Capítulo 6:

1164 Words
Las palmas de las manos de Luca sudaban, mientras observaba el reflejo de su rostro en el vidrio polarizado de un auto al costado de la acera. A esas alturas ya se había arrepentido por completo de su estúpida idea. —Aron me voy, al demonio con todo—dijo Luca, soltando un profundo suspiro mientras comenzaba a girar su cuerpo con el fin de alejarse de la entrada del negocio. Sin embargo, el fuerte brazo de su amigo se interpuso en su camino, cortando su paso y deteniendo su andar. —Basta de esas mierdas, Luca—escupió el chico sosteniendo su mirada—. Te mereces al menos un poco de felicidad en esta vida, y estoy seguro que ella te la dará. —¿Y si me rechaza?—susurró el chico de tormentosa mirada. Aron rodó sus ojos, al mismo tiempo que liberaba un profundo suspiro. Hermanos de distinto vientre, eso es lo que ellos eran. Inseparables, como la luna y la noche. Luca estaba agradecido por tener en su vida a aquel chico, al fin y al cabo, en muchas ocasiones actuaba como su hermano mayor, aconsejando y cuidando de él a capa y espada. —Por favor, si no te rechazó el otro día en la tienda con aquella estúpidamente cursi frase, dudo que lo haga—comenzó a decir Aron mientras acomodaba la ropa algo maltrecha de su amigo—. Y si luego de eso ella aún así decide rechazarte, al menos no te quedarás con la duda del "qué habría pasado si…" —"En la vida, cargar con eso es como estar siendo torturado en el mismo infierno sin entrar allí"... Ya se la maldita frase de memoria—bufo Luca rodando sus ojos mientras pasaba una mano por su cabello ondulado. —Entonces no me obligues a repetirla a diario, idiota—ronroneo el chico de mirada caramelo, mientras sus ojos se desviaban del rostro de su amigo hacia un lugar más allá, por encima de su hombro—. Bueno, príncipe azul, tu princesa acaba de llegar. Al oír aquellas palabras, Luca volteó su rostro de inmediato, solo para admirar la esbelta figura de la chica de cabello blanco contonearse hacia el negocio. De repente el olvido como hablar, respirar e incluso moverse, como si todo su ser sólo sirviera para eso, admirar la belleza de aquella chica. Camilla. —Mierda no puedo hacerlo—susurró Luca, cayendo sobre su trasero para ocultar su cuerpo detrás del vehículo. —Vamos Luca no lo dices en serio, ya soborne al idiota de la tienda para que nos diga a qué hora viene ella habitualmente y cuál es su dulce preferido—respondio Aron incrédulo, mientras tomaba ambos lados de la remera de su amigo para sacudirlo levemente—. No puedes bajar los brazos sin antes siquiera intentarlo. —Tu no entiendes, ella es como un cisne y yo no soy más que un cuervo—susurró el chico de mirada tormentosa, sintiendo como su corazón latía velozmente en el centro de su pecho. —Por favor, Luca, no vengas con analogías de mierda ahora—bufo Aron, luchando por poner de pie a su amigo—. Aparte, hasta los cuervos merecen amor. El chico de ondulado cabello y mirada gris separó sus labios, dispuesto a decir cualquier idiotez que lo liberará de aquella situación, aunque luego se arrepintiera de ello. Sin embargo, en ese instante, un dulce y gentil voz habló desde detrás suyo. —Concuerdo con tu amigo, todos merecemos amor en esta vida, incluso un cuervo de mirada tormentosa—ronroneo Camilla, inclinándose por un lado del vehículo. Al instante, Luca y Aron voltearon hacia ella, incapaz de emitir el más mínimo sonido que se asemejara a algo humano. —Viendo sus reacciones imagino que hablaban de mí—respondió Camilla, deslizando un mechón rebelde de su cabello plateado detrás de su oreja mientras entornaba su mirada hacia Luca—. Gracias por llamarme cisne, suelen decirme zorra, perra o el nombre de otros animales de cuatro patas. Él tenía que decir algo. Mierda, Luca sabía perfectamente que alguna palabra debía salir de sus labios, al fin y al cabo acababa de exponer sus intenciones con Camilla en su presencia. Sin embargo las palabras le eran ajenas a sus labios, mientras que sentía como el sudor en su cuerpo aumentaba de forma considerable. Aquello no podía ser peor. —Hola Camilla, soy Aron y este es mi amigo Luca—comenzó a decir el chico de mirada caramelo con una sonrisa mientras estrechaba la mano de la chica. —Luca—dijo el propio Luca, con una estúpida sonrisa dibujada en sus labios. Una que le ganó una mirada extraña de su amigo. —No te asustes, no está sufriendo ningún ataque o algo similar, solo que le gustas demasiado y ahora mismo está en shock—explicó Aron con tranquilidad, mientras Luca observaba el rostro de Camilla absorto del mundo que lo rodeaba, incapaz de reaccionar. —¿Es mal momento para decirle a tu amigo que también me gusta?—ronroneó la chica de cabello color plata obsequiando una sonrisa que derritió la última neurona funcional de Luca. El chico de mirada caramelo volteó hacia su amigo, encontrandolo aún más embelesado en la chica de lo que estaba segundos atrás. —Si, mal momento, acabas de derretir su cerebro—respondió Aron, ganándose una risa por parte de Camilla. Sin embargo, fue aquel sonido, similar al tintineo de una campana en la noche, lo que hizo a Luca cobrar la razón. O al menos parte de ella. —Almuerzo. Mañana. Parque—soltó el chico de mirada gris, sin apartar sus ojos de ella. Camilla lo observó durante varios segundos antes de volver a reír por lo bajo. —Está bien, Luca—respondió ella inclinándose hacia adelante para estampar un cálido y gentil beso en su mejilla—. Te veo mañana en el parque, adiós Aron. —Adios Camilla—respondió el chico de mirada caramelo. Sin embargo, Luca estaba muy lejos de ofrecer una respuesta mientras observaba el cuerpo de ella alejarse con gracia. Ella lo había besado… su mejilla… pero aún así, sus labios habían hecho contacto con su piel. Y no solo eso, tenía una cita con ella al día siguiente. —Tengo una cita—susurro Luca con una radiante sonrisa bailando en sus labios. —Si, así es, como un tonto te alejaste del plan inicial y la invitaste a una cita en un lugar sumamente público—bufo Aron encontrando el rostro de su amigo—. Explícame, enamorado, ¿Cómo harás para que Kallias no se entere? La sonrisa en los labios del chico de mirada gris murió, junto con aquella extraña sensación que se asemejaba demasiado al estado de embriaguez. En ese momento se dió cuenta que tenía un gran problema que podría acabar con toda su felicidad.
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