Capítulo 8.

1412 Words
— Aleríco sácame de aquí, ahora mismo — levanto el rostro y le mostró como estaba molesta, pero con lágrimas en los ojos. — Vámonos — afirmó con su cabeza. Salieron de la casa mientras las chicas detenían a Meredith, una vez en el auto le pidió a su chofer que los llevará a un lugar, ella estaba muy ensimiamada y no escucho a dónde irían, sintió su tacto en el brazo y lo miró, se sorprendió de ver en sus ojos un brillo, a pesar de que casi siempre eran negros profundo, pero está vez demostraban un poco de vida. — Perdóname por llevarte ahí, y hacerte pasar eso — él dijo acunando su rostro entre sus manos. — Olvídalo, es mi trabajo — aparto sus manos y miro a través de la ventana. No entendía el porqué le causaba un sentimiento en su corazón, como si algo le presionará por dentro, sabía que sus lágrimas tenían el motivo de sentirse humillada, nunca se había dejado humillar, mucho menos cuando trabajaba, si algún cliente lo intentaba ella simplemente salía del lugar y avisaba a su jefa, diciéndole que el sujeto había incumplido el contrato. Pues esa era una de sus clausulas, no se les permitía humillarla. Pero ahora es diferente, no había nada escrito, podría irse más aún, sin ningún papel que la frenará, lo que si había era su moral, ya él había pagado, no podía solo irse. — solo dos años Sophia, solo dos años — se repetía en su mente cuando sentía que no podía aguantar más las lágrimas, logrando de alguna manera retraerlas. — Sophia, perdón — dijo Aleríco — Richard, cambia la ruta, a la casa de la Srta Evans — dijo con un poco de molestia. Ella se preguntaba si estaba molesto por rechazar sus atenciones en el auto, o él echo de que todo saliera mal, fuera lo que fuera podría aceptarlo si no la hubieran humillado como lo había hecho Meredith. Él estaba realmente molesto porque no había sabido protegerla y su padre había sido parte del problema con Meredith, estaba ansioso de que él la conociera y de que sus hermanos también, si todo salía bien le presentaría a Presley en una semana o un poco antes quizás. — Llegamos Sr. Patterson, Srita. Evans — dijo el chófer. Aleríco iba a bajarse para abrirle la puerta a ella, Pero antes de que él terminara de bajar ella ya había bajado y corrió directamente a su casa, él intento seguirla llamando detrás de ella, Pero ella no le dió la cara. En una ventana miraba la escena el padre de Sophie, del que ella no se percató pues entro a su habitación corriendo, cerró la puerta, se pegó a ella y se deslizó hasta llegar al suelo y comenzar a llorar. Maldecia lo que había sucedido, aunque sus padres le habían enseñado de niña que no maldecian a la gente ni lo que sucedía. Pero detestaba el estado ansioso por el que paso, también odiaba no haber comido bien durante el día, causándole un desmayo, no le había pasado anteriormente, Pero suponía que tendría que ver con todo el estrés por el cual ella estaba pasando. Así que después de llorar un poco se quitó el maquillaje con toallas húmedas, se cambió a su pijama y decidió dormir. (...) Sophie había despertado al día siguiente con mucha debilidad, aún debía prepararse para la cena con sus padres y Aleríco, aunque ninguno de los dos había mandado un mensaje después de la noche anterior, ella no sabría si llegaría, pero aún así debía hacer un esfuerzo por levantarse y preparar todo. Aunque su madre con buena intención decidió ir a su habitación para preguntar ¿Por qué no se había levantado? Ya era casi medio día y ella no acostumbraba a dormir tanto, siempre despertaba muy temprano o más tardar 8:30 de la mañana. Claro también había otro motivo oculto, su esposo le había contado lo que había visto en la noche cuando ella ya dormía, necesitaba asegurarse de que su hija estuviera bien, aunque su corazón le dictaba que era el hombre correcto. Una vez dentro de la habitación se fijó en el semblante pálido de