De pequeño a grande

1938 Words
A Kamal le enseñaron desde muy pequeño que un buen rey, sentía amor por su pueblo y por su familia, pero, que ese amor era una gran vulnerabilidad, su padre, le levantaba. Faltando diez minutos para las cuatro, le daba una taza de té y le llevaba a meditar, luego, hacían ejercicios, practican un poco de defensa personal y tomaban un baño y escuchaban las noticias de los alrededores y de las propias, compartían el desayuno con la familia y tanto a él como Elías los enviaban a clases de una vez. Después de haber desnudado su alma frente a su esposa, llorar como un niño pequeño, adorar su cuerpo a pesar de las cicatrices y el dolor que los ojos de su esposa reflejaban, después de reír juntos mientras veían una película hasta quedarse dormidos. Selene estaba muy cómoda durmiendo abrazada a la almohada, por lo que no le dio tanta pena salir de la cama. Kamal fue a tomar una ducha de agua fría para iniciar el día, luego se rasuró el rostro y se puso la ropa deportiva. Cuando salió del cuarto de baño se encontró con su esposa, sentada cerca de la ventana con un pedazo de pan en la mano. La mujer le da un mordisco y le mira con el rostro serio: —¿A dónde vas a esta hora? —Buenos días, Selene. —Buenos días... Kamal. —Bueno. Voy a… meditar, a correr, comenzar el día y planeaba dejarte descansar. —Planeabas evitarme toda la mañana. —No. —Kamal, ¿te ignoraban de pequeño o qué es lo que pasó? ¿Te daban afecto y después tus papás? ¿Qué se escondían y te ignoraban? —Mi día comenzaba perfecto, me trataban como un príncipe y posteriormente iba a clases y el profesor me gritaba y me pegaba. Me recordaba lo mierda que soy. A veces ponía la mano para que no le dieran a Elías y otras veces mi hermano enloquecía y tomaba la regla de madera y le pegaba al profesor quien no le acusaba porque sabía que le despedirían. Ella se quedó en silencio observándole horrorizada por la confesión que estaba haciendo tan cruda. Kamal se quedó en su espacio, evitando la mirada de lástima en su esposa. Dejó el pan de vuelta sobre el plato. Se acercó a su esposo y le dio un abrazo. —No quise ser grosera Kamal. Nunca me habías contado algo como esto. Lo que quise decir antes de despertar tan amargo recuerdo es que me gustaría que te quedaras conmigo. Que no necesites salir corriendo después de reír, llorar o hacerme el amor. —Bueno, claro. Eso estaría muy bueno. —Su esposa asiente. —Tú también puedes hacer de lo mío. Puedes venir a correr conmigo, alístate. —No, voy a comerme este pan dulce, buenísimo, lleno de mantequilla, con ese jugo de naranja, y después, vas a venir conmigo y te voy a abrazar y vas a cerrar los ojos y probablemente te duermas. Kamal intentó no reírse. —Tengo… tengo compromisos. —Cancélalos. —Tengo que verme con mi hermano. ¿Eso lo cancelo o puedo reunirme con él? —Ella se ríe. —Si es placer entra en lo que tienes que hacer, si es trabajo o reino, entonces seguiremos en la cama y pasaremos de Elías. Kamal se vio los tenis y asintió mientras intentaba convencerse a sí mismo de hacer lo que su mujer decía, recordaba que muchas veces, ella se resentía porque él no asistía a sus actividades con amigos o familia o no tenía tiempo para quedarse en casa y simplemente ser una familia. Él no quería reiniciar su relación con bases pobres y descuidadas, quería hacer las cosas importantes, las que hacían feliz a Selene. Su esposa observó el cuerpazo que tenía Kamal, era espectacularmente guapo, muy fuerte y atlético, tenía una figura impresionante, incluso cuando se acercaba cada vez más a los cuarenta. Notaban su presencia incluso sin que abriera la boca, lo veía cuando. Daban un paseo en la calle, la gente abre espacio para él y cuando ingresan un lugar por modesto formal que sea, siempre todos quieren complacerle y nadie parece lograrlo. Ella estaba agradecida con por la disciplina del rey, instruyó a su hijo, pero le dolía que no trabajaran esa parte emocional y mental que en Kamal estaba debilitada y muy triste. Eso sí, saber de sus maltratos y del exceso de reglas que tuvo Kamal de pequeño, la hizo entender por qué tenía tanto miedo de convertirse en su padre. Kamal era todo menos un sádico o un jefe intransigente, él es más de hacer las cosas y aprender cada uno de los roles, incluso le gusta conocer a cada persona, saber sus historias, las de sus familias y disfrutar del amor y la vida. El rey que su país esperaba nunca estaría listo porque a pesar de lo duro que quería aparentar ser, Kamal jamás le quitaría la regla de la mano a alguien y se la quebraría en la espalda, él era más de aguantar cada golpe en silencio y seguir con su vida, llevar el dolor y no molestar a nadie. —Mi amor, ¿quieres que te ponga pan? —Ahora... me siento culpable de comer pan porque no voy a ir a correr —Selene ríe y le acerca el pan con mantequilla a la boca, su esposo sonríe y le da un mordisco al pan y un beso en la mejilla a ella. —Voy a cambiarme. —Sí, ponte cómodo. Ella le observa divertida y él va corriendo a cambiarse al baño, desde ahí la informa a su personal que no estará disponible para el día y le recuerda