El sol brilla de nuevo con gran intensidad en las hermosas playas de Hawái. Mientras abordamos el auto y hacemos el recorrido con rumbo al aeropuerto no dejo de pensar en lo que ha ocurrido en los últimos 3 días. Literalmente la vida que tenia se hizo trizas frente a mi sin siquiera hacer algo. Trato de reconfortarme en las palabras de mi tío y mi abuelo. Pienso en el deber adquirido por el hecho de haber sido salvada, mi vida no es solo mía, el solo hecho de que yo siga aquí es por cada uno de los Ignaelista que dieron su vida porque yo viviera. Las palabras del fénix siguen retumbando en mi cabeza: “… antes no podías escucharme porque estabas ciega y no conocías a tu verdadero yo”. Solo me queda aceptarlo y enfrentar mi inevitable destino. Desciendo del auto con gafas de sol. No quie

