El plan

2230 Words
La mañana trajo consigo lo que Zion daba por hecho, por eso cuando Boris le recibió con una fuerte cachetada que alcanzó a desestabilizarlo, lo único que le dolió  fue el reclamo por el reclamo sobre sus acciones y la mirada que lo acusaba como si acabara de asesinar a alguien. —¿Qué tenías en la cabeza cuando concebiste todo esto? —los contratos que tiró sobre el escritorio eran los que Zion le quitó a Yáñez Asociados. —Te olvidas que ellos lo hicieron primero —respondió evitando permear la rabia por el golpe que recibió—. No merecen consideración y menos la tuya sabiendo que casi te matan. Boris negó con la cabeza, años atrás realizó una mala inversión por querer ganar dinero fácil y rápido, esto dejó al borde la muerte legal a Kobe Co. No obstante, para Zion el causante del descalabro económico fue Theo Yáñez, que a tiempo se dio cuenta del fraude y no permitió que su padre invirtiera. Desde ese día su hijo se autoimpuso la tarea de hundirlo, y aunque nunca pensó que cumpliría la promesa, las triquiñuelas que demostró podía utilizar le asqueaban porque si algo siempre le enseñó fue ser honrado en sus negocios, algo que poco le valió para en los múltiples contratos que le quito a Yáñez Asociados lograse que la empresa perdiera liquidez y las deudas aumentaran hasta quebrarla. —¿Qué te hace pensar que Iglesias no te hará lo mismo que a su prometido? Zion sonrió recordando como había conseguido la firma de ese contrato, por lo visto Theo necesitaba entender que la época de los caballeros había terminado y que las mujeres como Mireya necesitaban sentirse empoderadas tanto en el trabajo como en la cama. —Los Yáñez no tienen forma de salir del hoyo en que los hundí —respondió con una mueca de satisfacción que confirmó lo bajo que pudo llegar el muchacho para vengarse del pelinegro—. Te aconsejó que veas el noticiero, la señorita Iglesias dio un anuncio que los obligará a recurrir a nosotros para vender lo que queda de su compañía convirtiéndonos en la principal comercializadora del país. Boris no aguantó más la insolencia de su primogénito, le solicitó marcharse para encender el televisor y esperar por el  informativo de mediodía, incluso para él que sabía que lo que veía había ocurrido varias horas atrás, fue difícil mantener la calma cuando en el evento preparado por los Yáñez para informar de la firma del millonario contrato, la representante legal del conglomerado Mayakeg tuvo la desfachatez de informar que el gremio azucarero había establecido un acuerdo con Kobe Co., hacía una semana y que agradecía a la empresa por la oportunidad, pero las condiciones de la otra comercializadora eran insuperable. La cámara se enfocó en el rostro de sorpresa de Santiago, se escuchó el grito de Samantha al verlo caer inconsciente, los periodistas olvidaron al mayor y acorralaron de inmediato al joven heredero que luchaba por llegar a su padre. Kobe apagó el aparato y salió de la empresa, la orden a su secretaria no tenía discusión, el único que podía comunicarse con él era Ignacio y si la situación era de vida o muerte, se despidió y salió sin importarle que la empresa ardiera, necesitaba estar al lado de su amigo. Theo salió de la sala de espera de la clínica para no seguir viendo el noticiero, en el corredor le esperaban Celmira y Samantha junto con el abogado que representaba a los socios, su hermana fue la primera en increparlo por la estupidez de creer en la zorra de Mireya, logrando que la empresa quedara arruinada. Agradeció escuchar la voz de la enfermera preguntando por los familiares de Santiago Yáñez, acción que detuvo lo que parecía el inicio de la cantaleta de las dos mujeres. Pidiendo permiso al abogado el pelinegro siguió a las tres mujeres para saber sobre el estado de su padre, cuando estuvieron frente a la puerta de la habitación, Celmira levantó la voz increpándole con esa frase que podía destruir su autoestima haciéndole sentir como el verdadero y único culpable de la quiebra comercial y de la posible muerte de Thiago. Quedo inmóvil ante la sonrisa de su hermana, sus ojos se cristalizaron y sin darles el gusto de verlo llorar dio media vuelta para alejarse con algo de dignidad encaminándose donde el abogado que acababa de presenciar lo sucedido y