivir con ella decidí no aceptar. No quería dejar solo a mi padre, el me necesitaba y yo quería estar ahí para él. Acordamos que al salir de la escuela me iría con ella ya que mi padre salía muy tarde del trabajo, algo que me sirvió para adentrarme en el mundo del baile dado que al mi tía poseer una academia de danza y todo tipo de bailes decidió que en mi estadía con ella me enseñaría sobre este oficio. Conocer y aprender lo que era el baile fue esa especie de luz en mi vida ya que el marcharse mi madre de nuestras vidas nos había dejado tristeza y dolor, pero con esto me liberaba y me daba cuenta que había descubierto mi sentido en la vida, quería ser bailarina, pero no cualquiera sino la mejor. Visión que a mi tía la hacía sentir orgullo dado que desde que inicie en ello enfatizaba que tenía potencial, talento que también evidenciaba y me hacía sentir una inmensa felicidad. Por tal motivo cada tarde luego de la escuela así como después cuando estaba en la secundaria practicaba mis clases de distintos tipos de bailes que allí aprendía, siendo todo este avance gracias a ella, quien con cariño y paciencia me había ayudado a descubrir este talento en mí que ni siquiera yo misma sabía que poseía. Pasaban los años y fui creciendo, dándome cuenta que sin quererlo me empezaba a ver físicamente como mi madre, con la diferencia de que mi busto era algo plano, pero el resto de mi cuerpo era tan perfecto y destacable que nos igualábamos, aspecto que me gustaba y a la vez desagradaba no quería ser como ella. Las clases en la academia de mi tía me sirvieron para estilizar mi físico, cualidad que me ayudaba para aprender más técnicas de movimiento al momento de bailar. Por esta razón al cumplir los dieciséis años y haber culminado la secundaria me propuse empezar a ganar dinero por mi cuenta para ir a Nueva York, estando allí tenía propuesto terminar mi formación en una de las mejores academias de baile.

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