Pero nada… él no le decía nada. Rompió con fuerza su camisón de algodón dejándola expuesta solo con unas bragas del mismo material. Sin más ataco uno de sus senos, Aurora se quejaba revoloteándose debajo de ese imponente cuerpo, tratando de quitárselo de encima. Al parecer eso le había molestado aún más.
Demian se quitó la corbata atando con ellas las muñecas de Aurora al cabezal de la cama, ahora si no podía hacer nada, solo patearlo pensó esta. El reanudo su labor de seguir mordiendo y chupando los pezones del pecho de la castaña, unos que eran grandes y voluptuosos. Los mordiscos no eran delicados, eran demandantes y dolorosos. Ella se quejaba.
—¡DÉJAME POR FAVOR! ¡NO HAGAS ESTO! Le gritaba, pero él no escuchaba.
Bajo sus manos hasta las bragas y de un jalón las rompió, haciéndole daño por los lados. Aurora se movía bajo su cuerpo para que dejara de tocarla, pero le fue inútil. Sintió los dedos de Demian en su sexo mientras él se devoraba uno de sus senos.
La penetro con uno de sus grandes dedos, y sufrió, porque ese hombre tenía la mano grande. Grito para que parara, pero el continuaba sin escucharla. Invadía su cuerpo una y otra vez con su dedo, estaba irritada y le ardía su zona intima.
—Voy a follarte Aurora. Le dijo con voz ronca. –Estas demasiado buena y estrecha.
—¡NO POR FAVOR, NO!
—¿Para quién carajos te guardas? Ahora eres mía, tu virginidad me pertenece.
—NO. NOOOO… para.
Demian la escuchaba pero la ignoraba, estaba demasiado excitado como para detenerse en ese momento. Su erección explotaría si no la penetraba. Comenzó a desnudarse rápidamente. Aurora se movía mucho, y sin darse cuenta restregaba su sexo sobre su erección poniéndolo más cachondo de lo que estaba. Se bajó los pantalones quedando al descubierto, pretendía probarla como era debido así que se inclinó entre sus piernas pero ella las apretó.
—Maldita sea, deja ya la bronca. Reclama.
—No maldito infeliz, no dejare que me violes. Reprocha.
Dicho eso le dio una patada en la cara tirándolo al suelo. Este se tocó el labio y sintió que tenía un corte que sangraba.
—Hija de puta…
Se levantó con furia subiéndose sobre ella para propinarle una cachetada que dejo aturdida a Aurora por unos segundo, había sido doloroso, su primera cachetada en la vida. Que vaina más horrible pensó. En su lengua pudo saborear algo metálico, imagino que era sangre.
—Bastardo, desgraciado. Le grito para luego escupir su cara.
La habitación estaba oscura, así que muy poco se podía ver. Ya que lo único que iluminaba la recamara era una lámpara de lava que Demian tenía en una mesa de noche. De la nada recibió otro golpe en la otra mejilla, aquel dolió más. ¡Quizás le pego con el puño cerrado!
Ahora si quedo más adormilada por el golpe. No podía abrir los ojos, pero estaba consciente de las manos de Demian sobre su cuerpo. Nuevamente invadió su sexo, pero esa vez con algo más cálido y húmedo ¿la lengua? El abrió más las piernas de ella para acomodarse mejor entre ellas. Aurora despertaba del segundo golpe, los efectos estaban pasando ya. Pero no por ello dejaba de sentir la lengua de Demian sobre su sexo. Retrocedió como pudo pero él la tomo de los tobillos para retenerla donde él quería.
—¡Para ya! No quiero. Dijo la chica casi sin fuerzas.
Demian se separó de su sexo subiéndose sobre ella. Al instante pudo sentir algo duro y grande entre sus piernas. Busco manera de separarse pero él la sujeto de las caderas.
—Te gustara, déjame mostrarte lo que es un hombre.
—¡NO! Grito Aurora furiosa.
Pero para nada, Demian la penetro sin más preparación. Aquello le dolió como las llamas del infierno, el m*****o de Demian era sumamente dotado o es que ella era una escuálida por dentro. El grito que pego no fue normal, casi se quedaba sin garganta. Demian entraba y salía de ella sin miramientos, cubrió su boca con la enorme palma de su mano.
La embestía con fuerza, salía y entraba de ella como si fuera una mujer de la vida. De su garganta salían rugidos brutales, estaba demasiado excitado para escucharla que se detuviera. Y con las manos atadas como podía defenderse. La tenía muy bien sujeta.
Pronto sintió como aceleraba las embestidas, y los sonidos de sus labios era de alivio, las gotas de sudor corrían por su frente. Su cabello estaba empapado de sudor, Aurora pudo sentir como su propio cuerpo estaba húmedo. Por un instante el sudor de Demian junto con su colonia le pareció “llamativo” pero descarto rápido eso de su cabeza al sentir tanto dolor entre sus piernas, esa incomodidad que sentía por dentro era espantosa.
—Demonios Aurora. Dijo jadeante, saco el rostro de su cuello y la miro. Aurora miraba hacia otro lado, avergonzada, humillada y deshonrada. Necesitaba ducharse. —Mírame. Le ordeno él.
—¡Bájate! Respondió ella sin mirarlo.
—¡Que me mires maldita sea! Le hizo girar el rostro. –Ahora serás mi mujer.
—Muerta antes que eso. Vocifero sin temor a ser golpeada de nuevo.
—Puedo conceder tu deseo. Le dijo despotricando una retahíla de maldiciones mientras se bajaba de su cuerpo.
Tomo una toalla enrollándosela en su cuerpo. Luego tomo una cobija tirándola encima del cuerpo desnudo de Aurora.
—No me dejes así, suéltame maldito puto.
—¡NO! Aprenderás buenos modales.
—Maldito hijo de perra… Bastardo, sucio, violador. ¡TE ODIO! Le grito esto último. —Tú aprende buenos modales, desgraciado.
El entro en la sala de baño para tomar una ducha, se froto la cara al escucharla insultarlo ¿estaba molesto? Si lo estaba, no le gustaba que una mujer le dijera todas esas porquerías.
— “Porque no tomas tu arma y le pegas un tiro en la cabeza” decía una voz en su cabeza.
—Porque no.
— “Hazlo, te sentirás mejor”
—Cállate maldito.
— “Soy tu yo interno, así somos Demian”
—No la matare.
— “Idiota, jugara contigo”
Abrió el grifo del agua calibrándola para que saliera helada, el frio enfriaría su cerebro que se había vuelto loco por el alcohol. Jamás había violado a una mujer, todas se entregaban por voluntad o al menos que le debieran algo. Pero nunca había abusado de esa manera de una.
Pero ese era Demian Morgan, un maldito miserable mafioso, asesino y ahora violador de chicas. Sonrió cuando el agua helada cayó sobre su cuerpo. Recordó el frágil cuerpo de Aurora, era tan deliciosa, nunca se había sentido tan lleno con una mujer como le paso con ella. Recordó su sexo, pequeño y rosadito.
—¡Mierda! me he excitado de nuevo. ¡Joder!
Aurora escucho la llave del baño abrirse y aprovecho para intentar soltarse del nudo de la corbata. Era suave podía hacerlo, halaba constantemente haciéndose mucho daño pero al final cedió. Aflojo el nudo zafándose las manos, tomo la cobija enrollándose en ella despacio salió de la habitación, refugiándose en la suya. Le echo el pestillo encerrándose en el baño. Temblaba, tanto que había luchado con ese hombre para nada. Había conseguido lo que quería, y por si fuera poco la había golpeado como un salvaje.
—¡Maldito Demian! Masculla.