Capítulo Dos - Gala desafortunada Parte 1

1921 Words
Capítulo Dos - Gala desafortunada Parte 1. Agosto 23 del 2019 Sicilia Italia. Caeli Mancini. El vestido que llevo puesto es incomodo, no es que sea demasiado corto, porque no es así, pero en efecto es muy ajustado, según el hombre que me acompaña, el que el vestido sea ajustado resalta mi figura. Los tacones que uso son color n***o y tienen algunos detalles de piedras preciosas que podría decir que son verdaderas, pero no lo sé a ciencia cierta y tampoco es que interese demasiado... Estoy obligada a asistir a esa fiesta, en cual estoy segura no voy a encajar para nada, todos me verán como otra de las mujeres que tiene la "suerte" de pasar por la cama de... Bueno como sea que se llame, no obstante solo soy la hija de la mujer que le robo y ni siquiera yo puedo explicar porque me trata como alguien que obviamente no soy. Pensaría que siente pena porque nunca he tenido la oportunidad de tener estas cosas, pero no es así. Un Jefe de la mafia no puede, no, no tiene sentimientos y no se importa por nada que no sea ser el más temido y poderoso entre todos.  Aun así aquí estamos, él a un lado mío hablando por teléfono con quien sabe quien, igual de elegante de siempre, mientras yo no podría sentirme más fuera de lugar, porque seamos sinceros, no tengo nada que ver con sus fiestas o reuniones, mucho menos quiero involucrarme como mi madre lo hizo con esta gente, yo a diferencia de ella quiero hacer las cosas bien, pero si sigo conviviendo con un hombre que es líder de uno de los más reconocidos grupos de mafia en Italia, eso va a hacer imposible, ¿por qué? Sencillo, en este mundo todo lo bueno e inocente, se destruye por decisión propia o para sobrevivir, convirtiendo lo bueno y con luz, en el ser más oscuro que puede existir. Me remuevo incomoda cuando el automóvil, se aparca en el garaje subterráneo de una enorme mansión  a la que llegamos. El hombre a mi lado simplemente mantiene su mirada en la pantalla de su celular, aun así siento perfectamente cuando me observa por momentos. Cuando el chófer apaga el motor del auto, abre su puerta y procede a abrir la que esta de mí lado, me quedo inmóvil. Mí acompañante, si se le puede decir de esa manera, baja del auto por sí solo. Mientras que yo no pretendo salir de allí, de donde me siento parcialmente segura, donde sé que nadie va mirarme y juzgarme sin conocerme... Me abrazo a mí misma, haciendo que el chófer suspire pesadamente... -Sal -ordena la voz de mi acompañante de manera neutra. Miro hacia el lado derecho del auto pero esta ahí, regreso la mirada a donde debería estar el hombre que conducía, pero en su lugar esta él -¿De verdad? -él me observa confundido-, ¿en serio es necesario que entre ahí conmigo?  -Sí -afirma adentrándose un poco al interior del vehículo, para tomarme con fuerza del brazo derecho y sacarme del interior del auto-. Escucha Caeli. Entraremos a la reunión, no hablarás sino te lo pido. No te alejarás de mí. Mientras camines no quitarás tu brazo de alrededor del mío y no puedes bailar con alguien que no sea yo. ¿Comprendes? -asiento-. Bien. Camina -vuelve a ordenar. Extendiéndome su brazo izquierdo. Paso mi brazo derecho alrededor del suyo -izquierdo-. Posteriormente comenzamos a caminar hacia un elevador, que supongo conecta el subterráneo con la planta principal de la mansión o directamente con el lugar al que nos dirigimos. Trato de alejarme de él, el brazo por el que había pasado el mío, rompe en contacto, para que él pueda pasar su brazo alrededor de mi cintura con fuerza, acercándome demasiado a él, asegurándose así que no salga corriendo o que como mínimo me aleje de él.  -Te dije que te mantuvieras quieta -sentencia, apretando el lado izquierdo de mi cadera, provocando que muerda mi mejilla interna para no chistar o algo por el estilo.  -Le dije que no quería venir -entonces pasa lo que veía venir. Se separa de mi y me acorrala contra el material del elevador y estrella su mano derecha a mi lado izquierdo a nivel de mí cabeza. Por inercia giro la cabeza al otro lado.  -Caeli, puedes llegar a ser insoportable... -hago una línea con mis labios-. Si estás intentando colmarme la paciencia lo estás logrando, pero aun así no te dejaré ir y mucho menos te mataré.  -¿Quién dijo que fuera tan importante como para que me tomará la molestia de siquiera intentar hacerlo enfadar? -me encojo de hombros-, lo que hago, es lo que soy. Esta soy yo, no soy una dama de la sociedad, menos de la suya -le recuerdo regresando mi vista a la suya-. Va tener que conformarse con mi personalidad si tanto se empeña en mantenerme a su lado.  -Que insolente puedes llegar a ser con tan corta edad. ¿Es que acaso aun no sabes a quién estas dirigiéndote? -cuestiona volviendo a ofrecer su brazo. Reprimo las ganas de decirle que no porque claramente no sé quien es. El elevador se abre dejando ver un largo pasillo hacia el lado izquierdo-. Caminaremos hasta la puerta y aunque no lo seas sé que actuarás como la mujer más fina, más recta y más hermosa de esta gala.  -Estoy segura que muchos de los invitados se darán cuenta que no pertenezco a esto - tomo la tela de la parte inferior del vestido.  -Al contrario, estás tan bella, tan perfecta que todos creerán que lo eres -demanda, mientras caminamos hacia el lugar donde se esta llevando a cabo la gala.  