9. Quién...

1362 Words
Capítulo 9. ¿Quién demonios eres mujer? En otro punto de la ciudad, Sebastián Durand salía de la clínica con un sobre en la mano. Lo abrió apenas subió a su camioneta negra. Todo estaba en orden. No había rastros de ninguna sustancia en su sangre. Ninguna infección después de haber pasado una noche apasionada con una desconocida. Ninguna anomalía... su cuerpo estaba limpio. Pero su mente… no. Sebastian no podía dejar de pensar en ella, y no lo hacía por una cuestión de romanticismo o capricho, esta vez era su conciencia del deber... y la responsabilidad que sentía. -- No usé protección… -- murmuró para sí mismo, mientras su dedo tamborileaba sobre el volante. -- ¿Quién demonios eres? Y ¿Dónde estás? -- Encendió el motor y condujo hacia el hotel donde todo había comenzado. Por tercera vez en dos días, pidió hablar con la administración. -- Le repito, señor Durand, no tenemos registros a nombre de que alguna despedida de soltera se haya llevado a cabo en el hotel el viernes por la noche – insistió el tipo, y eso no era tan cierto. El antiguo empleado Echeverry había borrado todo rastro, luego de haber recibido una cuantiosa cantidad de dinero de los militares por poner la droga en la bebida de Sebastian... eso era suficiente para que el hombre desapareciera de la ciudad por un tiempo, y con él todo lo que pasó esa noche en el hotel... Sebastián apretó la mandíbula. Debía pensar en todo... ¿quizás no hubo ninguna fiesta programada? ¿quizás esas mujeres solo se hospedaron y la novia decidió meterse en su habitación?... ¿pero cómo? Él no recordaba mucho, por más que lo intentaba algunas partes de la noche estaban borrosas, pero lo que, si era cierto, era que ella estaba en la habitación antes que él. -- No debió usar su nombre. De eso estoy seguro. No parecía ser una era mujer impulsiva. Planeó que estaba en una fiesta de solteras, eso es real... ella debió usar el nombre de alguien más – El gerente lo miró con incomodidad, Sebastian era un tipo que intimidaba al más feroz, y cuando aparecía en el hotel todos corrían de él. -- Nuestro personal ya ha sido interrogado, pero el empleado que trabajó en ese turno… renunció. Y la única persona que lo vio a usted realizar la reserva indica que usted estaba solo -- -- Conveniente -- espetó Sebastián fastidiado, eso también lo sabía él. La mujercita en cuestión ya estaba en ese habitación, y solo podría llegar allí, con una llave. Asi que alguien le entrego la llave a ella... De pronto recordó a los tipo que aparecieron en su habitación esa mañana, -- ¡Maldición! -- susurra. -- ¿Cómo carajos los olvide? -- el gerente lo mira sin comprender tragando saliva., Sebastian gira para retirarse, pero el tipo lo detiene por un segundo. -- Si me permite señor Durand… ¿puedo preguntarle por qué tanto interés? -- Sebastián lo miró directo a los ojos. -- Porque pasé la noche con una mujer que probablemente tampoco me reconoció. Ambos fuimos engañados. Y no voy a parar hasta saber quién carajos jugó con nuestras vidas -- -- ¿Está usted seguro que esa mujer también fue una víctima? – esa pregunta lo dejo confundido, miro al hombre frente a él esperando que se explique... -- Lo siento, es que no sería la primera vez que una mujer le tienda una trampa a un hombre como usted -- Sebastian no respondió... él salió del hotel más tenso de lo que entró. Sacó la tiara que aún llevaba guardada en su camioneta. El plástico plateado con letras hechas de brillantes que “Novia”. La observó durante unos segundos. La olió, aun se podía apreciar restos del perfume de ella. Ese maldito aroma dulce, con fondo a madera y vainilla. Su cuerpo reaccionó de inmediato. Era ridículo sí, casi irracional, pero él sabia muy bien que todo lo que le pasaba era... real. Metió