Capítulo 4

1545 Words
Si encuentran errores por favor de avisarme, lo agradecería un montón. Este capítulo contiene +18, si quieres leerlo estás advertido y lo estás haciendo bajo tu responsabilidad. Se recomienda discreción. ... Capítulo Cuatro Kwan Saeji: Ambición. Una vez en mi niñez me dijeron aquella palabra que me marcaría, viniendo de uno de las personas más importantes para mí me sentí honrada, y ahora me hace sentir humillada. Recibir esa palabra de Ryu se había incrustado en lo más profundo de mi alma. Ambicioso. Así era mi padre, aquel hombre que me encerró en una jaula, y solo me soltó para que el lobo me atrapase. Uno que me terminaría destruyendo. Mire con esperanza aquel plato con kiwi, mi boca se hizo agua por querer tenerlo en mi boca. No podía negarlo, aunque me hiciera colapsar al punto de rozar la muerte, tenerlo en mi boca y sentir su sabor se sentía como la puta gloria. Tomé un pedazo entre mis dedos, la humedad tocó mis yemas y gemí. Era una tentación mortal. Cuando sentí mis labios secos, los toqué con la punta de la lengua para humedecerlos y sin previo aviso, metí de golpe aquella fruta que me hacía rozar la muerte. Pasaron segundos que sentí como horas, cuando empecé a sentir como el calor se empezaba a apoderar de mi cuerpo supe que había funcionado. Mi corazón tamboreo nervioso. Entonces lo sentí, en mi garganta, como algo se atoraba y empezaba a estorbarme a la hora de querer tomar aire, ante la desesperación de querer respirar, tomé las sabanas entre mis manos y las apreté. Nerviosa intenté gritar, pero mis cuerdas vocales se encontraban tan hinchadas que sentía que podrían explotar, quise respirar y no pude. Acción que me llevo al borde de la desesperación, mis lágrimas picaban en mis ojos. Con la vista nublada intenté levantarme de la cama, sin embargo, solo caí golpeando mi cabeza contra la esquina del buro. Los puntos negros invadieron mi vista, empañándola. —¡Saeji! — fue lo último que escuché antes de caer en la inconsciencia. 🥀 Sentía como la luz del sol resplandeciente golpeaba mi cara, bañándolo con reflejos dorados, amaba la sensación, no obstante, en este momento era molesto junto al sonido de mis latidos zumbando en mis oídos. Gemí con dolor cuando sentí que algo apretaba mi muñeca. Lentamente, como pude abrí mis ojos que se sentían pesados. Mi vista impactó contra un candelabro antiguo, los cristales de este brillaban por la luz del sol. El terror empezó a invadirme. Cerré mis ojos, deseando que fuese un sueño, sin embargo, cuando los volví a abrir mi vista se topó con las mantas escarlatas de la cama de Ignati. Empecé a hiperventilar cuando las puertas de madera oscura se abrieron de par en par mostrándome a un Ignati serio. Sus ojos eran la viva imagen del hielo, tan helados e inexpresivos que me causaron terror, vi como con su semblante sombrío empezó a caminar hasta donde yo me encontraba. Sentí mi rostro húmedo por las lágrimas, cuando estuvo frente a mí, tuve que levantar la cabeza para mirarlo mejor. Un error. El escozor que dejó su palma en mi mejilla ardía, mi cara de un golpe que me dejó viendo puntos negros y la vista borrosa. Lloré sin importarme su presencia. Que se vaya al infierno. —Eres una estúpida —gritó tomando mi cabello y jalándolo. Volteó mi cabeza con la fuerza en mi cabello, mis raíces dolían y juraba que de ellas podrían estar saliendo gotas de sangre. »¿Crees que no me daría cuenta de tu plan, mocosa? Tengo ojos en todas partes, Saeji. Sus ojos furiosos me miraron, lanzándome cuchillos de furia. Jadeé de dolor mientras su boca impactada contra la mía, intenté levantar mis manos para detenerlo, pero solo una impactó contra su pecho, pues la otra se encontraba presa por unas esposas. Sus labios bruscamente besaban los míos, pidiendo ser correspondidos, lástima que nunca lo serían por voluntad propia. Rendido, se separó de mí dejando caer su frente contra la mía. Mire hacia otro lado, haciendo que su rostro cayera en el espacio de mi cuello, sentía su respiración en la curva de mi cuello y no pude evitar que mis vellos se erizaran. —Por favor, mi amor, no vuelvas a hacer eso —rogó contra mi cuello. — No sabría qué hacer si te perdiera. —¡Haría eso y mucho más para alejarme de ti! Llore con impotencia, una que se había acumulado con el paso de los minutos. De golpe, sentí como se alejó de mí. A escasos metros de la cama, estaba él parado, mirándome