Capítulo 68. Cada cosa en su lugar, de regreso a casa. El amanecer se filtraba pálido por las cortinas del hotel. Sebastián permanecía sentado al borde de la cama, observando en silencio a Paulina mientras ella terminaba de alistarse. La conversación de la noche anterior todavía pesaba en ambos: el embarazo debía permanecer en secreto hasta que el notario fuera detenido y aquella cláusula maldita dejara de ser una amenaza para ella. Paulina había insistido en que no quería convertirse en un blanco, y él, a pesar de su instinto protector, había aceptado. La prioridad era mantenerla segura. -- ¿Estás lista? -- le preguntó finalmente, rompiendo el silencio que se había instalado en la habitación. Paulina asintió, recogiendo con cuidado su pequeña bolsa de mano. -- Lista – le respondió e

