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La novia del presidente

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—Hola Miriam ¿Me recuerdas? Soy yo, el chico que se moría por ti en la prepa. Te hice caso, me superé y ahora soy el presidente de este país. Me gustaría que fueras mi novia, si, tú puedes ser la primera dama, pero antes tendrás que hacer algo por mi....Descubre el misterio de por qué se volvieron a unir.

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Capitulo 1
Era una limusina bastante grande y con mucho espacio por dentro. Los lujos que en ella estaban solo los había visto en las películas. Los asientos eran tan suaves que podría haberme quedado dormida... si no fuera porque me habían secuestrado en ella. Unos tipos con traje y lentes obscuros se acercaron a mí diciendo que el presidente me estaba esperando en su casa. ¿En verdad pensaron que yo iba a creer eso? Por supuesto que no, así que traté de ignorarlos e irme de ahí pero fueron tan persistentes que insistieron en llevarme con ellos. Me cerraron el paso justo en aquel parque que para mí desgracia no estaba tan transitado. Solo un par de niños pudieron ver el evento pero poco pudieron hacer. Esos hombres trajeados se tomaron muy en serio su papel y me subieron tan rápido que no pude reaccionar. -No queremos que se sienta cautiva.-Dijeron al ver mi cara de desesperación.-Pero tenemos órdenes de llevarla y si se rehúsa tendrá que ser por la fuerza. Poco pude hacer ante aquello, tuve que colaborar y disfrutar de la vista del interior de aquel auto mientras me llevaban de paseo. Llevaba más de diez minutos en ese trayecto, con cada uno que pasaba me relajaba más pero también me llenaba de dudas. Ciertamente el auto podría pertenecer a un presidente, los lujos que tenía bien lo valían. Tenía los asientos de color café claro con lo respaldos dorados, el piso brillaba por lo pulidos que estaban. A la mitad había una mesa con cristalería arriba de ella. Copas igual de brillantes junto a botellas con líquidos de varios colores, debían ser whisky, martini o coñac. Las luces en el interior te hacían pensar que estabas en el interior de un antro. Eran fosforescentes y estaban encendidas para decorar más que para iluminar. En cuanto a mis acompañantes, eran tres y estaban dos en frente de mi y uno más a mi costado. Seguramente para que yo no hiciera algo estúpido en su contra. ¿Por qué no grabé el evento? Porque desde que subí, esos tipos me quitaron el celular así como cualquier cosa con la que pudiera hacer contacto con el mundo exterior. La velocidad a la que viajabamos era muy lenta, había mucho tráfico como ya era costumbre en la ciudad a esa hora. Podía ver en sus rostros la desesperación por cumplir su misión lo antes posible y que el resto de coches se los impedía. Se estaban tomando muchas molestias. No puedo decir que usaron mucha violencia en mi contra. Soy una mujer delgada de 1.65 metros, muy delicada y sin conocimiento en la defensa personal. Así que asegurarme como su prisionera fuí demasiado sencilla. Traté de utilizar lo único que podía en ese momento, mi boca. Con esta, intenté morder pero también gritar y así pedir ayuda pero no me permitieron nada de eso. Uno de ellos me puso su gruesa mano sobre mi boca y al agarrarme tan fuerte del cuello, no me dejaron ganas de hacerlo. Ahí solo me subieron y me pidieron colaborar. Como si fuera tan fácil dejar de hacer mis múltiples tareas por una aventura con esos sujetos y su extraña y misteriosa forma de hacer las cosas. Su intento de intimidar y hacerme pensar que en verdad trabajaban para el presidente estaba funcionando. -¿A dónde me llevan?, ¿por qué me traen aquí?-Pregunté tranquilamente rompiendo el silencio que se apoderó del lugar.-¿Qué es todo esto? -Ya se lo dijimos.-Respondió uno de los que estaba enfrente de mí, un hombre calvo, muy robusto, cuyos ojos y parte de su rostro estaban ocultos por unos lentes oscuros y grandes.-Somos de la guardia presidencial. El señor nos envió por usted y ahora mismo nos dirigimos a su casa. -¿Nos dirigimos a los pinos?-Pregunté aún incrédula. -No señorita.-Me respondió mientras reía junto a su compañero.