Capítulo 31. El templo del deseo Dentro, el ambiente era decadente y exquisito a la vez. Todos estaban disfrazados. Todos anónimos. Las luces eran tenues, la música electrónica suave al principio, como un preludio sensual. Se servía champán en copas doradas, y había salones con sillones de terciopelo, camas colgantes, jaulas con acróbatas, y estatuas humanas completamente inmóviles. -- ¿Quién ha organizado todo esto? – preguntó Diana al ingresar, estaba llena de emoción, y su rostro mostraba una sonrisa embriagante. Aunque era lo único que la jovencita podía mostrar en su rostro. -- Un millonario anónimo que llego a la isla hace poco – susurró una mujer con muy poca tela, su traje parecía ser de un Ángel, aunque uno demasiado oscuro la verdad. -- Dicen que compró la villa solo para es

