El viejo, la halo como un trapo cualquiera, el pasillo tenia luces bajas y afuera se podía escuchar el bullicio de los hombres. ¡Santo cielos! como estaba de asustada. Su corazón explotaría en miles de pedazos. Las piernas empezaban a fallar y con esos tacones aguja era difícil el caminar.
—Vamos torpe camina bien. Le dice el gordo.
Al salir, la luz roja la sega por un momento. Una jauría de hombres la esperaban, estaba en una especie de tarima. La luz solo la iluminaba a ella y a nadie más, los hombres exclamaban, abucheaban, aplaudían y blandían fajos de dinero en sus manos ¿tanto valía una virginidad?
—Bueno caballeros hagan sus ofertas, les recuerdo que esta chica jamás ha sido tocada por ningún hombre o mujer. ¿Quién da más?
El gordo hablaba por un micrófono, mientras Aurora en medio de todo aquello sin poder decir o hacer nada para defenderse. Al menos esperaba una lagrima que saliera de sus ojos, pero ni eso obtuvo. Su cuerpo estaba renuente, solo estaba allí… callada. Escuchaba muchas ofertas de cantidades que jamás se le hubieran cruzado por la cabeza. Un tipo maduro, o bueno eso parecía, se detuvo frente a la tarima y menciono una suma que ningún otro había ofrecido. La sala quedo en silencio.
—¡Vendida! La castaña miro al tipo quien la compro, y comprobó que no era viejo, solo maduro de unos cuarenta pero en buena forma, musculoso y lleno de tatuajes.
La chica lo observo entregar un maletín marrón de cuero, y luego Luis se dirigió hasta ella. La tomo delicadamente de la mano llevándola al encuentro de su comprador. El hombre la recibió con una sonrisa y noto que sus dientes eran absolutamente blancos. Era un tipo aseado y bien vestido.
—¡Me encantan las vírgenes! Te comprare todos los días hasta que me aburras hermosa.
¡Cielos! eso era una pesadilla. Creía que se desmayaría o al menos un ataque de nervios le iba a dar. El hombre no perdió el tiempo, la condujo detrás de la tarima cuando Aurora empezó a poner resistencia.
—¡No! Dijo la chica.
—No te pongas dura, porque me pones más cachondo lindura.
—No, suéltame. Empujo al tipo, pero este la toma por la cintura y la aprieta con fuerza.
—Me gustan así, salvajes como las gatas.
—No, no, nooooo…
La carga así mismo como la tiene sujeta mientras Aurora patalea como una loca desquiciada, golpea el musculoso brazo del hombre pero de nada sirve. La fuerza de ese patán era mucho más que la de ella.
—Cállate, pague mucho por ti. Y te sacare hasta el último centavo.
—Que nooooo…. Le dice ella luchando con lo que puede.
Entran en una habitación, tumbándola en la cama de forma violenta. Se saca el saco mientras Aurora intenta huir por el otro lado de la cama. Pero este la rodea topándose con ella con una sonrisa asquerosa.
—De aquí no saldrás hasta mañana por la mañana.
Ella abrió los ojos, y sin tiempo de nada, la vuelve a tirar sobre la cama. Tirándose encima de ella. Ella grita, patalea, lo aruña y trata de quitárselo de encima pero no puede. Hasta que la puerta del cuarto se parte en dos… Alguien le había dado una patada.
—Quita tus sucias manos de ella.
—¡Demian! Dice el hombre sorprendido. – ¡¿Que carajos haces?!
Aurora lo mira de hito a hito, aun llevaba el traje de Armani puesto de esa mañana. Pero sin corbata, más casual y cansado.
—Bájate de esa cama, Stuar.
—Podrá ser tu burdel, pero pague muy caro por esta chica.
—Te devolveré todo tu dinero, ahora déjala.
—¡ESTABA A LA VENTA! ¡YO LA COMPRE! Le grito.
—¡Ya no! Dijo serio y calmado.
Demian estaba perdiendo la paciencia con Stuar, aún tenía enemigos que no había liquidado. Y este era uno de ellos, se había mantenido a raya, pero lo mantenía vigilado. De pronto el Gordo Luis llego a escena, viendo la puerta destrozada y a su jefe en medio de la habitación con las manos en los bolsillos, viendo como su cliente Stuar tenía las manos sobre la chica.
—Eh, Demian… Dijo un poco lento. –Puedo explicar esto.
—¿Vendes una virgen en mi negocio sin consultarme, Luis?
—La ganancia es para ti. Dijo riendo. –¡Toda!
—¿De veras? Porque ahora tendrás que devolverla con intereses a Stuar.
—No quiero el maldito dinero, quiero a la chica.
—La chica no está a la venta. Increpa Demian.
—Oye Stuar, él es el jefe yo…
—Pague por ella, así que me la follare. Insiste.
Se levantó tomándola del brazo. Esta se quejó pero volvió la mirada hacia Demian quien la miraba de arriba hacia abajo. ¿Por qué la defendía? ¿Acaso él quería hacer el trabajo primero?
—Demian, Stuar es un cliente de los mejores porque no…
Pero no lo dejo hablar, Demian en segundos saco un arma de la parte baja de su espalda para darle un tiro justo en la frente al Gordo Luis. El impacto hizo desperdigar sangre por la habitación, dejando un gran hueco en la frente del Gordo. Aurora pego un grito y retrocedió pero Stuar la sujetaba con fuerza.
—¿Matas a tu gente, Demian?
—Los que me molestan sí.
Apunto el arma en dirección a Stuar, quien le hizo frente. Su arma estaba en la mesa de estar a un lado de la cama. No tenía como defenderse.
—¡Déjala ahora!
Stuar soltó el brazo de Aurora quien retrocedió hasta quedar en el rincón de la habitación viendo como los sesos del Gordo estaban esparcidos en la pared. Temblaba, ese Demian era peligroso. Demasiado pensó.
—Esto no se quedara así Demian.
—¡Largo Stuar! Este tomo su chaqueta y volteo a ver a la chica acorralada a su espalda.
—Pronto nos veremos lindura. Veras que te hubiera ido mejor quedarte conmigo. Le lanzo un beso en el aire, saliendo por la puerta desarmado.
Aurora sentía la fría mirada de Demian. Ahora no quería verlo, demonios jamás le había temido a nadie como a él. Era despiadado y cruel, mato al gordo así sin más. Con la cabeza cabizbaja mirando al suelo pudo ver los zapatos de vestir de Demian cerca de sus tacones, joder, joder… se decía.
—Eres una caja de sorpresa Aurora. Me he ganado un gran problema por tu causa.
Respiro con dificultad, mientras su cuerpo se tensaba. ¿Qué va hacerme? Yo no le pedí que se metiera en líos por mí, una voz en su cerebro le decía.
—¡Mírame! Ordeno. Ella obedeció como pudo.