Capítulo 4:

1061 Words
La mente de Lucas daba vueltas, volviendo siempre a la misma pecaminosa imagen de la hermosa chica que acababan de conocer ese mismo día. Se odiaba a sí mismo por no haber reunido el valor de enfrentarse a ella, de decirle algo más que "Eres hermosa". «Patetico y tonto, no podría haber dicho nada más humillante» pensó el chico de mirada tormentosa mientras mordisqueaba su labio inferior. Sin embargo, la respuesta de ella había superado cualquier expectativa que él tuviera. —¿Escuchaste algo de lo que te dije?—dijo la profunda voz de Aron, sacándolo de su ensueño. —¿Qué dices?—respondió Luca, volviendo su rostro hacia su amigo con una tonta sonrisa dibujada en sus labios. El chico de ojos color caramelo alzó sus tupidas cejas castañas en lo alto de su frente. —Te estaba leyendo el plan de estudios que ofrece la universidad de tecnología—respondió Aron haciendo a un lado el manojo de folletos—Parece que Blancanieves te pegó fuerte. Ambas miradas se encontraron durante unos segundos, antes de estallar en risas. Luca podía intentar engañar a todos, pero Aron lograba ver más allá de las palabras y acciones. —¿Qué vas a hacer?—volvió a hablar el muchacho de mirada dulce como el caramelo. El chico de ojos tormentosos mordió su labio inferior al mismo tiempo que recostaba su cabeza adornada por una melena de ondas castañas sobre la maltrecha pared. —Nada—respondió resignado. Aquella respuesta no agradó en lo más mínimo a su amigo, quien abrió sus ojos como búho, torció su boca hacia el costado en una mueca molesta, y adoptó la pose de hermano regañón. —¿Cómo que nada? Eso es una respuesta de mierda que no pienso aceptar—bufó Aron enfadado. —¿Qué te molesta? Si soy yo quien toma esa decisión—respondió Luca con una sonrisa tirando de sus labios. Una mezcla entre resignación y aceptación bailando en sus facciones, como un inocente que acepta su cruel final en la horca. —Me molesta muchísimo… eres mi mejor amigo y no pienso dejarte tomar decisiones de mierda—ronroneó el chico de dulce mirada—Ahora dime qué harás para volver a verla. Luca escupió una risa nerviosa y algo histérica, mientras observaba como su amigo adoptaba una mirada decisiva, la cual le decía que no permitiría dar el brazo a torcer. Sin más remedio, comenzó a hurgar en su brillante cerebro una forma para toparse con la atractiva chica otra vez. —Tengo dos ideas, la primera requiere de la colaboración de nuestro querido vendedor.—ronroneó Luca—La segunda, va a requerir del favor del destino, la suerte, el Karma o cualquier deidad. —No soy una persona religiosa y creo que el karma me guarda rencor… opto por sobornar al vendedor—respondió Aron, preparando sus oídos para el intrincado plan de Luca. Sin embargo, escucharon los inconfundibles pasos subiendo la escalera del tercer mosquetero, nombre que adoptaron cuando eran poco más que infantes. Sin demorar ni un latido de corazón, el muchacho de mirada dulce escondió los folletos universitarios entre la manta y los cartones que hacían de cama; bien sabía el que había cosas que ya no podía compartir con aquel mosquetero, no solo por la falta de confianza y la distancia que se había formado entre ellos como enormes muros de concreto, el mayor problema era la falta de empatía y razón que parecían dominar cada vez más al muchacho de ojos negros como el ónix. Kallias no demoró en atravesar la puerta de madera vieja y podrida que protegía su casa del mundo exterior, si acaso a eso se le podía llamar protección. El chico con alma de demonio no era ningún tonto, por lo que notó al instante el ambiente tensó que parecía haber decendido sobre los tres. —¿Qué ocurre?—preguntó este sin un ápice de emoción más que el dejo de desconfianza. —Nada, hablábamos de que debemos comprar colchones—respondió con astucia Luca, sin revelar ninguna emoción. La mirada que le lanzó Kallias al chico de tormentosos ojos, les decía que no se había creído aquella mentira y buscaría la verdad. —No podemos seguir durmiendo así, siento los omoplatos entumecidos—se quejó Aron, generando mayor argumento a la mentira. Kallias posó su mirada infernal sobre este último, aceptando sus palabras como verdades, bien sabían todos que Aron no mentía en lo absoluto, a menos que fuera en una situación de extrema necesidad dónde esa acabará siendo su única opción. Bien sabía el averno que aquella ocasión lo requería, Kallias no podía enterarse de Camilla o el infierno podría desatarse en sus vidas; después de todo, la atracción o el afecto podrían ser un arma que con facilidad se voltearían en su contra. —Hace falta mucho dinero para eso—escupió Kallias con simpleza, su perversa mente comenzando a labrar las palabras que utilizaría. —Si, por eso no es más que una conversación informal—respondió con frialdad Luca, dejando muy atrás al risueño chico enamoradizo de minutos atrás. El chico de mirada infernal les obsequió una media sonrisa desbordando de arrogancia y suficiencia. —No es necesario que solo sea una conversación banal, hay una forma de hacerla posible—ronroneó este captando la atención de sus compañeros de asaltos—Me ofrecieron un trabajo para hacer y el pago es muy bueno, alcanzaría para los tres colchones y nos quedaría dinero en el bolsillo. Al instante la idea llenó de desconfianza a Luca, quien no creía una sola palabra que salía de los labios del chico frente a él. Sin embargo, los ojos dulces como caramelos de Aron se iluminaron con un brillo especial, uno de esperanza. Con suerte, ese dinero sería suficiente para pagar la matriculación a la universidad, un sueño y deseo que añoraba desde hacía mucho tiempo atrás. —¿Qué hay que hacer?—preguntó sin rodeos y con notable emoción Aron. Luca maldijo para sus adentros mientras hacía un gesto afirmativo a Kallias con la cabeza, la única confirmación que necesitaba antes de ser arrastrado al mar hordido de los infiernos. Pero no le importaba, jamás dejaría ir a Aron solo, en una misión extraña con el demente y psicópata de Kallias.
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