-Te voy a extrañar, noona -murmura mi pequeño hermano, inflando sus regordetes cachetes.
Sonrío cuando me abraza la pierna y se aferra a ella, como si nunca me quisiera soltar. Él es tan pequeño para sentir lo que yo siento en esta casa, por fin voy a salir de esta jaula. Seria libre, pero bajo las condiciones de mis padres, lo único que me importaba era salir corriendo de aquí.
-Yo también te voy a extrañar -susurro tomándolo en brazos, lo miro a los ojos.
-Minji, promete que nunca te dejaras pisotear por nadie... Por favor -le susurré al oído mientras veía a mis padres acercarse, hubo algo raro, ni siquiera yo sabía por qué dije esas palabras, pues cuando salieron las sentí como una despedida sin el después.
Creo que él también lo sintió así, pues me miro con los ojos brillantes con las lágrimas acumuladas mientras asentía.
Tal vez en este momento no las entendía porque era pequeño, pero en un futuro no tan lejano las comprendería tanto como yo las comprendí la primera vez que me sentí rota.
-El vuelo sale en cuarenta minutos, hija.
Veo a mi madre, quien se encuentra con la mirada triste. Reí en mis adentros ante su hipocresía.
-Ya estoy lista, madre -le dije mientras bajaba a MinJi de mis brazos y tomaba mis dos maletas, le guiñe un ojo a mi pequeño hermano a lo que él sonrió.
Mi padre, quien se ha limitado a solo estar parado como una estatua con cara sombría, camina hasta a mi tomándome del antebrazo, apretándolo con fuerza. No es la primera ni última vez que lo hace, eso solo lo ejerce cuando está enojado conmigo o su puta no lo complació.
-Encontré todas las botellas de vino en tu armario, SaeJi. Si me entero que estas tomando alcohol y consumiendo drogas en Londres, olvídate de que soy tu padre. Desde una vez te digo que, si subes un kilo más, tu tarjeta de crédito será suspendida hasta que lo bajes, no me hagas llamarte por tu apodo de pequeña, querido cerdito.
Gruñe contra mi oído, una sonrisa amarga se expande por mi rostro. Me suelto de su agarre, mirándolo a los ojos. Nunca le tuve miedo, nunca le tendré.
Tomo su corbata un poco desaliñada mientras se la acomodo, el veneno sale de mi boca.
-Nunca trates de decirme que hacer, Taeyang... La última vez que me retaste todo salió mal para ti -murmuro con inocencia, soltando su corbata ya acomodada. Lo tomo de sus hombros y me acerco hasta su oído.
-Tengo muchas pruebas de tu conspiración contra el presidente, más tu puta, sí, conozco a Sooyeon, papá. Si vas a tratar de hundirme primero recuerda que tienes cola que te pise. El tomar una que otra copa no es nada ante un golpe de estado -me separo de él, mirando su rostro, uno que se encuentra más que rojo.
Sonrío mostrando mis dientes.
-Adiós, papá. Te amo.
Me alejo, metiéndome en el auto, les digo adiós a mi familia con la mano. Cuando veo que la casa se hace más pequeña, saco una paleta en forma de corazón de mi bolsa Chanel.
Mientras lamo mi paleta recuerdo en las veces que mis padres me insultaban solo por querer una galleta, aunque fuese la niñas más flaca y alta. Sus estúpidas palabras hirientes para una niña de 13 años que solo quería salir de su estúpida dieta que me implementaron desde los 8 años, nunca lograron dañarme o si lo hicieron, nunca le tomé importancia pues era como un robot que no podía sentir.
Estaba tan hundida en la miseria.
No me doy cuenta cuando el chofer se estaciona y me abre la puerta, con delicadeza salgo del auto, alisando mi vestido blanco que se me ve muy bien según las palabras halagadoras de mi pequeño hermano, mis zapatillas rojas impactan contra el pavimento causando un estruendo. Agarro mi bolso y camino para la entrada del aeropuerto, sacando mi móvil para verificar la hora; 15:30.
Bien, llegaré a Londres a las 7 de la mañana, eso me dará tiempo para ir a alguna parte turística de Londres.
El chofer que traía las maletas me señala con la mano, me acerco y las tomo.
-Ahjussi, gracias por traerme hasta acá -le soy sincera con una sonrisa. -Nos veremos luego, por favor dile a mi hermano que lo amo y cuídalo. El me mira con pena, odio que me miren con pena.
-Sí señorita, se lo diré. Que tenga buen viaje y cuídese. La felicidad de MinJi depende de usted. -Me quedo muda, las palabras se quedan en mi boca.
Lo veo irse en el coche n***o. Byung tiene toda la razón, MinJi depende de mí. Soy la única persona que le puede dar felicidad, si algo me pasa. Mi padre lo malcriará y lo romperá como lo hizo conmigo.
Lo único sano que existe en esa casa es el amor que siento por MinJi y viceversa, los dos dependemos el uno al otro. Sin que él lo sepa, yo soy su única salida para que no sea como mi padre. Si logro quitarles la patria potestad a mis progenitores, mi pequeño hermano no sabrá lo que es estar roto por dentro.
Le tengo una persona a su cuidado que me informara de él, de todo lo que pase mientras yo no este, durante estos años que estaré fuera de Corea.
Él es mi prioridad.
Tengo que salvar a MinJi de las garras del lobo, un lobo vestido de cordero como lo es mi padre.
Él es tan puro que no merece algo malo.