Capitulo 1
Y así empieza nuestra historia, de la princesa llena de gloria,
Del hombre misterioso, escondido entre soplos.
Quédate para presenciar,
un amor de verdad.
—!Vete!, te has burlado de esta familia, no eres nuestra hija; no regreses o yo misma me encargare de borrarte para siempre —
Y si, esas palabras son de mi querida madre, una perra en resumen; se preguntaran como una persona tan hermosa, inteligente y importante termino echada de su casa, es una buena historia para contar...Pero, son cosas del pasado; y como dicen, el pasado pisado.
—O solo debes aceptar que estas totalmente destruida y asustada —
Esa voz en mi cabeza que nunca se calla, me hacen parar mi camino por el barrio mas peligroso de Chicago, veo todo mi alrededor; horribles casas, horribles gentes y un olor a decidía.
Suspiro y miro con asco todo el lugar, el arrugado papel que sostengo con esta horrible mochila y esa horrible ropa encontrada en la caridad es lo único que tengo.
Esto es increíble, soy la chica mas rica de todo Chicago y ahora en las calles mas pobres.
—Eras, querida; afrenta tu realidad —
Volteo los ojos, y sigo mi rumbo; hasta llegar en las pequeñas casas que están muy adentro de este barrio, miro todo con asco y abro la pequeña puerta con mi dedo meñique. Parece ser que todos sabían que alguien nuevo vendría y todos salen para mirarme, no es algo tan extraño; así que camino con mi frente en alto hasta que un hombre sudoroso se interpone en mi camino.
—Señorita Wilson, un placer tenerla aquí... — Intenta seguir hablando pero alzo mi dedo índice y lo miro de arriba a abajo.
—Solo necesito las llaves de mi habitación — Digo y el se queda con su boca abierta y sueno la punta de mi zapato -AHORA- agrego demandando y el entra en una pequeña habitación. Me entrega la llave temeroso y ruedo los ojos y subo las escaleras. Todos empiezan a murmurar y sonrió de medio lado.
Llego a la peor puerta de todos; que desprende un olor horrible que me hace arrugar mi cara, inserto la llave pero esta no se abre; trato mas fuerte pero esta sigue de la misma forma, estoy apunto de darle una patada pero una chillante voz me detiene.
—Debes echarla a tu cuerpo y luego hacia adentro —Dice un contenedor de bacterias de cabello rojo mirándome como si fuera un extraterrestre, cierro los ojos y hago lo que me dice: esta se abre para sentir el olor nauseabundo.
—Soy Sofia Harris tu... — El contenedor de bacterias empieza a hablar pero la detengo de la misma forma que el oloroso guardia.
—No me interesa saber tu nombre, solo anda con tus amigos aunque por tu aspecto no debes tener; por suerte tendrás solo una mas adelante, y posiblemente no salgas de aquí, así que hazle el favor a las personas tan superior a ti a tener su vida en paz — Empiezo a hablar sin parar y veo como ese recipiente de bacterias hace un puchero y esta apunto de llorar.
Entro a la habitación y cierro con llaves para pegar mi frente a la puerta, puedo escuchar a la chillante niña yéndose y volteo hacia el lugar. Y es como estar en una película de terror; polvo, mugre y ese ambiente a negatividad que nunca se ira, volteo los ojos y tiendo mi mochila para ir hacia la cocina y no encontrar algo de comida, mi estomago suena.
—Esa monja te dijo que allí daban comida semanalmente, solo debes ir —
Esa voz que me hace pensar si de verdad tengo que ir, reviso el único dinero que tengo encima y solo me bastan para sobrevivir un mes sin contar la comida.
Busco entre la ropa algo que me sirva para ocultar mi identidad y un suéter enorme me hace tener mi sonrisa de que ahora si todo esta saliendo como quiero.
Abro la puerta para encontrarme una mujer con ropa desgastada y ojos cansados mirándome como si quisiera matarme.
—No tienes derecho a hablarle así a mi hija — Dice y levanto una ceja sin entender, pero el contenedor de bacterias llorando con sus mocos afuera me hacen hacer una mueca de asco cosa que hace ese gesto de todas las personas que me conocen "No puede ser, no es capaz", pongo mis manos en mis caderas y la miro seriamente y ambas retroceden.
—Yo hablo como quiera porque nadie me puede decir que decir o no decir; tu mocosa se atravesó en mi camino así como tu lo estas haciendo, ¿Quieres que me moleste? — Pregunto y ambas ponen cara de asustadas y yo me pongo la capucha y salgo de ese encuentro desgastado así como ellas.