Sophie, y se preocupo, su hija estaba despierta, aún en la cama, se acercó a ella y pregunto; — ¿Te sientes bien? — pregunto acercándose tanto como podía — Solo un poco débil mamá, ya me levanto — intento levantarse pero se sentó de inmediato al sentirse muy mareada. — No, no cielo, acuéstate, te ves un poco débil — tomo su temperatura con la mano. — Santos Cielos Sophia, tienes fiebre — (...) Por otro lado Aleríco estaba sentado en su oficina, aunque era fin de semana no tendría que estar ahí, pero necesitaba distraer su mente con algo, todo lo sucedido con su padre fue un desastre, y luego Sophia molesta, le habían causado una especie de grieta en el corazón. Se preguntaba de manera constante Porque no había tenido suerte en el amor si bien era cierto su inexperiencia de debía gracias al rechazo de su madre con su padre en la niñez. Realmente tenía más miedo de terminar igual o peor que su padre después de que está los abandonará. Había usado a la señorita Meredith Clarth para que no le presionarán más por el dinero, pero cambio de decisión cuando ella comenzó a enamorarse cada vez más de él, y antes de que se sintiera en una cárcel, decidió romper el compromiso. No esperaba está obsesión para con él, también estaba claro que lo menos que esperaba era verla a ella en la cena de presentación. Estaba tan molesta por la presencia de Sophia que amenazó con destruir su carrera, por supuesto a nuestro protagonistas eso no le importaba, pues no le tenía miedo, menos porque la chica provenía de una familia rica pero con muchísimos problemas de ética y chismes en la sociedad. El teléfono de Aleríco sonó de manera repetida, haciendo que se distrajera de sus deberes aunque más bien pareciera que estuviera mucho más en su mente que en lo que realmente necesitaba su atención. Tomó el teléfono y se percató de que tenía varias llamadas perdidas del número de Sophie y otras más de un número desconocido, justo en ese momento le llegó un mensaje; — Soy la madre de Sophie, devuélveme la llamada — No había terminado de leerlo cuando marco de manera inmediata el número del cual le había llegado el mensaje la madre de Sophie había respondido estaba asustada. Pero necesitaba preguntar de una vez, necesitaba saber si esto tenía que ver con una crisis de depresión nuevamente. — Aleríco, perdona molestarte, no andaré con rodeos, mi esposo me dijo que los había visto llegar, y nuestra hija parecía un poco molesta — respiro y continúo — está muy pálida, no quiere salir de la cama y tiene fiebre — aclaro un poco su voz pues está comenzaba a quebrarse un poco — son los mismos síntomas de sus crisis de depresión, hace años que no tenía una — — Iré de inmediato para allá — Colgó la llamada y salió corriendo de la oficina, por suerte no había nadie así que no hubo interferencia de salir de una vez, tomó su auto deportivo y manejó hasta la casa de su prometida. Llamó a su asistente para que este le consiguiera un médico y que fuera de inmediato a la casa para que la revisara, cuando llegó a la casa de los Evans se bajó y corrió a la puerta, toco de manera desesperada hasta que una de las enfermeras le abrió, preguntó por el estado de Sophia y ella le contó que seguía con fiebre y quizás alucinaba un poco. — ¿Los Señores Evans? — pregunto por ellos. — ¿Que haces aquí? — hablo el padre de Sophia. — Sabrá Dios que le has hecho a nuestra hija para que entrara de nuevo en un estado depresivo — Aleríco estaba sorprendido por la manera en la que había sido abordado de manera tan abrupta, pero de una vez entendió y recordó Lo que le había dicho su suegra, él los había visto cuando ella llegó a casa la noche anterior. Para su mala suerte eso no lo dejaba a él en buena posición. Tenía que asegurarse de explicar todo, pero realmente tenía más ganas de asegurarse de que Sophie estaría bien.
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