atinó a colocar la mano sobre el hombro del derrotado muchacho, Theo respiró profundo para solicitarle que fueran a la oficina, sabía la situación no sería la más agradable, así que era mejor darle prisa al mal paso. Tan pronto cruzó la puerta del ascensor su suposición se hizo verdad. —Gracias a Dios llegó señor Yáñez, los teléfonos no paran de sonar y los socios piden una explicación a lo acaecido. —Llámalos y diles que recibirán una citación formal una vez los médicos determinen el estado de salud de mi padre —fue la primera de las instrucciones que la chica apuntó con diligencia para tan pronto tenerlas pedir autorización para retirarse. Quince minutos después el menor Yáñez junto a su mejor amigo  Manolo Tabares, el jefe del departamento Logística y Operaciones, escuchaban las consecuencias de la pérdida de los contratos con Kobe Co., aunque Samantha dijo que no causaron grandes estragos porque rápidamente fueron cubiertos por otros más pequeños donde las ganancias se recibían en corto tiempo, la situación era muy diferente. Los papeles sobre la mesa del despacho de Theo demostraban que Samantha a través de su cargo en el departamento de Gestión y Control logró desviar fondos que superaban en mucho las ganancias mensuales de la empresa, así mismo, cada contrato que no fue realizado se les cobró una indemnización que jamás fue avalada por gerencia y donde se veía la firma del abogado encargado de revisarlo con notas sobre la necesidad de confirmar la negociación para la completa aprobación. En definitiva, su hermana mayor trabajó para dejarlos en la calle, por lo menos a la familia, porque ella poseía un ingreso adicional que no podía ser tocado. Sin embargo, la caída fatal fue confiar en la palabra de Mireya Iglesias. La mujer firmó un pre-convenio que pedía muestras del Marketing que implementarían, generando gastos por la investigación de los mercados y la elaboración de las piezas publicitarias. Al menos el contrato tenía un porcentaje para esto, así que podrían cobrarlo como si de una agencia de publicidad se tratara sin importarles si lo utilizaban o no. El abogado mostró dos soluciones posibles, la primera era declararse en Bancarrota Personal, lo cual daría el tiempo para un avaluó de los bienes de la comercializadora y poder venderlos ganando tiempo para el pago a los accionistas. La segunda era negociar un plan de pagos en presencia de un perito que determinaría como se respondería a los socios. Cualquiera que fuese la figura jurídica, lo que si debían era ejecutar la multa que en el pre-contrato habían fijado si no se llegaba a cumplir con la negociación por alguna de las partes. —Considero que debe pensarlo con cabeza fría, por hoy descanse, y de acuerdo con el estado de salud de su padre, llámeme. —El licenciado Gómez tiene razón —secundó Manolo sin despegar los ojos de los documentos que leía con atención. Levantó la cabeza para despedirse del caballero y volver a la mesa a mostrarle de mala gana una relación entre dos de los departamentos—. Esto hubiese ocurrido tarde o temprano, tu hermana fue tan imbécil que no le importó perder su legado. —No hay pruebas para que mis padres crean que Samantha le suministró la información a Kobe —Tabares encendió un cigarrillo reconociendo que su amigo tenía razón, en eso fue bastante hábil— Además, Mireya era mi pareja. —¿No hablarás en serio amor? ¿Era tu pareja? La mencionada estaba parada en la puerta con los ojos cristalizados, detrás de ella la secretaria le pedía disculpas por no poder detenerla. Theo se levantó en lo que Manolo recogía los documentos para evitar que la visitante viera lo que su noticia provocó. —Escuchar la mitad de la conversación genera malentendidos, así que tu reclamo esta fuera de lugar. Mireya corrió a sus brazos pidiéndole perdón por no ir antes a verlo, pero lo acontecido en la mañana adelantó varias reuniones y causó un viaje a los cultivos. Con sollozos se excuso echándole la culpa a los inversionistas de la empresa que ella representaba, sabía que debía contárselo, pero no encontró el momento y tampoco podía violar el acuerdo de confidencialidad, las excusas se volvieron palabras sin sentido, lo que hizo que  Theo la soltara con delicadeza para callarla aceptando su disculpa. Manolo soltó una exclamación que atrajo la atención de la castaña, y como para fastidiar al mejor amigo de su prometido se ofreció a acompañarlos al hospital a visitar a Thiago. Theo hubiese preferido negarse, pero no quería más problemas, rogó mentalmente porque Celmira y Samantha no estuviesen en el lugar, un escándalo más sería el cierre de ese día tan perfecto.  