Al pasar alrededor de todas las personas que viven en este horrible lugar, todos susurran mi glamuroso porte y que seguramente estaba embarazada, están totalmente locos.
Llego al lugar y hay una fila enorme esperando esa comida, me paro en medio de todos y todos se percatan de mi; hago sonar la punta de mi zapato y aquella monja me dice que pase y nadie se disgusta.
—Hija, sabias que vendrías; siempre puedes tener un lugar aquí — Habla amorosamente y me hace recordar personas de mi pasado.
—Solo vendré unas semanas, luego conseguiré trabajo y me iré de este horrible lugar y no veré a todas estas personas sin futuro — Digo con fuerza y ella me mira con media sonrisa haciendo que enloquezca. Miro hacia otro lugar y ella me abraza. Quedo totalmente en shock.
—Es lo que has necesitado en estos días; porque eres tan insuficiente contigo misma, que no puedes estar sola con este horrible ser, lo que somos —
Sus palabras tienen impacto y me alejo de la monja, toso fingidamente y me entrega una enorme caja de comida; me voy sin decir absolutamente nada, pero todo el retorno la voz no puede apagarse, las lagrimas tratan de salir pero me recuerdo que con llorar no significa nada; llorar no te pondrá lo que necesites, no te dirá que hacer, no te resolverá tus problemas.
Llego hacia el horrible vecindario y todos se percatan que acepte caridad de la iglesia, algunos se ríen pero alzo la mirada y a las insolentes que se ríen las miro tan fijamente que paran de hacerlo. Subo las escaleras y tengo que dejar la caja para abrir la puerta.
—Tu estas en este lugar, ¿Entonces significa que eres basura? — La mocosa contrataca y ahora sonrió y me bajo a su altura.
—Creo que aprendiste que debes atacar con todas tus fuerzas para sobrevivir en este mundo, si me molestas de nuevo se me olvidara que eres una niña — Digo esto ultimo totalmente seria y ella tropieza en sus propias zapatos.
Suspiro y niego la cabeza a la vez que entro a la habitación.
Dejo la caja en la mesa de plástico que es la única que hay, y empiezo a guardar las cosas; solo puedo comer un pedazo de pan y tirarme en la cama para sentir los resortes en mi espalda.
Todo esta totalmente oscuro y no pasa mucho tiempo para quedarme dormida.
Aparezco en la secundaria puedo reconocer el uniforme de todos; todos se ríen y destacan sus lujosos celulares y su ropa.
Empiezo a caminar y me veo a mi yo misma pero con quince años agarrando del cuello a Alexander trato de voltear y no mirar la escena pero no puedo moverme.
—¿Cómo piensas que me gustas?, acaso te has visto; solo siento asco y repulsión cuando te veo, nadie te amara por lo horrible que soy, como puedes hablarme acaso sabes quien soy yo; soy Helena Wilson, la que gobierna todo este lugar y que será tan importante que ni siquiera te recordare y ahora empezara tu pesadilla y tendrás tu merecido por mirarme, hablarme y pensar siquiera que me importas — Mi pequeña yo, dice esas palabras con tanto odio que por un momento le puedo creer pero ambas sabemos la verdad.
A partir de ese día, todos golpeaban a Alexander hasta que no resistió y se fue del instituto.
Ahora estoy en mi casa, días atrás antes que me echaran.
—Siempre queremos lo mejor para ti princesa, nunca te dejaríamos — Mi madre dice esas palabras mientras acaricia mi mejilla. Luego esa misma noche supe la razón porque por primera vez mostraban amor hacia mi.
Despierto sobresaltada, una lluvia esta afuera haciendo que las ventanas se abran y un frio se apodere de todo mi cuerpo; voy rápidamente para cerrarlas y un fuerte relámpago hace que brinque en mi lugar. Volteo y puedo ver el horrible lugar que estoy, a diferencia de mi cama que era del tamaño de este casa y como las tormentas nunca me despertaron.
—Tu misma te lo buscaste, ni siquiera tus amigas te ayudaron; oh verdad no las tienes —
Las voces te desestabilizan todo tu interior y te dejan sin nada; en este momento nadie puede verme, y lo recuerdo; a Alexander, porque si, mentí como en toda mi vida; lo he recordado por todos estos años, estos diez años solo recuerdo cuando tome su mano para esconderlo de esos chicos que lo golpeaban hasta que se cansaban.
Y ahora se preguntaran como es que pase de ayudarlo a ser yo la responsable que huyera del instituto.
Todo se trataba de popularidad, su apariencia era de un nerd y que pasaba todo el tiempo metido en el salón de informática, no lo ayudaban. Era la mas popular, el era el loser; tenia que seguir en la cima de todos, incluso de la que me coloco allí.
Aprendí a mentir, ni siquiera se cuando ocurrió; pero ocultaba mis sentimientos y oculte todos estos años que me enamore perdidamente de Alexander Anderson y por eso nunca pude estar con otra persona.
Ahora no soy tan ruda y suficiente conmigo misma.
—Si alguna vez te llegaras a encontrar con ese cuatro ojos; te odiaría como cada persona de este mundo —
No quería creerlo, pero si; seguramente me odiaría pero no sabe mis razones.
Nadie lo sabe, la vida es una guerra; y una guerra es despiadada y solo la vencen los fuertes y los poderosos.
Puedo recordar el primer momento que lo vi; cuando estuvimos a centímetros del otro por primera vez en mi vida.
Podría pero eso esta en el pasado, no debo revolver eso; necesito seguir adelante como siempre lo he hecho.
—Dilo hasta que lo creas —
No me doy cuenta cuando dejo de llover como tampoco cuando amaneció cuando escucho la voz chillante gritando eufórica "Adiós mama", voy hacia la pequeña ventana y puedo verla con una pijama de ositos y un y por un momento me da cierta ternura.
La pequeña se da cuenta que la estoy mirando y me saca la lengua y abro mi boca sin creer lo que esta haciendo y paso mi dedo por mi cuello de señal de que esta muerta y entra a su casa rápidamente, sonrió de medio lado y volteo a ver lo horrible que es esta habitación.
Puede que tengan dos años sin limpiar así que luego de ponerme mas hermosa de lo que soy salgo para hablar con el encargado regordete. Todos se encuentran fuera y cuando me ven se hacen aun lado para verme mejor, miro a todos los que se encuentran y bajan la mirada porque si, se creen muy poderosos excepto cuando tu los miras. Eso lo aprendí a mis nueve años.
Lo puedo ver en la pequeña casa limpiando muy pesadamente, me coloco a metros de distancia y sueno mi zapato, se voltea y se coloca mas derecho y empieza a sudar aun mas si eso es posible.
—Necesito que alguien limpie mi habitación, en este momento — Digo y mira hacia los lados sin comprender y le miro totalmente furiosa - No me escuchas, ahora- Agrego y esta por hablar pero esa clase de chica que se cree fuerte pero en realidad tiene la autoestima mas baja de todo el mundo.
—Aquí nadie debe obedecerte, si quieres que limpien tu habitación — Una mujer rubia con su ropa bastante sucia se atreve a mirarme, la miro de arriba a abajo con mi cara totalmente arrugada. - Limpia tu - Agrega mientras me pasa productos de limpieza y sus manos tocan las mías y hago un gesto de repulsión.
—No sabíamos que teníamos una abogada, cariño. Si quiero que limpien mi habitación lo tendré; porque todo lo que quiero lo tengo — Digo y ella me mira sin creer mi actitud - Puedes anotar mi táctica y decir que es tuya; me sobran - Agrego y voy hacia dos chicos bastante pasables, me miran de arriba a abajo y miran mis piernas intensamente.
—Hola, un gusto soy Helena — Digo tocando mi cabello y enredándolo en un dedo; ellos me miran boquiabierto y hago como si me pesara lo que sostengo e inmediatamente lo agarran y volteo a ver a esa patética que esta aguantando sus lagrimas.
Me voy con la cabeza en alto y con los chicos que limpiaran toda mi habitación, porque así lo quiero y así se hará. Puedo ver a esa mujer mirándome desde abajo y puedo notar desde kilómetros que muere por el pelinegro así que toco su pecho mientras hago que sonría y ella sale corriendo echa lagrimas.
Llegamos a la habitación, empiezan a limpiar y yo me coloco en medio del pasillo mientras hago un gesto de desagrado cuando empiezan a pelear por quien se quedara conmigo. Niego la cabeza sin creerlo y ellos dirigen la mirada hacia mi mientras hago mi mejor sonrisa.
—Quedo mas limpio que mi amigo aquí presente — El rubio comenta haciéndose el gracioso y tengo que disimular que me muero de risa mientras el olor de ellos queda cerca de mi.
—Ahora.... ¿Podemos salir alguna vez? —El pelinegro se atreve de preguntar y yo bufo incrédula, ambos se miran sin saber lo que esta pasando mientras arrugo mi nariz y coloco mis manos en mi cadera.
