Ejecutar el plan de conquista

1449 Words
(Caramelo) Aspiro fuertemente al sentir el aire fresco y la paz que emana este hogar, ya me hacía falta ver el rostro de mi señora Luciana y el de mi señor Máximo, ambos son importantes, pero no puedo opacar lo que las demás personas son para mí, como; la esposa y la familia de mi señor Máximo, sin dejar atrás el amor que siento y sentiré por la carita fina de Dayron. Dayron es el chico del que jamás pensé ilusionarme o de que el amor tocara a mi puerta y fácilmente abrirla sin saber las consecuencias que conlleva a una desilusión, dolor y traición. Puede que me esté arrepintiendo de haber regresado, pero después de lo que hice mi corazón no puede dejar de pensar en lo mucho que amo a Dayron y de lo que puedo hacer por él. Estuve un año fuera de la ciudad de Moscú para recibir con los brazos abiertos a la gran Sicilia, pero no es porque yo lo hubiese deseado o porque mi destino es matar, vengar y seguir matando, no. Mi única razón por la que tuve ese viaje es porque Dayron tuvo algunos errores en el funcionamiento de la organización y uno de ellos es el incumplimiento de una buena tanda de mercancía; una mercancía de la que no debía haber errores. Sé que el padre lo quería matar y ni se diga de mi señor Máximo, y por eso tuve que interceder y no permitir que le hicieran nada malo, así que les propuse hablar con la persona de la que está que revienta de la rabia. Una de las reglas de la organización es la lealtad, seguridad y tu palabra. No es que me las quiero dar de superheroína, pero la verdad es que no quería que la palabra de Dayron influyera en su reputación como nuevo gobernante, por eso me puse ante el hombre que quería destruir a Dayron y le confesé que todo fue mi culpa. Me arrodillé ante él y le dije que podía hacer lo que él quisiera o que me diera unos días para reunir nuevamente el cargamento. Luego de unos minutos esperé su reacción y su respuesta definitiva. Alzó su arma y la apuntó directamente hacia mi frente diciéndome que quería la mercancía porque el insulto se pagaría con una unión entre ambos. Mmm... Sacudo mi cabeza al recordar lo que hice para que todas las cosas estuvieran como están, pero eso no lo sabe Dayron y entiendo el odio que tiene hacia mí, y puede que tenga más odio al saber que me he casado, pero que también he enviudado porque lo he matado. Mi plan era ganarme la confianza del infeliz del italiano, para después atacar por las sombras y liberarme de ese peso del que me arrepentí por un momento. Cada momento, segundos, minutos y hora que pasaba con el italiano, era como mi mismo infierno, pero también supe cuánto es el inmenso amor que le tengo a mi carita fina.   No sé si fue mala o buena idea estar en el mismo lugar donde él esté por lo que es obvio que Dayron no soportará mi presencia y no querrá escuchar explicaciones de nadie. —Lo siento, Caramelo —alzo la mirada y veo que es la esposa de mi señor Máximo. Me levanto del hermoso pasto verde y en milisegundos quedé frente a ella. —Fue mala idea regresar —mis ojos poco a poco comienzan a salpicar—, no puedo venir como si nada después de lo que hice. —No, no y no —insiste tras posar su mano en mi mejilla—. Mi hermano tiene que estar agradecido por lo que tú hiciste. —Lo sé, pero lo mejor es que él no sepa nada de lo que hice, deja que piense que me fui contra el mundo para descubrir quién soy o qué es lo que realmente quiero en mi vida. Recuerdo perfectamente los días que rechacé a la carita fina de Dayron, y todo lo hice porque él es mucho para mí, puesto que mi pensar era que Dayron debía buscar a una mujer que esté a su nivel y no una mujer que es una asesina en serie, una que mata por placer y por trabajo, una mujer de la que no le teme a un hombre y menos a una bala. El detalle es que ahora no puedo y no quiero que esté con otra, ya que ahora entiendo que puedo darle el amor que cualquier mujer no le podrá dar. —Nadie se irá de esta casa y prometemos no decirle hasta que tú des la orden —ambas alzamos la vista y nos sorprendemos al ver al señor Dylan. Me siento un poco apenada por la situación, pero también feliz de estar con las personas que me consideran su familia, aunque tenga que soportar y lidiar con la furia de Dayron. —Deja las niñerías Caramelo y demuéstrale a Dayron de lo que estás hecha y de lo que se perderá si no se doblega ante ese orgullo de hombre ofendido y lastimado. Liliam tiene mucha razón y por eso dejaré que el tiempo hable por sí solo. —Calma tus pasiones mi amada esposa, no creas que el mocoso lo dejará así de fácil. —Te puedo dar un par de trucos y verás cómo ese hombre se doblegará ante ti —la señora Luciana me guiña un ojo y todos empiezan a reír. Mi señora Luciana siempre será mi señora Luciana y ahora más al ver que está a punto de dar a luz. Me alegra ver que su sueño se cumplirá, ya que siempre había deseado ser mamá, pero creo que no ocurría porque no era el momento. Ella quiere que conquiste a Dayron y la única forma es seduciéndolo. —Puede darme lo que quiera mi señora Luciana, pero también quiero trabajo —penetro mi mirada en los ojos del señor Máximo. —Espera y verás —da media vuelta y todos nos quedamos viendo entre sí. (Dayron) Ríe lo más que pueda, disfruta lo que tienes que disfrutar y vive lo que tengas que vivir, pero ni creas que dejaré que te acerques a mí o que te dejaré fácil el camino al estar rodeada de mi familia. Que te proteja mi familia, que te alaben y te reciban con gran amor, pero lo único que recibirá de mí es odio y más odio. Desde mi ventana puedo ver que todos disfrutan de la bienvenida de mi hermana y su familia, pero también de la inmadura de Caramelo. No sé cómo puede tener el descaro de pisar un pie en mi propia casa después de que ella se fuera. —Deja de amargarte la vida —escucho la voz de Máximo entrar a mi habitación, y sin quitar la mirada de la ventana que me deja ver el panorama de la hipócrita de Caramelo; estando como si nada, rodeada de mi familia. —No la amargo, lo único que observo detenidamente es el nuevo terreno en el que caminaré —balbuceo. —No seas inmaduro mocoso y mejor disfruta el momento que es sabio —me da un par de palmadas en la espalda, para luego señalar la razón por la cual he perdido mis estribos. Al escuchar su discurso de perdonar o llevar la fiesta en paz he decidido que todo el mundo tiene que darse cuenta de que Caramelo no es nada y no significa nada para mí, pero para hacer eso tengo que hacer algo que jamás en mi vida había hecho y es ignorar la presencia de Caramelo y no exhibir mi furia que mi cuerpo y mi corazón emanan incontrolablemente. —Quiero que dejemos de hablar de ella y mejor dime que te trae por aquí —doy media vuelta y me encamino hacia la salida de mi habitación. —Tenemos un negocio y tú estás incluido en él —dice tras mis pasos. Oh, me lo esperaba, ya que su visita inesperada era por algo sumamente grande. Ja, ja, ja... todo de pasar más tiempo en familia es más que una fachada, ya que no pasaron con nosotros todo el mes de diciembre. —Vamos al despacho —hablo tras salir de mi habitación. —En un momento te alcanzo —escucho el grito mientras bajo las escaleras. Me detengo en seco al ver que una intrusa está sentada en mi silla, esa misma que acababa de observar por la ventana de mi habitación. —He regresado —esboza una enorme sonrisa. ¡Oh, no!, te acabas de meter en la cueva del lobo.
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