Jodeeeeeer.
La cabeza me esta matando, me duele el cuerpo y siento que un tren me ha pasado por encima. No quiero abrir los ojos, no puedo abrirlos aunque quisiera porque estoy hecho una mierda.
¿Qué mierda paso ayer?
No me descontrolo con el alcohol, quería divertirme pero nunca bebo en exceso cuando tengo una carrera cerca, estamos a un mes y ganar en Italia no es solo un capricho, sino un deseo para probarme a mi mismo que soy capaz de convertirme en el mejor sin la ayuda de mis padres. Demostrarles que no soy una maldita decepción.
¿Qué tanto bebí ayer?
Trato de recordarlo pero la cabeza esta por estallarme, mis pensamientos parecen doler más y lo único que logro ver en mi cabeza es a esa chica y a un tipo de mirada gris profundo persiguiéndome hasta los baños. Su mirada era bastante llamativa.
Un par de minutos despues, abro los ojos a medias, achinándolos y adaptarme a la luz.
No es la luz que me hace reaccionar, es el techo del lugar donde estoy. No tengo idea de donde estoy, me incorporo de golpe convirtiendo mi cabeza en un maldito helicóptero.
—Demonios.
No conozco el lugar donde estoy, este no es mi hotel o por lo menos no mi habitacion. Muevo la cabeza de un lado a otro, acaricio mi cuello pero al presionarme me duele, estoy molido y no tengo idea de por que, al parecer no he tenido sexo porque no hay ningún tipo de olor a mujer en mi. No siento ningún tipo de olor a sexo y no me gusta dormir con olor a sexo encima, es repugnante.
Me muevo levantándome un poco, la espalda me duelo y el trasero también, mierda...
Estoy completamente desnudo y sobre el abdomen tengo un par de marcas, en la parte baja.
—¡Que mierda! No me gusta que marquen mi cuerpo, esa chica seguramente se aprovecho de mi estando ebrio. Maldita sea, Leila va a matarme.
Me reviso la polla pero no hay nada de extraño en ella y por más que la toque no parece haber entrado en ningún lado aunque duele un poco.
Joder, esa chica seguramente tenia otras intenciones conmigo y ni siquiera recuerdo su rostro. Maldición.
En la mesita del lado hay una sobre de aspirinas y una botella con agua, me las tomo sin rechistar tratando de relajarme. Venga. No estoy viejo para que una noche de parranda me termine dejando así de muerto. Soy Kasper Allangerd, los deportes extremos son lo mio y un par de copas no pueden hacerme esto.
Unos golpes en la puerta me distraen, es el servicio a la habitación así que dejo que entre acomodándome otra vez en la cama. Cierro los ojos y creo que voy a caer dormido otra vez, no miento sintiendo todo mi cuerpo hecho una mierda.
—¿Has dormido bien?
—Estoy hecho una mierda. —digo sin pensar.
Percatándome sobre la voz masculina con acento italiano que ha hablado, me sobresalto abriendo los ojos.
Demonios.
¿Qué estoy viendo?
El tipo de ayer se aparece frente a mi quitándose la camisa deportiva que lleva, un cuerpo esbelto musculoso y grande se queda frente a mi.
¡Ese tipo parece superman!
¿Por qué tiene tantos músculos marcados?
Ahora lo veo menos borroso. Su rostro es fino, pero lo llamativo es su mirada, es tan gris como un día lluvioso y sus facciones son bastante atractivas.
Que mierda...
¡Kasper que rayos estás pensando!
Eliminando cada pensamiento innecesario que viene a mi explosiva cabeza, me exalto diciendo:
—¡¿Que mierda haces aqui?! —me exalto.
—Es mi habitacion. —la respuesta corta no me agrada.
Le veo sentarse frente a la mesa donde han dejado la comida y como si nada, llena una tostada con mermelada y la come.
Maldición.
¿Quien es este tipo y por que mierda estoy en su habitacion?
—¿Dónde dormiste? —pregunto.
—Ahí...
Señala mi lado con una seriedad que no me va para nada, mierda, este tipo estuvo comportándose muy raro ayer pero lo unico que recuerdo es encontrármelo en los baños y...
¡Mierda!
—Dormí a tu lado. —continua...
Me cubro todo el cuerpo con las sabanas. Las marcas en mi cuerpo... no las hizo él, ¿cierto?
—¡¿Qué me hiciste?!
Mierda. Mierda. Mierda.
—¿No lo recuerdas?
—¡No hay nada que recordar! Y esto... joder. —gruño. El tipo sonrie. —¡¿Que me hiciste?!
Se levanta, camina hasta la cama y me ofrece un pedazo de tostada, que rechazo inmediatamente. La mirada gris que tiene me provoca una sensación insatisfactoria y quiero golpearlo. Estoy asqueado.