—No, porque nunca saldría con ninguno de aquí; mejor dicho, con ninguno que viva en estas pocilgas, porque eso significaría ser una fracasada, como son todos aquí — Digo y ambos abren sus bocas sin creerlo, empiezo a perder mi paciencia y los miro de arriba a abajo -Largo, solo verlos se me podría pegar la sarna- Digo mirando sus zapatos gastados, ellos se molestan y el rubio golpea su hombro con el mío, niego la cabeza por su reacción; porque si, todos reaccionan así.
Miro hacia abajo, y puedo ver como ellos empiezan a contarle a todos los que viven aquí. Y me miran con odio, volteo los ojos y intento entrar hacia la habitación pero unos sonidos en la puerta de la mocosa me hacen detener.
Dos hombres de traje bastante costosos tocando me hacen alertar; intento pasar desapercibida haciendo que limpio y la pequeña niña sale, me acerco mas para escuchar y veo que necesito actuar muy rápido.
—Solo necesitamos que nos dejes pasar, tu mama nos conoce; vamos y te daremos muchos dulces — El hombre mas alto dice y intentan entrar pero me coloco en medio, ambos se miran sin entender.
—Yo soy su niñera, y su madre no me dijo nada que vendrían unos hombres armados para entrar; si no quieren que grite tan fuerte y todos vengan y con ellos la policía que ¡Oh vaya!, esta a unas cuadras, lárguense y no vuelvan — Digo bastante seria y ambos se miran sin creerlo, como usualmente todos hacen; los veo dudar y abro mi boca para gritar y ellos empiezan a retroceder.
—Debes quedarte en la habitación, volverá — Digo y ella asiente, veo como coge su osito y nos adentramos hacia la habitación, se pone de cuchillas en el colchón mientras me mira sin entender y se exactamente que quiere preguntar.
—Solo ayude porque no quiero estar dos horas en una cabina de policía mientras me preguntan si no vi a dos hombres llevándose a una niña, porque eso es lo que querían hacer; no debes abrir la puerta, acaso tu madre nunca te lo dijo; el mundo es un asco y las personas aun mas — Digo y veo como coloca un puchera y suelto un suspiro de frustración.
—Me salvaste, seremos amigas por siempre — Dice y la mocosa enreda sus manos en mi cadera fuertemente y la alejo sin tocarla mucho. Me siento en una vieja silla y veo la hora.
— ¿A que hora viene tu madre? — Digo y ella alza sus hombros, pero en ese momento empiezan a gritar un nombre y la mocosa sale; la sigo esperando que no se la lleven y su madre la abraza fuertemente. Veo como lloran ambas y ella dirige su mirada a mi.
—Muchas gracias... De verdad — Dice y solo asiento mi cabeza pero se acerca para abrazarme y me quedo estática con gesto incomodo.
—Sofí, entra a la casa; debes tener hambre, traje pizza — Dice y solo la mención de ella hace que saboree mis labios inconscientemente, ella sonríe y hace un gesto para que pase también con ellas. Camino con la cabeza alta y al entrar veo como todo esta decorada con pequeñas estrellas que puedo adivinar que la hizo la mocosa.
—Soy Taylor, no sabes lo que significa lo que hiciste — Habla extendiéndome dos pedazos de pizza. Solo empiezo a comer y veo a la niña toda llena de pasta de tomate y se me sale una risa; ambas miran sin creerlo y carraspeo.
—¿Quiénes eran? — Pregunto y ambas guardan silencio y Taylor limpia su boca con la servilleta.
—Son empleados del papa de Sofia, Michael Golden — La sola mención de ese nombre me hace alzar la mirada sin creerlo.
—¿Cómo es posible? — Digo sin entender y veo ahora el parecido de la niña con el multimillonario y socio de papa.
—No eres la única que se esconde, te conozco; eras el centro de atención en las fiestas — Dice y dirijo mi mirada hacia la pizza, veo como Taylor coge su teléfono y lo revisa con emoción.
—¿Necesitas trabajo? — Pregunta y hago una mueca.
—No seas idiota, claro que lo necesitas; es eso, o depender de la monja —
Solo asiento y ella extiende su teléfono hacia mi.
"El mas rico de todo el mundo, el creador de las empresas Anderson busca empleados para su nueva sede en Chicago; todos pueden enviar su currículo y todos tendrán un trabajo digno; nos dice el rey del mundo, el señor Anderson"
Esa información, seguido de la foto del que parece el señor Anderson.
Bastante guapo, mandíbula marcada; ojos cálidos y sonrisa brillante que puedo asegurar que muchas caen rendidas ante su presencia.
Puedo ver mas abajo su nombre, me hace recordar al chico de anteojos y que tartamudeaba pero es imposible, seria un milagro que cambiara tanto.
Alexander Anderson.