Desde antes de ingresar en el salón, se pueden escuchar las risas y conversaciones entre quienes supongo son los invitados. -Repito, Caeli. No hables con nadie. Si te preguntan algo no respondas. Mantente a mí lado en todo momento -asiento porque de cualquier manera si quisiera escapar lo cual no ha pasado por mi mente, tal  vez acabe en manos de otro jefe de la mafia. Prefiero obedecer lo que dice él y quedarme con quien ya conozco un poco a pisar terreno desconocido.  Al entrar en el salón, todas las vistas se posan inmediatamente en nosotros. Sobre todo en mí. Quiero creer que es porque realmente me veo bonita y no porque detestan el hecho de que vaya del brazo de el hombre a mí lado. Pero no me mentiré yo misma, porque sí, odian la idea de que sea la acompañante de como sea que se llame él...  Un hombre de estatura media, de cabellos castaños, ojos color verde tan oscuros que parecen petroleo, como todos los demás presentes va vestido con un traje pulcro y elegante de color azul prusia. Junto a él se encuentra una mujer que creo no pasa de veinticinco años, quien viste un elegante vestido color lila fuerte, color que hace contraste con su cabello n***o, ella me da una sonrisa de boca cerrada más por cortesía que porque quiero hacerlo.  -Lombardi. Es bueno tenerlo aquí esta noche -saluda él y aunque no conociera el apellido de el hombre junto a mí-. ¿Quién es la hermosa mujer? -pregunta mirándome de de pies a cabeza, como si quisiera ver a través de la ropa que cubre mi cuerpo.  -¿Desde cuando te interesa lo me pertenece Yakov? -responde poniéndose a la defensiva-, te gustaría que yo me fijará en Lionettea -indaga en su dirección.  -No hay porque atacarnos Adrik, disfruta de la velada. Nos retiramos -informa, él y la mujer que lo acompaña pasando por mí lado, volteo a verlos y Yakov gira su cabeza un poco, suficiente para verme. Eso me deja helada. Sabía que algo así pasaría... Seguimos avanzando por el salón y definitivamente todas la personas sean en parejas o solas nos miran como si fuera la cosa más extraordinaria que han visto. Lo de cierta manera me parece estúpido porque voluntaria o involuntariamente cada uno de los presentes en esta gala pertenecen a la mafia y estoy segura que lo han visto todo. Levanto mi mano libre y trato de tapar un poco mi rostro con mi cabello, lo que no funciona ya que prácticamente todo mi cabello esta recogido en una dona alta, las estilistas solo dejaron algunos mechones sueltos pero no hacen gran cosa.  Adrik Lombardi, ahora sé quien es la persona que me ha mantenido encerrada en su mansión por dos meses. Este es su nombre y apellido. Él avanza hasta un hombre de bastante edad, quien viste solamente un chaleco gris opaco con una corbata del mismo color de sus pantalones. -Señor De Santis -saluda Adrik, con un asentimiento de cabeza.  -Adrik, el boss más joven de la mafia italiana -ladea la cabeza y me observa, frunciendo el ceño-. ¿Qué había Simone dicho de traer a tus putas a su casa? -cuestiona con veneno en su voz.  -Ella no es...  -¿Entonces qué es, Adrik? Todos sabemos que no piensas en elegir una esposa. No te gusta la idea de tener a alguien que pueda manejar y darte ordenes, sobre todo ahora que potencialmente eres el más poderoso de todos aquí -expresa abriendo los brazos. Adrik me suelta, lo que le sirve al anciano para acercarse a mí-. Si una esposa puedo recomendarte algunas, ¿por qué esta? No tiene nada de especial.  Como dije, no soy nada aquí. Este señor... Esta criticándome porque sabe que no pertenezco a ningún grupo de la mafia italiana, ni ninguna otra mafia en el mundo o con las que ellos tienen negocios. Estoy segura que si supiera que soy la hija de alguna familia poderosa entre los mafiosos, estaría saltando sobre un pie. Pero sabe que no es así y por eso se dirige así a mí. Lo cual ni siquiera me importaría pero odio que me juzguen sin haber entablado siquiera una conversación conmigo. Ciertamente me importa un carajo con quien se case Adrik. Porque si el miedo de este hombre es que yo me case con él, puede estar tranquilo. En mis planes no estaban, ni están ser la mujer de un mafioso. Menos si se trata de él.  -De Santis, hemos estado en acuerdo muchas veces y lo respeto por ser el mafioso más anciano después de mí bisabuelo, pero no voy a permitir que hable así de mi mujer -entonces todo en mí se paraliza.  -No puedes decir que es tú mujer, Adrik. Creí que habías madurado -el mayor niega con la cabeza-. Todos te respetaban por ello. No pierdas el respeto que te tienen por una mujer. Elije a otra, me la llevaré a uno de los burdeles -toma mi brazo, cerrando su mano alrededor de este con fuerza.  -¡No! -exclama Adrik y no me hace falta verlo para saber que esta furioso-, ella es de mi propiedad y nadie la toca. Le tengo consideración así que no me haga tomar otras medidas que no son necesarias... -Señor será mejor si solo olvida esto -interfiero. De Santis, que antes miraba a Adrik, ahora me mira a mí y procede a golpearme con su mano libre. No feliz con ello y con los hombres de Adrik lo rodean, vuelve a repetir el gesto dos veces más. Logrando que el lado derecho de la comisura de mi boca sangre.  -Si sabes lo que te conviene aléjate de Adrik -sugiere él.  -... 
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