Contradicción.

1396 Words
Nathan. Forcé la cerradura de la puerta con un movimiento rápido y entonces hice que Annie entrara conmigo en la oficina, afuera no era lo suficientemente privado, y yo quería que aquel show que estábamos viviendo fuera exclusivamente para nosotros dos, no sabía muy bien que era lo que me pasaba cuando de Annie se trataba, pero ella sacaba a flote la bestia en mi interior, era como si ella me convirtiera en otra persona, de algún retorcido modo ella me corrompía. En todos los sentidos en que se pudiera corromper a alguien, y no es que aquello fuera algo malo, al contrario, una parte de mi amaba que eso fuera lo que a ella le gustara ver en mí. Era por tal razón que iba a hacer que aquel momento durara para siempre, que fuera el maldito mejor polvo de toda su vida, porque sabía que aquello no se iba a repetir, sabía que se trataba de un momento fugaz, no podía perder a Annie, y sabía que convertirla en mi amiga con beneficios no ayudaba mucho al cometido. -¿Qué haces?- Le pregunte, mientras ella se posicionaba sobre mí en el sofá, no quería que estuviera arriba, no quería que tomara el control de la situación, yo la necesitaba debajo de mi cuerpo, sumisa a mis órdenes y todo el placer que iba a proporcionarle. -Lo que he querido hacer desde hace tiempo- Me susurró con un rostro perverso que hasta el momento no le había conocido. Annie comenzó a besar y dar pequeños mordiscos en todo mi abdomen, me beso como una puta diosa, haciéndome estremecer, sabia a donde iba a llegar, y quería que lo hiciera de una vez, nunca la había tenido tan dura y me encantaba que hubiera sido ella quien provocara eso en mí. Definitivamente aquella chica de cabellos castaños era casi perfecta. Al llegar a la parte baja de mi abdomen, soltó una pequeña risa maliciosa, la tomo entre sus manos y sin pensarlo dos veces se la metió a la boca, chupando, lamiendo y haciéndome desear más mientras sentía el calor de sus labios subiendo y bajando. Era una experta, o yo estaba demasiado desesperado, pero puedo jurar que la imagen de Annie chupándomela mientras me veía con ojos de diabla era la cosa más erótica que había visto nunca en mi vida. Preso del placer, enrede mis manos en su cabello y la moví a que fuera al fondo en una última lamida, tras esto me incorpore, la agarre de la cintura y la obligue a que se quedara contra el sofá, me puse sobre ella, y sin pedirle permiso mientras admiraba su rostro me metí en su cuerpo, Annie estaba jodidamente mojada, y eso me excitaba aún más. Estaba jadeando, estaba gimiendo, todo eso gracias a mí. Entre una y otra vez en su cuerpo mientras ella se retorcía, las estocadas eran rápidas, duras, sin piedad, quería que se viniera, que ella lo hiciera primero, estaba loco por ser el causante de un orgasmo en Annie. En mi Annie. -Tu eres mi mujer, que se te grabe en la mente- Le susurre al oído. Ella me miro con los ojos abiertos, y entonces soltó el sonido más placentero y gratificante que he oído nunca, un pequeño gritico que junto a la humedad en ella me hizo saber que le acababa de regalar un orgasmo. Me moví un par de veces más, y entonces cuando sentí que me vendría, salí de ella y en segundos me estaba corriendo fuera de su cuerpo, mientras lo hacía imaginaba que se sentiría correrme dentro de Annie, que ella quedara llena de mí, ciertamente eso era algo que iba a probar, más tarde que temprano. ¡No! Aquello no podía volver a suceder, que había sido jodidamente bueno, sí, pero no podía estar en mis planes, no la podía ver de esa manera, Annie era como mi otro yo, no puedo estar follandome a mi otro yo, no iba a salir nada bueno de ahí, no iba a volver a hacerlo. -¡Vaya eso ha sido…!- Ella se sentó sobre el sillón, y soltó un suspiro. -¿Maravilloso? -¿Maravilloso? Fue mucho más que eso, fue delicioso, fue exquisito, como si hubiera estado probando un pedazo de pan caliente en salsa de chocolate- Exclama. Eso es lo que tanto me gusta de ella, la forma en la que puede ser ella misma sin importar quién o que esté sucediendo a su alrededor, Annie no tiene máscaras, es solo ella, con su metro sesenta y cinco de estatura, su piel un tanto canela, sus ojos negros cargados de expresión y sus labios rojos fuego. Ella es todo lo que alguien podría querer, y justo allí es mía, quiero que lo sea durante mucho tiempo, solo no sé cómo manejar la situación. O tal vez solo estoy confundido, la cabeza me da vueltas alrededor de mil pensamientos, en donde la tengo, en donde la pierdo, en donde follamos en todos los lugares posibles del mundo y en donde simplemente dañamos lo que sea que haya entre nosotros. Sin embargo y a pesar de todo eso, hay una cosa cierta que no pienso poner en duda. Ella me obsesiona, y ya se cómo soy cuando algo me atrapa de tal manera. -¿Qué va a pasar después de esto?- Le pregunto, ella se ve tan tranquila, que me gustaría poder tener un poco de esa capacidad para que todo me de igual. -Nada, cariño, en un par de días me iré de vacaciones a un paradisiaco lugar lejos de aquí, y al regresar todo va a ser lo mismo de siempre- Replica muy segura de su respuesta. -¿Aun vas a irte?- Inquiero un poco afectado, pensé que iba a quedarse, pensé que esto la iba a hacer cambiar de opinión. Y me jode no ser lo suficientemente importante para ella como para que se quede. -Si, todo está planeado, es una decisión tomada, Nathan, esto nunca estuvo en discusión, al fin y al cabo, nunca te pedí permiso- Asegura con indiferencia. Tiene razón, no me pidió permiso porque no tiene por qué hacerlo, después de todo, yo soy solo su viejo mejor amigo al que le acaba de chupar la polla, no significo absolutamente nada más para esa chica que sospecho va a desquiciarme. -Puedo ir contigo- Le digo. -¡Ay por Dios! Por supuesto que no- Se burla- Esto es algo que voy a hacer sola, no lo conviertas en algo más, sigues siendo mi amigo, pero esto no nos cambia en nada. Me fastidia ver como se burla, como pone como nada lo que acaba de pasar, como puede sacudirse tan rápido del polvo que yo he dejado sobre su cuerpo, como si no hubiera habido una huella, tan jodidamente indiferente, y fría, tan calculadora y manipuladora, me jode que se comporte de esa manera, porque conozco esos movimientos, yo también he estado en su lugar. Así suelo tratar a las chicas que no me interesan, a las mujeres a las que solo quiero para un polvo y nada más. Ella me está tratando como el ligue de una noche, y aunque debería sentirme aliviado porque ella no está creando fantasías conmigo en su cabeza, siento todo lo contrario, algo en el fondo me dice que yo quería que Annie nos viera juntos, quería el paquete completo, la quería a ella con todo lo que eso quería decir. Pero ella tiene otro plan para nosotros, uno que me jode. -Vas a irte- Aseguro. -Aja- Ella hace un asentimiento mientras termina de arreglar el pantalón n***o que está usando esta noche. -Bien, supongo que tendré que esperar para volver a verte- Me acerco a ella cuando ya estamos vestidos, intento tomarla de la cintura dispuesto a darle un último beso, pero ella me aparta como a la peste y hace una mueca. -No vayas a besarme, no tienes por qué hacerlo, ha pasado lo que tenía que pasar, ha sido rico, pero dejémoslo ahí- interviene poniendo una mano entre ambos. Con la rabia corriendo por mi cuerpo, la empujo a un lado y dejo que se vaya, mientras intento convencerme de que no me importa, no me interesa, es solo Annie, debía haberlo previsto, así es ella, así la he conocido siempre. -¿Qué hacían allí dentro?- Pregunta Natalie mientras se acerca a la puerta por la que Annie sale contoneándose. -Le estaba chupando la polla a Nathan- Responde con descaro. ¡Mierda!    
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