Solo un pequeño y vago sonido salió, similar a oprimir un alicate. Aún así, el efecto que tuvo aquello en el rostro de Aron fue semejante al haber recibido una bala. Su rostro estaba pálido, sus manos temblorosas y el sudor se deslizaban perezosamente por su cuello, frente y las palmas de las manos. —¡¿Qué demonios tienes en el cerebro?!—grito el chico de tierna mirada color caramelo mientras el terror se transformaba lentamente en rabia. —Limpio mi nombre de las injurias que blasfemas—siseo Kallias fingiendo estar enojado. Pero aquello era sólo otra pieza más de la perversión y manipulación que estaba dispuesto a emplear el chico de mirada infernal, con tal de tener el control de sus amigos y sus vidas. Todo había sido parte de su retorcida mente, para vengarse de la traición que cr