—Estabas ebrio, solo dormimos. —responde y ese tipo de respuesta me recuerda a algo.
Se exactamente a qué y en la peor version.
—¿Piensas que somos las 50 sombras de Gay? —preguntó empujándolo.
—¿Qué es eso? —ruedo los ojos. —¿Lo recuerdas? —insiste en la pregunta.
—¿Recordar qué? —frunzo el ceño.
Él sonríe de lado.
¡No sonrías, maldita sea!
No le digo nada, porque no recuerdo nada.
Si este tipo me ha hecho algo, voy a matarlo a golpes. No voy a recordar, no quiero recordar nada y no tengo porque recordar nada. No estoy entrando en pánico.
Me levanto de golpe dejándolo ahi, olvidando que estoy completamente desnudo. El tipo se levanta regresando a la mesa y sigue comiendo como si nada, el cabron no planea decirme como llegue hasta aquí y que mierda paso. Maldición, ni siquiera quiero saberlo.
—Mi ropa... mierda, ¿dónde esta mi ropa? —le pregunto.
Levanta la mirada y con el tenedor señala una silla al otro lado, está comiendo, casi desnudó frente a mi sin inmutarse. Me recuerdo que estoy desnudo y trato de cubrirme como puedo. No pienso aceptar que este tipo me vea desnudo.
Escanea mi cuerpo y joder, creo que vuelve a sonreír pero no estoy seguro porque da un trago a su jugo.
—¡No me mires! ¡Pervertido! —me cubro con las sabanas. —Joder, si me hiciste algo voy a demandarte, te lo juro. Maldición.
Él no dice nada, se queda callado y sigue observándome, me está viendo la polla pero no hace ningún gesto que me permita pensar que me ha hecho algo. No se si es lo mismo con hombres pero no parece verme con deseo.
Pero...
¿Mi trasero está bien?
¡Debe de estarlo!
Este tipo seguramente solo está jugando y yo estoy bien, ademas por más ebrio que pude estar soy cien por ciento heterosexual.
Ha.
¡De ninguna manera pude haber dejado que algo pasara! Mi hombría es intocable.
Haciéndome todo tipo de ideas en la cabeza donde este tipo y su versión de las cincuenta sombras es solo una farsa, una basura que no existe. Me cambio la ropa pero no encuentro mi ropa interior, importándome poco a la velocidad que me permite el cuerpo, me cambio para salir apresurado.
—¿Cómo te llamas? —pregunta el tipo.
No le vuelvo a ver pero sé que sigue mirándome. No pienso decirle mi nombre y no pienso preguntar el suyo. No pienso volver a encontrármelo en la puta vida.
—Mi nombre es...
—No me importa. Adiós.
Sin decirle nada o preguntar nada más, salgo de ahí lo más rápido que puedo. Me doy cuenta que estoy en mi hotel y que mi habitación está un piso abajo.
Busco el elevador escabulléndome tratando por un segundo respirar con más tranquilidad, por supuesto no me es posible. Antes que las puertas se cierren puedo ver su cuerpo acercarse, su mirada gris parece preocupada...
Es solo tu mente Kasper... ignóralo, deséchalo.
—Kasper...
Mi nombre es lo único que alcanzó a escuchar, las puertas se cierran llevando un piso abajo.
¡¿Qué mierda?!
¡¿Ha dicho mi nombre?!
No...
No lo ha dicho... seguramente dijo... Kastro... Kassie... Kasear... pero no dijo Kasper.
No dijo mi nombre porque no nos conocemos, ayer solo coincidimos en el bar y hasta ahí, no hay manera que le dijera mi nombre. Yo estaba con una bonita chica y esa chica me dio unos tragos, una pastilla que me puso erecto y ese tipo apareció ofreciendo ayuda... me negué y hasta ahí. Después sali del bar y...
—Mierda.
Eliminando cualquier recuerdo borroso que me llega a la mente, ignoro lo sucedido porque seguramente es falso.
Salgo del elevador en busca de mi habitación, prefiero ir a mi cama, dormir y fingir... es decir, descansar y olvidar que algo parecido a eso sucedió. No pensaré en esa mirada gris y menos en ese tipo que parece Hulk pero en italiano.
—¡Kasper Allangerd!
—¡No soy gay! —gritó defendiéndome.
—¡¿Qué?! —grita confundida. —¡Eso ya lo sé! ¡¿Donde has estado y con quien has pasado la noche?! ¡Tienes idea de la hora que es! ¡El señor Lazzarini te verá en solo tres horas y mira el estado en el que vienes!
La histeria de Leila logra despertarme, sin darle tiempo a que su interrogatorio me termine perturbándome y le diga como he metido la pata... con un hombre.
Un momento... ¡Yo no he metido nada!
Joder.
