¡No!

Sábado 5 de enero 2013 - ¿Acepta usted por esposo a Rafael Medina? ¿Promete ser fiel en la salud y en la enfermedad, en la alegría y en la tristeza, en la pobreza y en la riqueza? - ¡No! - dije - ¿Qué? ¿Qué pasa Araziel? ¿Por qué dices que no? Dijo el mirando mi rostro tratando de averiguar los motivos por que di esa respuesta. - Lo siento pero no puedo. – respondo con pesar - Araziel me estás haciendo pasar pena, deja el juego y acepta de una jodida ¡vez! - ¿Sabes qué? No lo siento, no me retracto, y esto no es un juego, no me voy a casar contigo, y te odio, te odio como jamás odie a nadie, tú jugaste conmigo, me hiciste creer en el amor, y todo ¿para qué? Para engañarme, porque si, te vi, te vi cuando te revolcabas con "mi mejor amiga" - dije y me volteó a donde ella estaba sentada en aquel banco de la iglesia y la apunto con mi dedo. - Si tú, mi amiga la que consideraba como una hermana, ¿Cómo fuiste capaz de hacerme algo así? Pero sabes ¿qué? Te lo agradezco, gracias por abrirme los ojos, y ver que no vale la pena vivir mi vida con un hombre que no ve lo maravillosa que soy. Te felicito, te llevaste el premio gordo de la lotería - y dicho eso salgo corriendo de la iglesia, sosteniendo mi vestido con las manos y dejando a todos los invitados y familiares en silencio y confundidos. Corrí por las calles sin rumbo fijo, no sé en dónde ni en qué momento me deshice de mis zapatos solo sé que corrí mientras derramada todas las lágrimas que tenía retenida desde ese día, desde ese maldito día donde lo descubrí, en la habitación de la que sería mi nuevo hogar, un hogar donde seríamos felices. No se por cuánto tiempo corrí, no sé si fueron minutos u horas, solo sé que corrí hasta que mis pies dolieron por las piedritas que se clavaban con cada paso que daba , ya no podía respirar, pare de correr de golpe y empecé a caminar, la gente que pasaba a mi lado me observaba con pena. Y ¿Cómo no hacerlo? Si mi apariencia no debía de ser la mejor en estos momentos, tenía el maquillaje corrido, el peinado se soltó por la carrera y tenía el vestido lleno de barro porque me caí y mis manos ardían al igual que mis pies, y sin contar con el mar de lágrimas que aún salían sin control por mis ojos. Camine hasta que llegue a un parque y me senté en un banco, lleve mis manos a mi rostro mientras pensaba en cual idiota fui, no quise prestar atención a todas la señales, hice honor al dicho "ver para creer" y hasta no verlo con mis propios ojos no quise aceptarlo, y ni aun así, a pesar de verlos solo me quise engañar más y creer que él no lo haría jamás, que él me amaba, pero mi racionamiento pudo más que mi corazón, eso, y que vi las miradas que mi supuesta amiga le daba a mi futuro esposo en plena iglesia donde se supone me iba a jurar amor eterno... Que ilusa había sido. De repente el cielo se oscureció y las nubes se tornaron gris y empezaron a caer gotas de agua, reflejando tal cual me sentía en mi interior. Ya mis lágrimas no se veían, se confundían con cada gota que caía, quería morir en esos momentos, cuando creía que mi vida iba a ser mejor, que por fin viviría con Rafael y nos demostraríamos todo el "amor" que sentíamos el uno por el otro, es cuando descubro su engaño. Las gotas fueron cayendo mojando todo mi cuerpo, llevando consigo el barro de mi vestido y justo en ese momento como borrado todo rastro de lodo así desee que también se llevara mi dolor, cosa que era imposible mi corazón en ese momento estaba dolido, roto e humillado. Sentía mi alma desgarrarse, y en mi pecho se instaló el dolor, sentía como si mil puñales se hubiesen clavando en él, desgarrando todo la alegría y felicidad que habitaba en mí. El amor es una mierda, de nada sirve entregar tu corazón a una persona que piensas que va a cuidar de él, que lo protegerá como su tesoro más apreciado, porque tu harías lo mismo, pero ¡No! Toman tu corazón, y lo golpean, lo destruyen, y hasta no ver que das tu último latido, no dejan de lastimarlo, de que sirve entregarse en cuerpo y alma a otro ser que lo que hace es utilizarte, destruirte hasta hacerte nada. El amor pone idiota al que lo siente, te hace dependiente de una persona, siente que no vives si no estás con esa persona a la que supuestamente amas, no eres feliz sino vez a esa persona feliz, ¿Pero qué pasa cuando esa otra persona es feliz solo si te hace daño? ¿Serias capaz de estar con ella o el a pesar de tu sufrimiento? Hay personas que dejan todo solo por estar con la persona que amas, ¿Pero por qué una persona tiene que dejar de hacer aquello que le gusta solo por complacer a otra persona? En resumen el amor según mi experiencia es una mierda, y hasta el momento no he encontrado al alguien que me haga cambiar de opinión, pensé que Rafael era esa persona especial, que era mi media naranja, pero estaba equivocada, Rafael era igual o peor que mis anteriores novios. ¡No valía la pena! Seguía sumida en mis pensamientos aún sentada en aquel banco de aquel parque, mi pecho dolía, se me estaba dificultando respirar debido a la presión que sentía en mi pecho y al nudo en mi garganta, subí mis pies al banco y los abrace mis piernas a mi pecho. - Señorita, ¿Se encuentra usted bien?- dijo un señor que pasaba con un paraguas para cubrirse de la lluvia que aún caía. - Ese no es su problema- dije, y después me arrepentí, no tenía por qué pagar mi rabia con otra persona y menos con una que ni conocía ni era la causante de mi sufrimiento. - disculpe señor, no fue mi intención contestar así, estoy bien gracias, no se preocupe. - - Debería volver a su casa, seguro sus familiares estarán preocupados por usted. - dijo y sigue su marcha. ¿De verdad estarán preocupados por mí? No lo creo. Seguí abrazada a mis piernas mientras volvía a llorar, solo así lograba disipada un poco el dolor. El agua seguía cayendo sobre mí, calando el frío hasta mis huesos, y así seguí hasta que dejó de llover en el exterior, porque en mi interior seguían lloviendo, la tormenta apenas empezaba  apoderarse de mí interior. Me levante después de unos instantes y mis piernas temblaron, haciendo que cayera al suelo de rodillas, no me levante me senté sobre mis talones y me incline hacia adelante empezando a golpear el suelo mientras gritaba y maldecía mi suerte. Sentí unos brazos rodearme e intentar levantarme del suelo, levante mi rostro y vi a un hombre que no conocía estaba vestido de traje y en su cara se veía reflejada la preocupación. - Suéltame- dije en un susurro, ya no tenía ni fuerza ni ganas de nada. - No puedo, usted se encuentra mal. Y mis creencias y mi educación, no me permiten dejarla sola, pero si  a ayudarla. - Es...estoy... bien...- fue lo último que recuerdo haber dicho antes de perder el sentido o caer en un sueño profundo en los brazos de aquel desconocido....