la tiara de nuevo en su chaqueta y puso en marcha el motor. -- Te encontraré -- murmuró. Tres horas después, Paulina salía de sus clases de yoga pre nupcial... una excusa perfecta para calmar los nervios que todos atribuían al estrés antes de la boda, y se encontró cara a cara con su hermana Estefanía en la entrada del edificio donde vivía. Paulina se arrepintió de no haber aceptado que Antonio la recogiera del lugar, de haber sabido que volvería a ver a su hermana, le habría dicho que sí, solo para molestarla. --¿Sigues enojada? -- le preguntó Estefanía con cinismo, sacándose las gafas de sol. Paulina la miró con hielo en los ojos. -- ¿Qué haces aquí? -- -- Vine a verte. Somos hermanas, ¿no? -- le respondió, dándose aires de falsa inocencia. -- No entiendo por qué tanto drama hermanita. Fue solo un error -- -- ¿Un error? -- repitió Paulina, en voz baja. Le daba vergüenza que alguien más se enterara de la maldad que hizo su media hermana con ella. -- ¿Acostarte con mi prometido es un error? – susurró mirando a ambos lados. -- ¿Mandarme una foto justo en mi despedida de soltera también fue un error? -- Estefanía alzó las cejas, había esperado que Paulina no supiera nada, al menos eso pensó días atrás luego de salir de su departamento, pero después de la conversación con Patricia, sospechaba que su hermana mayor sabía más de lo que decía... y Bingo, eso era así. -- Oh, por favor. No te hagas la santa. Me enteré por ahí, de que también te descontrolaste esa noche... ¿no fue así? … a donde te fuiste Pau -- Paulina sintió que la sangre se le congelaba. ¿Cómo lo sabía? -- Cierra la boca, Estefanía -- le dijo en voz grave. -- O juro que no llegarás viva al altar. Ni al mío ni al tuyo. Estefanía rio, lanzando su melena hacia atrás. -- Relájate, hermana. Solo vine a decirte que no importa cuánto finjas que tu relación es perfecta… Antonio siempre regresará a mí -- Paulina la miró con furia. Luego sonrió. -- Perfecto. Disfrútalo mientras puedas. Total, solo faltan tres días para mi matrimonio -- -- ¿De verdad te vas a casar con él? -- estaba molesta, furiosa de que Paulina se rebajara a seguir con la boda. -- ¡Claro que sí!, ¿por qué no me casaría con él? -- -- Porque te fue infiel conmigo... -- -- ¿Y? no sería el primer hombre infiel ¿no crees? -- -- Pero ¿Tú sabes que te traicionó? -- --Sí -- le respondió Paulina, levantando los hombros con una sonrisa letal. -- ¿Por qué? -- -- Porque para destruirlos a ambos, primero necesito tenerlos cerca -- Estefanía palideció. Por primera vez, no supo qué responder. Paulina abrió la puerta y entró a su casa sin mirar atrás. En ese mismo instante, Sebastián analizaba los nombres de los hombres que habían salido de franco la misma noche, además del coronel Silva quien fue el que lo citó en aquel hotel... todos estaban en situación de no habidos... ninguno había vuelto al cuartel desde aquella mañana. Una situación demasiado grave para algo que podría considerarse una broma de mal gusto. -- Lo voy a encontrar -- susurró. Ellos debían saber quien era la mujer, es más, ellos debieron llevarla allí, pensó. Y entonces, en ese momento su celular se iluminó. Un mensaje de su amigo Antonio Bonetto le llegó. Una tontería militar pensó. ** Mañana es la cena privada con mi familia y la de Paulina. Te espero amigo. Quiero que mi esposa y tú se lleven bien, es hora de derribar el muro... te espero ** Sebastián se quedó mirando la pantalla. -- Paulina -- susurró Ese nombre no le decía nada, pero era la única novia que conocía, la única mujer que estaba próxima a contraer nupcias. Y por algún motivo aun desconocido, una parte de él se tensó. Y sin saber por qué respondió con dos simples palabras... ** Allí estaré **
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