alkharij

1734 Words
Hay dos cosas que no cambiarán en Tierra del Sol: el rey y el Corán son la ley. Isam había fallado de todas las formas posibles a su reino, cuando había elegido a una mujer a la que amaba y al mismo tiempo era imperfecta. Se había casado con una mujer quien ante los ojos de su pueblo, era una desnudista y madre soltera. Eleonor, básicamente, no tenía perdón de Dios y para empeorar las cosas, era católica. La decisión de Isam era una vergüenza ante un pueblo machista en el que la mujer tiene un rol principal de sumisión y maternidad. El reino no podía permitirles tener un hijo homosexual, no públicamente, incluso si a él no le importaba. Siempre había pensado que la felicidad de sus hijos era lo primero. Por eso le había dado a Kamal tiempo para disfrutar de su vida antes de ser rey, le había proporcionado a Elías todos los recursos para que conociera el mundo y persiguiera sus propios sueños, y había apoyado a Lorenzo para que se estableciera en Madrid por su cuenta. En casa, estaba esperando a que Max decidiera cómo quería vivir su vida, y cualquiera que fuera su elección, él la aceptaría. —En este pueblo, queman a los homosexuales en hogueras —dice Kamal—. Sé que acabo de ser un idiota contigo y me disculpo, pero me preocupa. Tienes casi veinte años y no sé si planeas refugiarte en este palacio o seguir refugiándote en Dios, pero necesitas tomar una decisión. Puedes venir a Grecia conmigo. —¿Para acosarlo? —pregunta Farah—. Mi hermano está bien aquí. —Es su decisión, Farah. Si quieres irte a cualquier lugar del mundo que no sea el castillo, no puedes quedarte en Tierra del Sol. Porque dentro de las paredes de este palacio, daríamos nuestras vidas por ti, pero fuera... Cada vez que Max sale a repartir alimentos, pone su vida en riesgo. Además, no está realmente viviendo. Elías tiene sus negocios, Lorenzo está estudiando en la universidad; Max no puede ser el hijo aparentemente perfecto para siempre. —Max es perfecto —replica Zair. —¿Por qué no lo quemamos en la hoguera? —grita Amir, y su padre se cubre la mitad de la cara. Eleonor era la menor de tres hermanos mayores y había presenciado cosas desagradables. Había conocido la peor versión de muchos hombres. Había soportado faltas de respeto porque la gente creía que solo era una cara bonita, una mujer con un cuerpo atractivo que disfrutaba de la moda, las joyas y los lujos. Ella había presenciado y participado en peleas entre hermanos, pero lo que sus hijos tenían era una crisis de resentimiento, poder y egos. Desde el hermano menor hasta el mayor, todos estaban cargados con el poder de mandarse unos a otros, y eso era fatal. No podía haber armonía de esa manera. —Hola —llamó la atención de sus hijos—. ¡Buenas! Todos se quedaron en silencio. —He aguantado demasiado en esta familia. Ustedes dos se sientan en extremos opuestos de la mesa en Navidad, gruñen cuando mencionan el nombre del otro. Lorenzo, con todas tus relaciones sexuales irresponsables... —Sí, te pasas murmura Farah. —Tú te crees la madre de tus hermanos y mi madre. Ustedes dos se tratan horriblemente. —Te olvidaste de Max —acusaron todos los hermanos. Isam miró a su hijo, cuyo ánimo estaba decaído y la vista fija en la mesa. Eleonor golpeó la mesa un par de veces para llamar su atención, y su hijo la miró. —Max, está bien ser gay. Tu papá y yo hemos tenido muchos amigos homosexuales, y no nos importa si vas al infierno o no, porque Dios es un Dios bondadoso y te hizo así. Si lo que digo no es cierto, al menos vive como un rey ahora. Experimenta, diviértete, come, ríe y sé feliz, hijo. —¿Por qué Max siempre sale favorecido? —murmura su hermana, y Lorenzo le da un codazo. Los dos comparten una sonrisa y todos miran al rey. Su padre permanece en silencio. —Si decido ser homosexual, tengo que irme de casa. No podré venir en Navidad ni en cumpleaños. No podré ser enterrado, no podré ir a la mezquita ni ver a la gente del pueblo. Por eso he decidido ser célibe. Kamal, no deberías preocuparte tanto. Siempre te preocupas por ti mismo, y sé que ustedes dos son mucho más progresistas, mamá y papá, pero yo quiero ser tradicional como mis papás y mis abuelos. Max se levanta y rodea la mesa para ponerse en medio de sus padres. Se inclina en cuclillas y besa los nudillos del rey. Isam acaricia su cabello y Eleonor le acaricia la espalda. Max se pone de pie, se disculpa con todos, y les da un beso y un abrazo a sus padres. —Gracias por su apoyo y su amor. Gracias por cuidar de mí y de mis hermanos. No puedo ser más afortunado —dice, y Eleonor lo abraza.