El compromiso

2223 Words
Celmira Anderson de Yáñez se caracterizaba por ser una mujer reservada y observadora, a sus años lo que más llamaba la atención eran los ojos azules y el largo cabello plateado por las canas que desde joven fueron aparecieron para primero parecer iluminaciones y luego sencillamente dejar un color gris brillante. Casada a los veinte años con el hombre del que se enamoró desde que lo vio en una competencia de polo, trataba en ese instante de entender porque el comportamiento de Thiago y la presencia del licenciado Gómez, pero la única frase que emitió su esposo fue para Hanna, la mucama, a la que ordenó llevar el desayuno al despacho en quince minutos. Yáñez subió a la habitación de casados que compartía con Celmira, la elegante dama lo siguió en silencio para verlo  prepararse para el baño, cuando quiso entablar una conversación recibió respuestas monosilábicas o frases poco elaboradas. Harta de la situación fue capaz de expresarle el sufrimiento por el que pasaron el día anterior. —Fue una descompensación mujer, no voy a morir —entró a la ducha donde se demoró menos de diez minutos para terminar de arreglarse al frente de su esposa, quien veía como a pesar de los años, Santiago seguía siendo un hombre bastante deseable. Ayudó a secarlo en lo que acariciaba los músculos aún marcados en el lampiño pecho—. Además, si no me muevo y buscó una solución pertinente, te aseguró que pronto vendrán a embargar la casa. Afirmación que indispuso a la peliplata haciéndola salir del vestier para darle privacidad al hombre y poder asimilar lo que el jurista tendría para decirles. Una vez Thiago estuvo listo, bajaron al despacho para en medio del desayuno escuchar a Gómez explicar las consecuencias de la pérdida de capital que habían tenido por dos años. El abogado expuso lo hablado con Theo y que el joven opinaba que la primera opción era la más apropiada, empero, de inmediato la mujer se resistió, las decisiones de su hijo causaron semejante problema, así que seguir confiando en él era hundirse aún más en el lodazal y sucumbir por completo a la ruina. Así mismo, recalcó la razón por la cual no se les informó del robo continuado del que estaban siendo víctimas, consideraba que los malos manejos de dinero eran ocultados por su hijo para beneficio propio. Ignorando el comentario despectivo por Theo, Santiago Yáñez analizó los documentos y ordenó que esa misma tarde se efectuara la demanda por incumplimiento a Mayakeg, en cuanto a declararse en quiebra, la decisión dependía de la reunión con los socios a celebrar esa noche. El licenciado abandonó el lugar para comenzar la misión junto con el papeleo de la segunda comisión que su apoderado le recomendó mantener fuera del alcance de su esposa e hija. —No sé porque confías tanto en Theo ya nos demostró que es incapaz de guiar la empresa. —Parece que odiaras a tu propio hijo —respondió Thiago enfrentando a su esposa—. No tienes que negar lo evidente, tu preferida es Samantha y para equilibrar las cosas, el mío es Theo, así que evitemos esta conversación. —¿Qué vas a decir hoy a los socios? —cuestionó Celmira intentando entender porque la hora a la cual fue citada la reunión. —Que no estamos derrotados, si no me creen y desconfían de lo que voy a proponerles, entraremos en quiebra personal, y tendrán que esperar el tiempo que estipule el juez para los pagos. —Me asusta tu confianza Santiago, es como si supieras que van a aceptar —dijo la mujer preocupada, en pocas ocasiones veía a su esposo ser temerario y esta no era la oportunidad para lucir como si no pasara nada. —Preocúpate por tener la mejor cena y deslúmbralos con la decoración, quiero que la casa luzca espectacular —completó el señor Yáñez en lo que revisaba el celular con una sonrisa similar a la que conquistó a Celmira cuando jóvenes—. Dile a Samantha que ni se le ocurra faltar. Ahora solo quedaba aguardar por lo que sucedería en la velada, Gómez por lo visto tenía la demanda lista desde el día anterior, así que el mensaje de Borya era la confirmación de que el plan iba según lo acordado, llamó a Bertha, su secretaria, especificándole los últimos detalles y recordándole que por ningún motivo debía aceptar un no como respuesta de los