Capítulo 30. Canarias, tercer día de libertad.
Paulina se recostó en la reposera mientras una brisa cálida le revolvía el cabello y le acariciaba la piel. Llevaba gafas oscuras, un sombrero ancho que le cubría medio rostro y una sonrisa de satisfacción tan genuina que las fotos no le hacían justicia. A su lado, Katia pedía otro daiquiri, mientras Diana coqueteaba descaradamente con un surfista alemán que se había unido al grupo en la playa desde la mañana anterior.
-- ¿Segura que no quieres uno más? -- le preguntó Katia levantando el vaso, haciendo sonar los hielos como invitación.
-- ¡Vamos, Pau! No todos los días se escapa una de su boda y se convierte en la mujer más viral y más deseada de este paradisíaco lugar... – bromeó su amiga.
Paulina se rio por lo bajo, negando con la cabeza