—Max toma la copa—Nos hemos reunido aquí porque hoy es el aniversario de la muerte de mis padres, y aunque seguro habría sido muy feliz si ellos estuvieran aquí, no habría encontrado el amor y el entendimiento que mis papás, Isam y Eleonor, y mis hermanos pequeños me brindan. Así que celebremos lo que sí tenemos: a Zair y Amir, príncipes de nuestros corazones, a Farah, la mejor princesa de la historia; Lorenzo, mi hermano del alma, y a los otros dos… —sus hermanos pequeños rieron—Independientemente de sus formas de ser y sus ambiciones; los amo a todos y estoy agradecido por todo lo que han hecho por mí. Le dio un sorbo a la copa. —Ahora voy a orar. Hasta luego. —Max le dio un beso a la reina y otro al rey. Luego miró a Amir y se acercó a él, abrazándolo. Después acarició la cabeza de Zair y le guiñó un ojo. Lorenzo se puso de pie y sonrió. Los dos hermanos rieron y Max le dio el abrazo que su hermano quería. —Eres mi hermano favorito —susurró Max en su oído, y Elías les dio un golpe en la cabeza a ambos. —Te amo muchísimo —dijo Elías. Max estaba por salir cuando Kamal se puso de pie y lo siguió. Los dos se miraron a los ojos y Kamal se disculpó: —Eres mi hermano y quiero lo mejor para ti. No sé expresar las cosas y no siempre te lo demuestro, pero tú y todos ellos me importan. Eres el hijo favorito de mi madre y sigues siendo el hijo favorito de todos en esta familia. Nos das amor, protección y fe en la humanidad. Lo que quiero, lo que queremos darte, es felicidad. Si quieres que te compre un país, lo compro; si quieres que extermine una religión, lo hago. Pero sé feliz, Max, porque no es justo lo que te estás haciendo. Tú te mereces tener hijos, un perro y una casa en la pradera, y festines de carimañolas y churros, porque a mí me gustan. Perdón si te ofendí, lo lamento. No quiero que me odies, porque eres el único que casi siempre cree en mí, y me sentí muy dolido cuando me insultaste. —Kamal hizo una reverencia a su hermano y Max se rió. —Kamal, serás un buen rey, pero Elías será mejor. Él lo desea, a ti simplemente te lo han dado. A ti te apasiona pescar, vender y hacer negocios, y ver mujeres en bikini; eso es lo que te apasiona. Quiero que seas feliz, y también quiero que Elías lo sea. Tú mereces la felicidad, no eres un monstruo, Kamal, eres un hombre tan bueno que tienes que fingir ser una mierda para que no te lastimen. Quieres llorar porque tu hermano te acaba de insultar, y odio que nos reunamos sin ti. Sé un hermano, gánate a tu familia. Sé el hermano mayor. Kamal abrazó y besó a su hermano, y todos se quedaron en silencio observando, ya que Kamal nunca tenía gestos amables ni abrazos ni disculpas para nadie. Max salió del comedor y Kamal se acercó a Amir y le estrechó la mano. —Él es mi hermanito, Amir. Daría mi vida por él y también la daría por ti. En una guerra, si tengo que pelear contra ti, dejaré mi armadura en el suelo, porque no voy a permitir que te lastimen, ni voy a matarte. —Le dio un golpe en la cabeza—. Mientras tanto, sigue defendiéndote. Tienes una voz maravillosa. El rey les hizo una seña a sus hijos para que volvieran a sentarse. Los escuchó discutir si Amir debería ir al psiquiatra o si deberían trasladarlo a otra torre por seguridad de la familia. Todos se quedaron en silencio cuando Isam gruñó. —No peleen, dejen de bromear, no hablen —Todos lo miraron como si estuviera loco—. Me quiero ir, quiero renunciar. Intenté irme cuando nacieron mis hijos, y tú me rogaste porque no estabas listo para tanta responsabilidad, Kamal. Te entendí. Luego te devolví el reino y tú te casaste con alguien... ¿Ya te divorciaste? Y tú, Elías, mi hijo del corazón, me has decepcionado al acostarte con las empleadas. —Todos miraron a Elías y él rodó los ojos—. No parecen mis hijos. Y Lorenzo, si tu madre y yo tenemos que detener otro escándalo s****l, te juro por Dios que te enviaré a la hoguera. —Sus hermanos menores asintieron. —No quiero verlos, a ninguno de ustedes. Voy a cenar con mi esposa, y mañana discutiré con los ocho. —¿Qué vamos a cenar? —preguntó Zair. —Lo que prepares en la cocina, y despide al servicio hoy, porque quiero estar solo con mi esposa y mis hijos. Ustedes no han dejado de pelear, así que fuera de mi vista. ¡Ahora, ya! —¿Qué harás con ese pan pita de la mesa? —preguntó Zair. —Voy a cenar como un rey. ¡¡Todos fuera!! —ordenó Isam, y su esposa sonrió hacia sus hijos. Salieron del comedor uno por uno, y Eleonor le dio un beso breve en los labios a su esposa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD