Capítulo 10. Una cena algo agitada y una verdad descubierta.
La cena familiar era pequeña, pero no por eso menos asfixiante.
Paulina llegó del brazo de Antonio, enfundada en un vestido palo rosa que le acariciaba las curvas como una amenaza elegante.
Estaba maquillada con precisión quirúrgica, como cuando intentas interpretar un papel que te lleva años realizar... labios suaves, mirada firme… y la mente hecha un desastre al igual que su alma.
Cada paso era una victoria sobre el temblor que sentía en su interior.
El comedor estaba decorado con velas altas y mantelería delicada. Patricia Bonetto daba las órdenes en voz baja a los meseros, impecable como siempre, con su aire de reina madre, aunque su familia ya no contará con los medios para hacerlo, muchos de los empleados se mantenían
