A pesar de haber sido ultrajada no soltó ni una sola lágrima, algo malo pasaba con ella porque eso no podría ser normal. De pronto la puerta de su cuarto fue golpeada como si un terremoto la estremeciera.
—Abre la maldita puerta Aurora. Te dije que dormirás en mi habitación.
Estaba desquiciado, quien quisiera dormir con un tipo como él. Casi que tira la puerta de los golpes que le daba.
—Voy a tirar la puerta. Amenazo.
Que la tire, total no es mi casa pensó ella con los nervios de punta. Se encontraba en un rincón del baño envuelta en la cobija. Luego observo una gaveta lo suficientemente grande como para meterse. No lo pensó dos veces, dejo la puerta del baño abierta y se escondió en ese lugar.
Demian al salir del baño, con la erección más grande que ha tenido en su vida se encuentra con que su cama está vacía.
—Pero que carajos…
Corre hacia la puerta en dirección a la habitación de Aurora, estaba cerrada por dentro. La muy perra se encerró mascullo para sus adentros. Toco varias veces, tratando de ser razonable pero esta no le respondía. Furioso tiro la puerta de una patada, era su jodida especialidad. Pero no había nadie allí. Entro en el baño y tampoco, ¿pero a donde demonios podría haber ido? Salió de allí bajando hasta la planta de abajo. La casa estaba en silencio.
—Te escondiste, pero en cuando salgas ya verás Aurora. Dijo en voz alta.
Subió nuevamente a su recamara, más frustrado que nunca. Su m*****o viril ya estaba más que dormido. Después de esa rabieta quien podría tener sexo y menos cuando se te escapa tu mujer. Sabía que no se podía escapar, cualquiera la pillaría afuera. Así que mañana le daría su merecido castigo.
Aurora espero una hora encerrada en ese incomodo lugar apestoso de jabón y lociones. Cuando no escucho pasos ni voces salió toda entumecida y con el corazón a mil. Cerró la puerta del baño y encendió la luz.
Para su horror, sus senos eran dos esferas enrojecidas con mordiscos por todos lados. Tenía chupetes en el cuello, siguió el recorrido y entre sus piernas había rastros de sangre seca. Llena de rabia se metió en la ducha tomo la esponja para frotarse todo el cuerpo, eliminando rastro del olor de Demian…
Al día siguiente. Demian vestido y arreglado cierra la puerta de su habitación en lo que pasa frente a la puerta destrozada de Aurora la ve tendida en la cama durmiendo.
—¡Desgraciada! Dice por lo bajo.
De pronto alguien subía por las escaleras que llamo su atención, Daniels vestido de manera casual. Como si no fuera abandonar la casa en todo el día. Se aproximaba en su dirección. Morgan echo un vistazo hasta la cama de Aurora detallando que mostraba el culo con esa sudadera que llevaba puesta.
Daniels lo saludo con una sonrisa, miro la puerta destrozada y luego la cama, después se quedó viéndole el culo a Aurora ya que levanto las cejas en señal de haberle gustado lo que notó. Lo que le provoco ira y celos en Demian.
—¿Te gusta su culo? Pregunto en tono serio
—¡Oh! ¿Ahora cuidamos de su culo? Pregunto con sarcasmo.
—Deja de verle el puto culo.
—Como quieras. Se encojé de hombros, encaminándose hasta la habitación de la chica.
—¡¿Qué carajos haces?!
—La despierto para que desayune, ¿qué sino?
Harto de la situación lo tomo de la sudadera que traía puesta halándolo escaleras abajo. Era demasiado celoso como para dejar que Daniels se quedara en su habitación cuando la muy estúpida enseñaba el culo como si viviera sola.
—Esa sudadera que llevaba puesta se me hace conocida. Aquí recordando vagamente. Le dice el rubio divertido. —¿No es tuya?
— ¿Qué carajos dices gilipollas?
—¿Te la follaste? por eso partiste la puerta en dos.
—Eso no es asunto tuyo.
—Te dije que no fueras rustico con la chica.
Demian más que furioso, estaba cabreado. Se detuvo y volteo a verlo.
—¿Te gusta o qué?
—Solo digo. Alzo las manos en son de paz.
—Déjame en paz, cuando ella baje le das de comer. ¡Es todo!
—¡De acuerdo! Esto será interesante.
Ahora no sabía si dejar a Daniels protegiendo a la chica. Era un ligón, capas y la enamoraba con sus estupideces del romanticismo y la boba caía en sus redes. Como se iba a concentrar en el trabajo pensando pendejadas como esas.
[…]
Aurora se levantó en cuando el sol entro fuerte por la ventana de su cuarto, se removió y noto una presencia masculina sentada en el sillón. Se sobre salto tomando una almohada en modo de protección.
—Buenos días, princesa.
—¿Daniels?
—Si. ¿A quién esperabas? ¿A mi amigo? Levanto una ceja.