Mientras tanto en la clínica Santiago Yáñez recibía a la persona que menos pensó ver en su lecho de enfermo, aunque conociéndolo, si era difícil mantenerlo lejos de él cuando todo marchaba bien, lo lógico era que en ese estado pronto iría a verlo para también echarle en cara lo manipulable que resultó ser Theo. Nada lo preparó para la propuesta que Boris Kobe le tenía y que podía ayudarlos en la situación que se encontraban. —Siempre creí que estabas un poco loco, pero esto me lo confirma. —¡Me ofendes Thiago! —dijo llevándose la mano al pecho representando su indignación—, es una broma, y como tal espero que la disfrutemos. —Asumiendo que acepto, Borya esto puede traer consecuencias que no te van a gustar. Boris agarró la mano de su antiguo compañero de clases mirándolo con la misma expresión de desamparo que tantas veces utilizó cuando era jóvenes, solteros y muy unidos. Lástima que el tiempo y las circunstancias los colocaron en posiciones diferentes convirtiéndolos ante la sociedad en enemigos acérrimos. —Sigues siendo un manipulador, no respetas que estoy en la quiebra y a punto de morir —el dramatismo en ambos era parte de ese juego de quienes crecieron juntos y se conocían mejor que nadie. La puerta se entreabrió para dejar ver la figura de la médica encargada, una que no logró ingresar por completo por la discusión que con desagrado mantenía con quien ocasionó que Yáñez estuviese en el hospital. Tiempo más que suficiente para que el mayor de los Kobe se escondiera.  —Quiero ver a mi suegro y si Theo no tiene problema con eso, no sé porque tú me lo impides. —Mira “rubia oxigenada”, si él es demasiado caballero para cantarte la verdad, yo tengo un paciente que proteger —repuso Rebeca Orellana, imponiéndose a la mujer que le sacaba casi diez centímetros de altura—. Así que aquí no vas a entrar. Manolo soltó la carcajada indignando aún más a Mireya, que fue detenida por Theo que acariciándole el rostro, solicitó que le esperara en el corredor, la chica, aunque disgustada accedió para verlo escoltar a la “enana” dentro de la habitación donde Santiago Yáñez estaba con un respirador. Rebeca verificó los signos vitales, sabía que el visitante debía permanecer en la habitación por lo que exigió a Theo ser lo más concreto posible, ella lo esperaría afuera. El pelinegro observó a su padre, lo amaba y comprendía que la noticia de la mañana era la sentencia de muerte para todo lo hecho en su vida, nadie quiere ver que por lo que ha trabajado en un instante sea destruido. Le dio un beso en la frente y le prometió que solucionaría todo, la mano de Santiago sujetó la de su hijo para abrir los ojos y con dificultad indicarle lo que debía hacer a primera hora. El ojiazul aceptó y le suplicó descansar, salió para encontrarse solo con Rebeca y Manolo. —A tu noviecita la llamaron y dijo que después se comunicaba contigo —explicó Tabares abrazando por la espalda a su esposa. —Tu padre está fuera de peligro, una descompensación que no pasó a mayores —explicó la castaña de ojos verdes—. Debe descansar por hoy, mañana le daré de alta. —Bien —respondió Theo más tranquilo—. Papá pidió una reunión para mañana a las cinco de la tarde con los socios, así que tenemos trabajo desde temprano. La pareja de amigos se despidió de la doctora que al verlos lo suficientemente lejos ingresó para encontrar a los dos mayores hablando divertidos. —Gracias Beka, Manolo es muy afortunado de tenerte —dijo Thiago con una sonrisa que siempre lograba sonrojar a la joven, nunca lo reconocería en público, pero el señor Yáñez era su amor platónico desde que lo vio años atrás. —¿Contamos con tu ayuda y discreción? —por el contrario, Kobe era un odioso que le ponía los pelos de punta por lo insolente que podía actuar. —Creo que soy la única persona que está al tanto de sus secretos señores ¿podría negarme?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD