—Después de salir de la casa de Tom, tú...
El cuerpo de Mia se rozaba con desesperación sobre la erección dura y cubierta de ropa de Oliver. Necesitaba urgentemente sentirse aliviada y sollozó frustrada cuando no pudo sentirlo por la culpa de la estorbosa ropa del azabache.
—Vamos a divertirnos, Oliver
Silver gruñó cuando su cuerpo no pudo resistirse ante la estimulación. Era demasiado; sus manos picaban por tocar el cuerpo de Mia para alejarla de él, pero temían lo que eso podría ocasionar.
—Mia, por favor, para. —Trató de pedirle que bajara de su regazo, pero fue imposible y todo su cuerpo se estremeció cuando ella empezó a lamer su cuello. "Jodidos infiernos," maldijo en su mente, apretando su mandíbula.
—Dime que no quieres esto, que quieres que pare y lo haré. —Con osadía, tomó