invitados, que se apoyara en Manolo para lograrlo, luego colgó para dirigirse al juzgado, Dios lo perdonara por lo que tramaban con Kobe, pero si era la única manera para hacer entrar en razón a sus herederos, seguiría hasta el final. Inocente de lo que pasaba, Theo se encontraba analizando los informes del departamento de Finanzas y de Gestión, absorto en su tarea, no se dio cuenta de las llamadas de Mireya hasta que Denise le informó de su presencia con los abogados de Mayarek solicitando una audiencia. En la sala de juntas le esperaban los representantes del bufete de CN & HIJOS, el licenciado Argueta, Samantha y Mireya, las cuales parecían dos hienas a punto de atacarse. La cuestión era simple, el conglomerado se negaba a pagar la multa por incumplimiento, alegaban que fue agregada de manera fraudulenta una vez se supo que la negociación no se efectuaría. El abogado Argueta pasó los documentos notariados con las firmas de la Representante Legal de los azucareros, así como del consultor que estaba con ella el mismo día que se realizó el acuerdo, lo que menos podían sostener era que hubo alguna acción inapropiada por Yáñez Asociados. En vista que por la vía legal no obtendrían ningún avance, Mireya comenzó a llorar desconsolada recordándole a Theo que ellos eran pareja, el sentimiento de culpa que quería despertarle sería la manera como podría salvarse de solventar la multa, un dinero extra que iría directo a su cuenta personal con la deducción propia para los abogados y aseguraba su silencio. —Me dijiste que no tenías resentimientos —sollozó Iglesias haciendo que Samantha entornara los ojos hastiada por la mala actuación. —Señorita Iglesias usted debe entender que estos son negocios, mi hermano Theo no tiene resentimientos en su contra y podrán seguir su relación amorosa —explicó la pelinegra con una sonrisa hipócrita que destilaba la satisfacción de derrotarla en su propio juego y quitarle lo que más amaba, es decir, el dinero. —Samantha tiene razón —Theo trató de explicar la situación, pero Denise, su secretaria, ingresó solicitando disculpas por la interrupción, y fue a entregar la invitación que el señor Santiago exigió le diera personalmente a la señorita Iglesias. —¿Una reunión en su casa esta noche? —cuestionó Mireya extrañada por el sobre que le fue dado, los hermanos Yáñez se vieron tan sorprendidos como ella, no tenían ni idea de lo que hablaba. —El señor Yáñez le recomienda no faltar —la asistente salió sin dar más explicaciones. —Por ahora creo que es mejor dejar ahí la conversación —determinó Argueta que sabía a la perfección cual era el objetivo de la celebración, para su regocijo fue seguido por sus colegas—. Les sugiero hablar con sus asociados y yo le comentaré a mi jefe, el señor Santiago Yáñez, lo acontecido, ¿les parece vernos en dos días? Los juristas ultimaron detalles en lo que Mireya trataba de comunicarse con Zion y Samantha con su madre. Al cabo de unos minutos el único que quedaba en la sala era Theo llamando a Thiago, un simple w******p fue la respuesta: «Puntual a las 7 p.m., ven elegante. Te quiero». Resignado, siguió la orden de su padre y a la hora especificada se paró en la puerta de su casa ataviado con un elegante traje n***o, una corbata azul de seda que combinaba con sus ojos, y el cabello bien peinado que permitía ver los gestos que parecían delineados por un cincel en el blanco rostro. Sin importarle el escrutinio de quienes el día anterior lo amenazaron e insultaron, se dirigió donde se encontraba Santiago que le dio la bienvenida con gran alborozo. Minutos después, confundido entre los asistentes Theo procuró permanecer cerca de Manolo y Rebeca, sus únicos y verdaderos amigos, por su parte Mireya disfrutaba de la atención de varios periodistas que también llegaron invitados para el anuncio que Yáñez daría esa noche. A las 8 p.m. el anfitrión procedió a convocar a los presentes, pidiendo que su familia estuviera al lado de él. Lo sorprendente de la ocasión era ver a Thiago con una tranquilidad pasmosa que pocos considerarían como normal, tal vez la crisis económica causó un estado de depresión que se camuflaba con la indiferencia.  —Gracias por venir, sé que ayer para muchos estuve a punto de morir, mas “hierba mala nunca muere” —la risa por el chascarrillo fue secundada por varios mientras otros le reclamaban por la mala broma—. Amigos ver el final de mi vida tan cerca me hizo recapacitar en muchas cosas, pero sobre todo darme cuenta que lo más importante es la felicidad de mis seres queridos. Celmira lo sujetó del brazo para con una tierna mirada recibir un asentimiento con la cabeza. —Hoy quiero zanjar ante los medios y mis socios una enemistad que por años ha sido la comidilla de los diarios amarillistas, pero que por el beneficio de nuestros hijos hemos decido que el amor se sobreponga a la discriminación y los prejuicios sociales —Mireya sonrió satisfecha por las palabras que de seguro iban dirigidas a ella, grande fue su decepción cuando escuchó el nombre de Boris Kobe y su hijo Zion ser solicitados por el dueño de casa. —Por favor alcen sus copas y alégrense con nosotros por el compromiso de mi hijo Zion Kobe y —Samantha dio un paso adelante feliz por la sorpresa que su padre le reservó y que Boris pronunciaba—, Theo Yáñez. Un aplauso para los novios. La sala quedó en silencio, nadie daba crédito a lo que escucharon y menos los comprometidos que estaban tan sorprendidos como los demás. Ignacio Kobe y Manolo cruzaron miradas para comenzar a aplaudir deseando felicidad a la pareja, con timidez se unieron varios y al final todos los invitados se acercaron a los jóvenes que sonreían agradeciendo, pero que ni siquiera se miraban a la cara, en el instante que requirieron pasar al jardín a cenar, ellos fueron llevados al estudio donde Boris, Thiago, junto con dos abogados y un notario les esperaban. —¿En qué diablos pensabas cuando anunciaste mi compromiso con este imbécil? ¡No me casaría con él aun si fuera el último hombre del planeta! —¿A quién llamas imbécil? —gritó beligerante Zion empujando al pelinegro a su lado—. Por favor papá dime que esto es una broma. Los licenciados entregaron dos carpetas con la información sobre las condiciones del contrato de matrimonio, cada palabra indicaba que tenía más reversa un río que la unión entre ellos. —¿Por qué Theo? —preguntó resignado Zion al darse cuenta que por cretino hundió su propio negocio—. Es más coherente mi matrimonio con Samantha. Quería seguir discutiendo, pero los abogados fueron tajantes, cualquier cambio en las condiciones que la señora Dalila Kobe estipuló en el testamento, equivalía perder sus acciones en Yáñez Asociados y tener Kobe Co., que dar en compensación la mitad de sus activos al contrayente rechazado. —¿Y si soy yo quien lo rechaza? —los ojos de los dos herederos por primera vez mostraban el mismo interés en deshacer ese entuerto. —Kobe Co. fue creada después del deceso de la esposa del señor Boris, por lo tanto, debes dar en compensación el equivalente con las acciones en Yáñez Asociados al prometido, junto con los bienes a tu nombre —Argueta entregó el listado con la seguridad de que Theo no se desharía tan fácil de “Centauros”. —¡Dios, esto es una locura! —exclamó el pelinegro tomando el bolígrafo sobre la mesa y firmando el documento de solicitud que el notario necesitaba para la elaboración de la escritura pública que acreditaría su matrimonio igualitario ante la ley y la sociedad. Zion repitió la acción recibiendo el agradecimiento del funcionario que salió con los abogados y los novios a participar de la celebración. —¿Crees que funcione? —preguntó Thiago a sabiendas del problema que se le venía con Celmira y Samantha. —No te preocupes, Dalila siempre me dijo que lo que no logramos los dos lo harían nuestros hijos —respondió Borya pasando su brazo por los hombros de Yáñez—. Además, Manolo, Beka e Ignacio nos ayudan. El pelinegro afirmó con un suspiro. Salieron rumbo al jardín donde quedaron anonadados por la imagen que los recibió, una que nunca pensaron sucedería tan rápido. Como la más bella de las escenas románticas, Theo era sostenido por la cintura y la nuca por un Zion que lo besaba como si de eso dependiera su vida, al soltarlo el sonrojo en el ojiazul hizo que con sinceridad el castaño pronunciara lo que produjo los aplausos y los chiflidos de los que observaban. —Realmente sabes delicioso Theo Yáñez.
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