Entro a la ducha, antes de correr el agua olfateo mi cuerpo tratando de encontrar cualquier rastro de olor a mujer pero no hay nada, solo un olor mentolado y mucho alcohol. Me acaricio la polla pero me duele, esa jodida chica, si no me hubiese dejado con ganas no hubiera terminado en un...
Ni siquiera puedo decirlo.
—Pero... ¿como llegue hasta su habitación? —me pregunto.
No pude haber hecho algo así, una cosa es que tocará mi polla y otra que yo metiera mi polla en su... ¡Maldición! O que él metiera su cosa en mi trasero virgen y decente.
¡Eso es imposible!
—Tengo que confirmarlo. —maldigo.
Llevo una mano hasta mi trasero sin pensarlo pero me detengo a medio camino...
—¡¿Por qué mierda tendría que confirmar algo que no paso?!
Convencido de que no hay nada malo en mi trasero, salgo de la ducha. Leila ha elegido un traje para mi, no me apetece en absoluto la reunión con Lazzarini y lo único que quiero es dormir.
Le explico a Leila los acontecimientos de ayer omitiendo mayor detalle después de mi encuentro con la chica, le juro por mi propia vida que he bebido pero no he tenido sexo con nadie y trato de creérmelo también. Por suerte no insiste en saber detalles porque su repertorio de advertencias sobre comportarme en la reunión con el señor Lazzarini.
Mi atención no está mucho en ello, mi cabeza parece estar en otro lado y no sé exactamente donde.
—Kasper... Kasper... ¡Kasper! —golpea mi brazo, paciente le vuelvo a ver.
—¿Qué sucede?
—Es hora de irnos, recuerda que el señor Lazzarini quiere verte correr así que debes estar en condiciones.
—¿Qué? ¿Correr? ¿Hoy? —pregunto, ella asiente.
¡No puedo correr hoy!
—No creo poder correr hoy, Leila. —me aclaro la garganta. Ella vuelve a verme. —Estoy bien pero ayer bebí un poco, hablaré con el señor Lazzarini y podremos hacerlo mañana. —la cara que me ofrecen no es nada bonita.
—¿Estás bromeando? Esto es muy importante para nosotros. —gruñe. —Vas a estar bien, vamos. —toma mi mano tirándome hasta la salida.
En el camino, Leila ha preparada una selección de bebidas hidratantes y algunas aspirinas. Le he dicho que ya he tomado algunas y desiste, de alguna manera me siento exhausto.
El restaurante Piacere está en el centro de la ciudad, la reservación hecha a nombre del señor Lazzarini nos permite entrar al lujoso lugar en unos segundos. Leila continúa hablando sobre lo importante de la reunión.
—Leila todo estará bien. —acarició su mano.
Me acerco para darle un beso en la mejilla esperando que se relaje, la mujer está nerviosa sudando frío. Le ofrezco un par de ráfagas de aire en el cuello y ella se ríe.
—Buenas tardes.
La voz femenina que reconozco me hacen separar de Leila, vuelvo a ver a la mujer que nos saluda con una sonrisa. No puedo sonreírle de la misma manera viendo al corpulento hombre que está sosteniéndola de la cintura. Puedo ver como su mirada gris se fija en la mía y son incapaz de decir algo...
—Lamentamos la tardanza, tuvimos un... imprevisto. —la señorita Machado dice mirando con una sonrisita boba al tipo.
¡¿Qué demonios?!
—Estamos llegando, no es de preocuparse. —Leila habla, porque mi cerebro se desconecta.
Mierda.
—Fausto Lazzarini, presidente del conglomerado Lazzarini. —estrecha la mano de Leila.
¡¿Fausto Lazzarini?!
—Kasper... —murmura Leila.
Tranquilízate Kasper, estás comprobando que todo ha sido solo un mal trago.
Me obligo a reaccionar y mantenerme despectivo ante tal situación. Este tipo, que es un hombre, no le afecta en lo absoluto. No soy gay.
—Señor Lazzarini, un placer conocerlo. Kasper Allangerd. —sonrío.
El tipo me muestra una sonrisa que me desagrada. Estrecho su mano, la sujeto y el agarre es fuerte, áspero y frío... la misma sensación que ayer me hizo correrme más de una vez.
—Un placer, Kasper. —la manera en cómo dice mi nombre me desconcierta. Suelto su mano con demasiada fuerza, pero él no hace o dice nada más.
—¿Nos sentamos? —pregunta Fiorella.
El tipo rodea la mesa ofreciéndole un asiento a Fiorella, él se sienta frente a mi y puedo sentir una de sus piernas rozar la mía. La apartó inmediatamente. Qué demonios, este tipo.
Lo peor que pudo haberme pasado es caer en la cama equivocada, con la persona equivocada. No soy gay.