—¡NO! A ese no lo quiero ver nunca más en mi vida.
—Uh, parece que fue muy malo contigo.
Ella no respondió, solo miro hacia otro lado esquivando la atenta mirada de Daniels. Aun no entendía cómo es que ese rubio le caía más o menos bien.
—Muy bien. Se puso en pie. –Dúchate y baja, vamos a comer, me muero de hambre.
—¿No has comido?
—Claro que no, esperaba por ti. Pero duermes más que un oso invernando.
—No tenías por qué esperarme.
—Bueno, tenía una buena vista de tu culo, así que eso lo compensa.
—¡MALDITO! Le grito la chica al verlo salir riendo.
Cielos, todos los hombres eran unos perros sarnosos. Lo único en que pensaban era en la carne que querían comerse. Al final paso su día en compañía de Daniels no fue tan malo, él era amable, bueno si tontear con ella y prácticamente decirle que quería follarsela era ser amable. ¿De verdad sería el mejor amigo de Demian? No creía que al otro le gustara la actitud de este rubio. Pero a ella le valía un carajo eso, si se mataban era su asunto.
Por su parte, Aurora solo buscaba la manera de escaparse de allí. No se quedaría para ser sometida por un psicópata y su amigo. Si lo miraba así, no estaba a salvo con ninguno de los dos. Esa mañana no tuvo chance de sacar su móvil, el rubio no le quitaba el ojo de encima ¡que pesado!
Una vez anochecido, sentada en la mesa junto con Daniels cenaban mientras este la hacía reír con todas las idioteces que se le escapan por esa boca. Realmente estaba tan concentrada en el rubio que no presto atención quien se encontraba detrás de ellos.
El mismísimo Demian…
Con el ceño fruncido, los brazos cruzados, y la mandíbula apretada. Trago saliva porque en lo poco que lo conocía sabía que estaba furioso. ¡Cielos! realmente le temía a ese hombre. Se levantó de prisa y salió corriendo en otra dirección. Dormiría en otra habitación ya que la suya está hecha un desastre.
—La espantaste hombre.
—¿Estás flirteando con ella cabron? Pregunto en la misma posición.
—¿Celos?
—¿Quieres morirte?
—Entonces no me llames para hacer de niñera, puto.
—Eres un hijo de puta Daniels.
El rubio se levanta recoge los platos depositándolos en la platera. Se rasca la cabeza y suspira.
—¿La violaste anoche?
—Eso no es asunto tuyo.
—Te tiene miedo Demian.
—Es mi puto problema
—No te la vas a ganar así.
—¿Y si no me la quiero ganar?
—Entonces déjala ir, me ha dicho que se quiere ir.
—¿Te sedujo la puta? Pregunto al borde de reventar.
—No controlas los celos que tienes, te gusta esa tía eh.
Demian no le respondió. Solo permanecía mirándolo a la cara de forma implacable.
—Yo no soy tu enemigo, todos están afuera. Nos vemos mañana temprano.
El rubio pasó a su lado. Y él se quedó allí con ganas de pegarle un tiro en la cabeza.
— “Ambos se burlan de ti Demian”
—Cállate de una maldita vez.
— “Serán tu ruina”
—Daniels es mi amigo más fiel.
— “Nadie es fiel, y la zorra esa de arriba menos”
—No.
— “Si, vuelve a follartela para que aprenda”
—Si.
Y con determinación subió las escaleras de dos en dos, mientras se quitaba el saco y lo lanzaba por el camino. La haría suya de nuevo, ella tenía que conocer a quien pertenecía. Llegar agotado del trabajo, y encontrar a tu mujer riéndose con otro no era la mejor de las bienvenidas.
La habitación de Aurora estaba vacía, aun la puerta no la habían reparado, mañana asesinaría al idiota del carpintero que trabaja para él. Continuo a la recamara contigua, la puerta estaba cerrada y allí se debía encontrar. Saco su manojo de llaves hasta que la abrió.
Aurora no se esperaba por nada del mundo que su cuarto fuese invadido por un Demian cabreado. Era más que obvio que estaba furioso. Algo que la puso en alerta, y de inmediato se puso en pie.
—Anoche fui bastante explicito contigo. Que dormirías en mi habitación. Le reclamo.
—Yo no soy nada tuyo para hacer tal cosa, me retienes aquí en contra de mi voluntad.
—Te recuerdo que ahora eres mi maldita mujer.
—Y yo te recuerdo que te dije que ¡NO! Le grito esta última palabra.
Solo basto ese grito para que Demian se acercara a ella para golpearla en la cara. Aurora cayó bruscamente en el suelo de donde su labio choreaba sangre por montones. No se molestó en levantarse, ya que, Demian la tomo de su cabello levantándola violentamente.
—Te gusta provocarme, esto es lo que mereces por ello.
—¡Eres un poco hombre!
—Te acostumbraras a estar conmigo Aurora.
—Jamás. Le dijo decidida.