En sus ojos no había rabia, pero si confusión ¿Qué pasaba con ese tipo? ¿Qué quería? Aurora parpadea rápido ante el contacto de sus dedos sobre su mejilla.
—¡Te llevare a mi casa!
¡No puede ser! esa casa nuevo se dijo por dentro. De allí jamás podría escaparse. Ni sabía dónde estaba ya que le cubrían el rostro.
—Déjame ir por favor. Él se detiene a medio camino como si le hubieran dado una patada en el culo.
—¡¿Qué?! Pregunta frunciendo el ceño.
—¡Por favor! Suplica Aurora.
—NO. Le grito.
—¿PORQUE? Ella también alzo la voz.
Pero el sale de la habitación dejándola a solas con el cadáver del Gordo y un gran charco de sangre por todo el piso. De pronto un hombre que no había visto entro en la habitación, era rubio, muy atractivo, ojos verdes y labios carnosos y muy musculoso.
—Pequeña, ¿qué problemas has creado aquí?
—¿Tú quién eres?
—Daniels. Ven, vámonos.
—¡No quiero!
—Eso no depende de ti. Respondió serio.
Tomo el brazo de la chica, sacándola de aquel lugar espantoso, pero antes esta le pidió que fueran a por su mochila y este acepto. Un coche los esperaba en la puerta, pero dentro no estaba Demian. Al cabo de unos minutos llegaron a una impresionante casa, no le habían cubierto la cara así que se grabó el camino.
—Sube a la habitación que te asignaron cuando llegaste y quédate allí. Le dijo el rubio una vez dentro de la casa.
—Está bien.
Estaba hambrienta, pero también agotada. Los pies le dolían a horrores y necesitaba darse una ducha y quitarse aquel espantoso vestido. Una vez fresca y cambiada opto por dormir, mañana comería algo. Pero tocaron la puerta y esta se abrió. El rubio dejo una bandeja con mucha comida en la mesa y se marchó. Aurora devoro los alimentos a toda prisa, luego se refugió en la cama. La verdad podría quedarse dormida por horas pero pensó, ¿Qué le depararía el destino? Ese Demian no la dejaría ir tan fácil.
Tomo la almohada para abrazarla. Nadie reclamaría por su ausencia, nadie se preocuparía si ella desapareciese. Se las tenía que apañar ella misma, escapar era su único objetivo. Y con ese pensamiento cerró los ojos cayendo en los brazos de Morfeo.
[…]
—¿Qué quieres hacer con esa chica? Pregunta el rubio.
—No lo sé.
—¿Entonces porque te has metido en un problema con el imbécil de Stuar por ella?
—No lo sé.
—¿Para qué me mandaste a llamar?
—Para que la cuides.
—No soy una maldita niñera, Demian.
—¡Hazlo maldita sea! Te pago una impresionante fortuna.
—Pero por protegerte a ti.
—Si ella está bien, yo también.
—Vamos hombre, solo es una cría.
No sabía que lo había llevado a llegarse al burdel y reclamar a la chica, pero ya lo había hecho. Para mala racha Stuar era quien la había comprado. Pero eso era lo que menos le tenía sin cuidado. Si no, más bien era ella quien lo desconcertaba. Si era una respondona, y el no toleraba a las mujeres así. Ya vería después que iba hacer con esa chica.
—Ya por esta noche no te voy a necesitar, pero a partir de mañana si lo haré. Todo el tiempo Daniels.
—¡Joder Demian! Eres un maldito pesado.
Miro a su amigo con la característica mirada de molestia y de “no me hartes la paciencia porque te arranco la cabeza”. Pero Daniels no se inmutaba, ya que conocía a Demian desde hace mucho tiempo, y sabía bien que no le tocaría un solo pelo. Además él era quien salvaba su culo siempre que estaba fuera por su cuenta.
—¡Ya vete!
—Como quieras. Trata de no matar a esa chica, eh.
Daniels mascullo algunos juramentos antes de salir de su despacho, estaba enfadado por dejarle a cargo a la chica. No le gustaba hacer el papel de niñera con chicas ni con las que el mismo se follaba…
Demian bebía trago tras trago en su despacho, eran más de las dos de la mañana y ya se había pasado de copas. Uno de sus malos vicios, bebía demasiado y fumaba un cigarrillo tras otro. Se sentía agotado y por no hablar de frustrado. Aun no encontraban a la chica real, a la que de verdad tenia que vender Se levantó como pudo y salió en dirección a las escaleras, la casa estaba completamente sola ningún sirviente se quedaba por las noches. Solo los guardias permanecían dentro de la casa, pero en el área de afuera. ¿Cuál era la razón? Cuando bebía se convertía en un demonio. Por eso su padre le puso Demian.
Contaban las leyendas que ese nombre lo uso el diablo para nombrar a su hijo. Por tal razón su padre se lo puso, ya que al nacer su madre no soporto el parto y murió. Y desde niño era un pequeño muy malo y cruel, y eso no había cambiado en nada con el pasar de los años. Su mal genio era intolerable, era violento con quien sea que acabara con su paciencia una que era muy escasa.
Subió las escaleras un tanto mareado, llego al segundo piso y la primera puerta que vio fue donde Aurora dormía. Entro en su habitación estrepitosamente, la chica dormía pero al escuchar los ruidos se levantó totalmente alerta.
—Veo que estas despierta.
—¡Estaba dormida! Responde ella con agallas.
—Me gusta que seas así, indomable.
—Váyase de mi habitación.
—Esta es mi casa.
—Entonces me iré yo.
Aurora con todo el miedo que sentía camino lejos de él, aproximándose hasta la puerta. Desde donde estaba podía oler que apestaba a alcohol y eso no era bueno. Pasó rápido a un costado de él, pero ya se esperaba que la sujetara.
—¿A dónde vas?
—Yo no pertenezco aquí. Quiero irme a mi casa.
—¿Acaso tienes una?
Joder, dio en el clavo. No tenía una maldita casa a donde ir sus ahorros había sido robado por los idiotas que la raptaron junto con sus documentos. Realmente no tenía a donde ir.
—Eso no le importa. Le respondió con desprecio.
Los ojos de Demian se tornaron más oscuros de lo normal, al parecer detestaba que le contestaran de mala gana. Su apretón se hizo más presente en su brazo, la lastimaba. La mandíbula la tenía apretada con fuerza, se podía oír el crujir de sus dientes.
—¡Me lastimas! Dijo la chica.
—Y eso no es todo lo que te haré.
Aurora abrió los ojos muy grandes, el miedo se apodero de su cuerpo que no le permitió moverse. Demian la saco de la habitación montándosela en el hombro como un saco patatas. Entrando en otra habitación que olía a él, joder ¡era su habitación! Ahora sí que estaba en un lió, por bocazas.
—¿Qué haces? Pregunta al ver que la tira en una enorme cama, jamás en su vida había visto una cama tan grande.
Pero el no hablo, mientras ella intento huir del otro lado de la cama Demian la tomo del tobillo halándola hacia sí mismo. Su expresión no decía nada, estaba neutro como si no estuviera en sus cabales
—No, por favor para. Le dijo muerta del miedo.