a su hermano pequeño de su cita. Kamal ¿Nos vemos hoy? Elías Qué ansioso eres, sí Kamal, anhelo verte. Kamal No parece Kamal sale del chat y escribe a su hermana. Kamal Farah, buen día, cómo te sientes. Farah ¿Qué te pasa? Kamal Tu madre ha llamado y ha pedido que les llames, tú y Lorenzo. Farah Ya... claro voy a llamarle. Gracias. Kamal ¿Quieres ir a desayunar? Farah Tal vez, pero fuera. Kamal Como en unas dos horas. Kamal le escribe el mensaje de su madre a Lorenzo y le pregunta cómo está este muy amablemente, le responde que en el paraíso y su hermano se ríe, decide no preguntar. Regresa a su lado. La carga y la sienta sobre su regazo, Selene se acomoda entre sus brazos para ver el sol salir y decide hacer una concesión. —Siempre he querido ser una persona que corre. —Déjame mostrarte lo importante que es correr por las mañanas —la emoción en Kamal la hace reír. —Yo estoy gorda, no puedo hacer una locura y lesionarme. —No, no, no. Estás guapísima y es un ligero sobrepeso. Hoy vamos con el doctor y nos hacemos un chequeo de arriba abajo y empezamos a caminar mañana, temprano, primera hora del día. —¿Te emociona esta idea, verdad? —Llevo años querido que seas una corredora. Eso te hace la esposa perfecta. En un año, vamos a hacer una maratón de parejas. —Ay, Kamal. —Que sí, que sí —responde emocionado mientras aplaude y ella ríe. La risa de Selene le parece tan sanadora, tan llena de paz, de amor y pureza, le encanta escucharle, reír. Cuando están juntos no necesitan de nada para reírse y ser felices. —Kami. —¿Sí? —¿No quieres ser Rey o no quieres ser tu padre? —Mi padre era un excelente rey. —Sí, pero, permitía que te hicieran cosas que no van con tu carácter. Kamal observó a su esposa en silencio, finalmente aclaró un par de cosas, su padre no permitía que le maltrataran. Jordan, institutor, creía que Kamal necesitaba ser más fuerte, más tosco, más hombre. A una edad temprana y quería quebrarle un poco la alegría de tenerlo todo facial, la libertad emocional y mental que sus padres le daban. El hombre le trataba mal, le castigaba con frecuencia y le pegaba sin dejar marcas visibles, siempre en los nudillos y en los pies, y le había enseñado a decir que se lo había hecho jugando. Así aguantó por cuatro años hasta que Elías quien no aguanta nada y en su primera semana casi se enloqueció con el trato que le daban a su hermano, golpeó al profesor. Su hermano vio cómo le maltrataban y durante tres semanas y como Kamal le protegía con su cuerpo para que no recibiera los mismos castigos, todas las tardes decía: Kamal, le voy a decir a mamá como te hiciste eso. Pero Kamal llevaba mucho tiempo pensando que no era suficiente para ser rey, para ser como su padre. Así que pensaba que estaba bien recibir los castigos. Elías esperó a que el profesor se acercara con la regla para pegarle a su hermano en las manos y se la quitó, le pegó hasta cansarse y después fue corriendo con la regla quebrada a la oficina de su padre, quien casualmente estaba reunido con la reina. El pequeño les dijo llorando horrorizado y cansado lo que le hacía ese señor a su hermano, los reyes salieron de la oficina y buscaron al mayor de sus hijos. Kamal estaba escondido en el armario de su habitación, su padre le tomó del brazo y le revisó los nudillos, las rodillas y los dedos de los pies. —¿Cómo has permitido que te hagan eso? —preguntó su padre furioso. —¿Kamal, hijo, estás bien? —dijo su madre mientras le abrazaba. —¿Kami? —Papá, no quiero que te enojes conmigo. —Estoy furioso Kamal, hace cuánto estás aguantando maltratos. —Papá, perdón. —Bebé, no tienes que disculparte, no. —Le dijo su madre. —Kamal, ya no puedo dejar que te peguen porque me voy a volver loco y si tú no haces nada papá. Voy a matarlo. —Tranquilo hijo, tú hiciste lo correcto. Kamal, me explicas qué pasa por esa cabeza tuya. —Pensé, que tenía que aguantar. —Un buen rey, jamás le aguanta mierdas a nadie. Su padre salió furioso y buscó un látigo, enfrente de todos los tutores y empleados golpeó al profesor de sus hijos y les dejó claro que ningún príncipe en el reino recibiría castigos físicos, al único que no le quedó claro que no merecía vivir con dolor fue a Kamal. —No quiero hablar de eso. Quiero hablar de tener un bebé. —Kamal estás cambiando de tema, yo… —Sí, estoy cambiando de tema. En serio, Ágape, o puedo hablar más de esto. —¿Ahora quieres ser papá? —Bueno, desde la última vez que hablamos, me metí un poco en tu vida. —Dios. —Y vi que tienes óvulos congelados aquí en Nueva York y yo produzco e*****a todo el día, millones de millones y pensé, qué tal, si movemos el proceso y fecundamos unos óvulos, nos los congelan y si todo va bien en seis u ocho meses, contratamos un vientre de alquiler y en casi dos años seremos papás. O sea, con tiempo. —¿Tú quieres ser papá? —Podemos siempre adoptar. Yo creo que en Tierra del sol me darían un niño solo por ser yo. —Disfrutemos esto, danos quince días y lo pienso. —Vale. —¿Qué quieres ahora? —Un beso profundo. —Ay, Kamal. —En la cama… y… quitarte el pijama. —Acepto.
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