Color rosa
Elizabet
Voy terminando un día largo en la oficina, me encuentro ordenando mis cosas cuando veo que la puerta se abre.
—hola, hermosura.
Él es Liam Miller, mi esposo, guapo, sexi, ojos verdes como jade, barba espesa de candado, cabello castaño, piel blanca, hombros anchos y traje gris hecho a la medida, de solo ver lo atractivo que se ve me dan ganas de arrancárselo.
—hola, cariño, ¡nos vamos! —dije tomando mi bolsa.
—no hermosa, por eso estoy aquí, el señor Olmos vendrá, quiere hacerle algunos cambios a su casa, así que te veo en casa, ¡está bien! —explico, quería pedirle que no llegara tarde, pero, nos interrumpió Ava, mi asistente.
—Sra. Harris, tiene que revisar y firmar estos documentos antes de irse —comunico.
—está bien, déjalos, en un momento los verifico—conteste.
—Sra. Harris, si ya no me necesita, me paso a retirar. —dijo Ava.
—está bien, que descanses te veo mañana—respondí
—parece que mi día aún no termina —dije a mi lindo esposo.
—ya veo —contesto.
En cuanto salió Va me puse de pie y me acerque a mi esposo, él me correspondió tomando de mi cintura para pegarme más a él, haciendo el beso más profundo. (ya extrañaba estos besos llenos de pasión, estos últimos tres meses, la rutina se ha apoderado de nosotros, siento que él está muy distante, mis amigas dicen que es por estrés y viajes de negocios). Liam comienza a acariciar mi espalda y poco a poco baja sus manos a mis glúteos para apretarlos fuertemente, me levanta y me sienta en mi escritorio. Estábamos concentrados en lo nuestro, cuando suena su teléfono para interrumpir Toma su teléfono, lo vemos, y es el señor Olmos, (ven a lo que me refiero), Liam tuvo que alejarse de mí para recuperar el aliento, contesto y solo puedo ver cómo se marcha acomodándose el traje, hace un pequeño gesto diciendo lo siento. Una vez más me dejo con las ganas de más.
Tomo los documentos y comienzo a revisarlos, entre ellos encontré una invitación para la inauguración de un hotel que diseño mi padre. Él es uno de los arquitectos más reconocidos En todo New York, ya que sus diseños son muy bien reconocidas como obras de arte, y mi madre es una pintora que también es muy reconocida en ese ámbito, ambos suelen apoyarse mutuamente en sus carreras.
Firme los documentos y los deje en mi escritorio, tome mi bolso, mi portafolio, una carpeta y una caja que me había enviado mi amiga Nicol. Llevo varias cosas en las manos y a mi teléfono se le ocurre sonar, lo saco de mi bolso dejando las llaves de nuevo en mi escritorio, contesto y es Nicol al otro lado de la bocina.
—¡amiga!, ¿te llego mi regalo? —dijo contenta.
Salgo de la oficina con el teléfono en mano caminando hacia el estacionamiento.
—sí, pero, es demasiado atrevido, no crees que te excediste un poco —exprese
—No, qué va, cuando Liam te lo vea se volverá loco cariño y más con esas curvas que te cargas, por favor dime que te lo pondrás… ¡No más bien, prométemelo! —exigió.
—de acuerdo, está bien, prometo usarlo.
—ánimo Linda, todo está bien, no tienes que ser negativa, sabes que estoy para apoyarte, ¡aunque!, Liam, no sea santo de mi devoción —expreso su sentir como siempre.
—sí, y lo sé, gracias. —respondí
—ánimo, te veo mañana para que me cuentes cómo te fue, besos —dijo por último y colgó.
En cuanto colgué, me percate que ya estaba frente a mi auto, comencé a buscar mis llaves, pero recuerdo que las deje en mi escritorio para poder contestarle a Nicol, (genial lo que me faltaba), dije a mí misma. Mientras lamentaba mi torpeza, vi al señor olmos junto con su chofer, caminaban apresurados hacia su coche, el cual abordaron y salieron a toda prisa.
Quiero pensar que les surgió alguna emergencia y por eso se fueron, lo que significa, que mi esposo está libre. Me dirijo al elevador, marco mi piso y este se abre en mi destino, llego a mi oficina, tome mis llaves y aligere mi carga dejando algunas cosas, puesto que quiero dedicarle mi tiempo a mi esposo. Me dirijo a su oficina en donde no veo por ningún lado a Mari, (su asistente), solo están sus cosas sobre el escritorio, supuse que estaría en el baño, no le di tanta importancia, así que, me fui directo a la puerta. Estaba por abrirla, siempre entro sin tocar, solo que esta vez me detuve a escuchar los sonidos que provienes desde dentro, no alcanzo a comprender lo que es, pero, cuando escuche un ligero gemido, no pude esperar más, para matar mi curiosidad. Siento un ligero hormigueo en mi mano al abrir la puerta, al hacerlo, me doy cuanta, que es lo que mi imaginación me invito a pensar, solo que no con la persona que yo imagine.
Quede en shock, no sabía cómo reaccionar, quería golpearlo y matarlo al mismo tiempo, la presión en mi pecho me deja sin aliento, quería llorar en ese momento, pero también quería preguntar ¿por qué?, pero, mi corazón sentía desintegrarse lentamente, mientras mi mundo color de rosa se me cae a pedazos junto con un par de lágrimas.
—espero tu renuncia mañana a primera hora —después de todo lo que quería decir, esto fue lo único que salió de mí.
Era Ava mi asistente la que gemía de placer mientras mi lindo y sexi esposo la embestía con su escultural cuerpo sobre su escritorio.
—cariño, déjame explicarte, no es lo que tú imaginas. —dijo mientras acomoda su vestimenta
—creo lo que estoy viendo y no necesito la teoría de lo que acabo de ver —dicho lo anterior solo cerré de nuevo la puerta, ya que no quiero seguir viendo esa imagen.
Al cerrarla, Mari, está tras de mí con la cara pálida y mirándome con pena, su actitud me dice que está enterada de todo.
—desde cuando está sucediendo esto —pregunte con voz temblorosa.
—Sra. Harris, ¡yo no!…—titubeo
—¡no finjas!, no saber nada y contesta —exigí
—ocho meses atrás —respondió.
—¡ocho meses!, ¡que!, no, él no pudo, ¡cómo pudo hacerme algo así! —quede petrificada con la respuesta, mientras Liam abría la puerta tras de mí.
—¡nena!, solo déjame hablar, por favor —suplico
—¡ocho meses Liam! ¡Ocho meses! No le guardaste luto a nuestro bebe y yo estaba en recuperación, ¡cómo pudiste! —grite al borde del llanto.
Él quiere explicar las cosas, pero, por ahora, no puedo escucharlo, solo quiero salir de aquí, camino hacia el elevador con la mente nublada y un ruido atónito en mis oídos, siento que me duele el corazón y la respiración se me acorta. Al entrar al elevador Liam intenta detenerme, pero no lo dejo dándole un fuerte empujón, en cuanto se cierra el elevador, rompo en llanto, al llegar al estacionamiento, subí a mi auto y comencé a conducir sin rumbo fijo.