incrédulo y con los ojos casi saliéndose de su órbita. —¿Cómo puede decir eso? —gritó enfurecido. —¿Acaso estás loca? —Sí querer escapar de tus garras me convierte en loca, entonces seré la persona menos cuerda de esta casa. Enfurecida le aventé con lo primero que encontré, una almohada. En su rostro se reflejaba que no podía creer lo que veía, que no estaba preparado para mis acciones. Cuando no obtuve respuesta alguna. Sus ojos color como el jade me miraron impactados cuando tome la jarra de vidrio que se encontraba en una mesita a un lado de su cama. Y sé lo arrojé sin miedo, sin sentir nada más que enojo en mi sistema. —¡Maldito estúpido, arruinaste mi vida! —no supe de dónde había salido mi valentía a la hora de soltar aquellas palabras que tuvieron un cambio en el antes y el después. Porque había desatado a una bestia. Que en cada que podía, decidía consumirme como si fuese una droga al que fuese adicto. Me dañaba. Me enjaulaba. Me quebraba. Me destruía lentamente. Era tan adicto que, en vez de destruirse a él mismo, me destruía a mí. 🥀 En algún lugar de Japón: Respiró profundamente mientras su mano bajaba y subía por su prominente y erecto falo. Soltó un suspiro cuando gotas de líquido blanco cayeron sobre sus dedos, con suavidad empezó a acariciar su pene mientras masajeaba sus hinchados testículos. Un jadeo de placer abandonó los labios del hombre, su cuerpo ardía en llamas de placer mientras en su mente venía la imagen de Saeji jugando con los labios de su vulva. El semen blanquecino impactó contra el abdomen del hombre, con fiereza empezó a subir y bajar su mano mientras sentía como todo su cuerpo se ponía tenso, un grito lleno de placer se escuchó por todo el cuarto donde anteriormente solo se escuchaban unos gruñidos de placer. Subiendo y bajando mientras sus caderas se meneaban delante y atrás, su respiración empezó a ser errática cuando sintió que estaba en su punto más alto, cuando sintió llegar a la cúspide escupió sobre su mano y acarició su m*****o duro e hinchado, el sonido que aquel acto provocaba hizo que sus bolas se llenaran y su falo se sintiera a punto de explotar. De su mente no salía el recuerdo de tener a Saeji abierta de piernas mientras sus dedos traviesos jugaban con aquel botón rosado que tanto quería acariciar con la lengua, un gruñido de satisfacción al imaginarse a aquella chica sobre él montándolo y cabalgando su m*****o mientras jadeos de placer salían de ella, nada más de imaginarlos en ese escenario explotó en éxtasis. Ryu gruñó enojado cuando un largo chorro de semen impactó contra su abdomen. Con el corazón bombeando a mil soltó un suspiro mientras se dejaba caer sobre aquel asiento de cuero donde muchas veces se imaginó con Saeji teniendo sexo. Lamió sus labios hinchados cuando se dejó caer sobre el respaldo. —Kuso —susurró, su piel se sentía caliente mientras los espasmos empezaban a desaparecer. Miró su pene semi erecto y gruño. Necesitaba a Saeji con él. La última vez que la vio había estado junto a su padre posando para las cámaras, mientras él la miraba desde lejos en su coche, esa noche se suponía que le pediría que se fuese con él a Japón y que dejase atrás aquella venganza contra su padre. Pero no pudo hacerlo, pues el padre de ella, Taeyang, le había amenazado con revelar ciertos puntos donde los Yakuza se escondían en Corea. No tuvo más remedio que aceptar y olvidar aquello. En estos momentos se maldecía por hacerle caso a aquel hombre que solo atormentaba a su querida mariposa y la mantenía enjaulada. Con su mano limpia tiro de su cabello hacia atrás y tomó la toalla que se encontraba húmeda, empezó a limpiar su abdomen para después limpiar su pene, soltó un suspiro cuando la tela rozó aquel punto sensible de él. Cuando terminó acomodó su m*****o dentro de su bóxer y subió su pantalón de vestir para posteriormente abrochar su camiseta blanca y meterla dentro de sus pantalones. Antes de que pudiese acomodar su cinturón escuchó timbrar el teléfono que se encontraba sobre su escritorio. Lo tomó y contestó. —Señor, hemos perdido a la señorita Saeji del radar —. Como si lo hubiesen acuchillado millones de veces, Ryu sintió un dolor extenderse por todo su pecho, apretó la mandíbula enfurecido. Su mariposa había desaparecido, quemaría el mundo para encontrarla. ... Glosario: [Yakuza]. Mafia japonesa. 1. "Joder".
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