Rodrigo no se inmutó. Sabía que Damián estaba midiéndolo, evaluándolo, pero no tenía tiempo para juegos de poder. Su prioridad era Santiago. —Necesito revisar a mi paciente —dijo Rodrigo, con un tono que no dejaba lugar a dudas. Damián lo miró por un momento, como si estuviera considerando si dejarlo pasar o no, pero finalmente dio un paso al costado, permitiendo que Rodrigo se acercara a Santiago. El niño sonrió al ver al doctor, y Rodrigo le devolvió la sonrisa mientras revisaba sus signos vitales. —¿Cómo te sientes hoy, campeón? —preguntó Rodrigo, con una voz suave que calmó inmediatamente a Santiago. —Un poco cansado —respondió el niño, con una voz débil, pero animada—. Pero mejor ahora que estás aquí. ¿Dónde estabas? —En una larga y extensa reunión, pero ya estoy de regreso. —¿