-Esa es la casa del presidente a nivel social, pero él tiene la propia, una de la que muy pocos saben. -¿Y por qué lo sé yo ahora?-Estaba muy desconcertada en la forma tan simple con la que me contaban todo eso.-Se supone que es algo ultra secreto ¿No? -Asi es, pero el señor presidente nos dijo que usted era de confianza.-Me respondió el otro que estaba enfrente, justo al lado del hombre calvo. Este sí tenía bastante cabello y estaba peinado hacia atrás.-Dijo que usted no le recordaba pero en cuanto lo vea sabra de qué se trata. -Estás diciendo que estoy aquí porque el presidente me conoce y pidió enviar por mi.-Ahora comencé a reír yo también.-Ahora entiendo, caí en la broma. ¿Dónde está la cámara? Los hombres se miraron y continuaron riendo, al parecer les hizo mucha gracia mi comentario. Eso me estaba convenciendo de que efectivamente nos dirigíamos a la casa del presidente. ¿Con qué propósito? Me pregunté muchas veces en mi mente y en ninguna pude responder algo razonable. Soy una chica normal que ni siquiera está involucrada en la política, ¿Qué podría ofrecer yo presidente? Un error... pensé brevemente y esa palabra encajaba perfectamente con lo que pasaba. Seguramente me parezco a la mujer que buscaban o simplemente se habían equivocado así que se los hice saber. -Ustedes llevan a la mujer incorrecta.-Traté de ser lo más dulce posible con mi tono de voz.-Estoy segura que no soy la persona que buscan. -Eres Miriam Lírica Zamora ¿no?-Me dijo el hombre calvo al instante. -Si, ese es mi nombre.-Constesté con ganas de seguir peleando por la equivocacion. -Vives en la calle Zapata #15, edificio rojo ¿no? -Así es pero... -Estudiaste la prepa y la universidad en un colegio de paga ubicado en el centro de la ciudad, muy cerca del trabajo de tu padre.-Hablaba tan rápido y seguro que poco podía debatirle.-Terminaste y ahora ejerces como publicitaria ¿no? -Si, esa es mi vida... -Entonces tranquila. Si eres la mujer que buscamos. No sabía si sus palabras debían tranquilizarme o alterarme más de lo que estaba. -¿Por qué me traen aquí?-Continúe con las preguntas.-¿Qué hice? Pero ninguna de mis cuestiones fue respondida. Ellos solo se miraron, se burlaron y se hicieron señas, no me dijeron nada más. El tercer hombre, el que estaba a mi lado. Era mucho más serio. No había dicho ni una sola palabra ni había mostrado expresión alguna. Claro aunque esto último no era fácil de ver gracias a sus lentes obscuros. Conforme pasaron los minutos me fuí soltando un poco más e hice lo único que podía; analizar todo de manera visual. Los hombres de la guardia eran muy interesantes, guapos, varoniles, misteriosos y muy musculosos. Al inicio no me había fijado en esos aspectos pero al no tener nada más que hacer lo noté. La idea de una broma de televisión o programa de internet, ya se había descartado por completo. Había comenzado a creer que me dirigía con quien dijeron y a donde decían. ¿Yo con el presidente? Era una locura pero por algo estaba sucediendo así que hice mil suposiciones. Ninguna de todas las que hice fue la que esperaba. Después de unos 20 minutos más, por fin llegamos a lo que parecía una zona residencial. No pude ver el rumbo pues los vidrios de la limusina no me lo permitieron. Al llegar, bajaron un vidrio para comunicarse con el guardia de la entrada, fue ahí que pude darme cuenta de lo que se trataba. El guardia les dejó pasar de inmediato, abrió unas puertas de color n***o muy elevadas. Estas daban el acceso a un jardín enorme, y cuando digo enorme lo digo en serio. Metros y metros de área verde, fuentes y un camino hacia una enorme casa que estaba justo en el centro. Caminar hacia la entrada debía ser muy cansado así que agradecí el uso del automóvil para llegar hasta ahí. Cuando llegamos, se estacionaron en un área donde había otra limusina igual a la que iba yo. Después de detenerse no bajaron de inmediato, esperaron una señal que les dieron por radio y que un par de sus compañeros llegarán ahí. Me sentí nerviosa nuevamente, se apoderó de mí una presión en el pecho, de esas que ocurren cuando tendrás un examen o presentación muy importante. Los guardias de afuera abrieron la puerta y de inmediato descendimos.

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