Conduzco por la ciudad con el alma en pedazos. Siento que el dolor me envuelve como una niebla, haciéndome desear desaparecer en la oscuridad de la noche.
Mis manos tiemblan sobre el volante y mi pecho arde, agotado por lágrimas que se niegan a caer. La imagen de él sigue presente en mi mente, como una sombra que atormenta mi corazón. No quería regresar a casa, no aún.
Intenté llamar a Nicol, pero su teléfono solo emitió el eco del silencio. Con desesperación, marqué el número de Emily.
—Hola, cariño —respondió con su voz cálida.
—¡Emily! ¿Tienes tiempo para hablar? —pregunté, luchando contra las lágrimas y la voz quebrada.
—¿Estás llorando? ¿Dónde estás? —respondió con preocupación.
—Voy camino a tu casa —dije, con una súplica en mi voz.
—Conduce con cuidado, por favor. Estoy aquí para ti —respondió, transmitiendo calma.
Con cada kilómetro recorrido, los recuerdos con Liam inundaban mi mente, como las páginas de un libro que no podía cerrar.
FLASHBACK
—¡UPS! Lo siento —dije al derramar mi café sobre el uniforme impecable de un chico.
—Descuida, siempre y cuando me invites el siguiente café —propuso, con una sonrisa de lado. Se veía tan guapo que solo pude asentir con una sonrisa. La chicharra nos hizo reaccionar.
—¡Mm!… ¡Tengo que irme! —titubeo—. ¡Tengo que ir! Y después… ¡Solo!, solo te veo en la cafetería, ¿sí? —Él estaba muy nervioso.
De pronto, levantó su dedo índice y girándose hacia mí.
—Por cierto, ¿cuál es tu nombre? —gritó, dando pasos hacia atrás.
—¡Elizabeth! —grité en medio de una sonrisa.
—¡Muy bien, Elizabeth! ¡Te veo en el café de la escuela!
El inicio de nuestra historia había sido casual y delicado, como el primer rayo de sol después de una tormenta. Pero ahora, la tormenta había vuelto, y yo estaba perdida en su furia…
Estamos en una subasta. Mi madre obsequió varias de sus obras para recaudar fondos y donarlos a la fundación “Caritas” para niños con cáncer. Hay muchos conocidos: amigos, socios, arquitectos renombrados y uno que otro famoso al que le gustan las obras de mi madre. Mi padre se encuentra platicando con un hombre ni más ni menos mayor que él. Me acerqué para decirle que ya me quiero ir a casa, y él termina presentándome con todos.
—Caballeros, les presento a mi hija —dijo mientras extendía la mano para saludar.
—Hola, soy Elizabeth, mucho gusto —respondí con una sonrisa mientras estrechaba sus manos. Apenas terminé de presentarme, oí que alguien mencionaba mi nombre. Al girarme, vi a Liam mirándome y sonriéndome dulcemente…
Me encontraba en la cafetería de la escuela, disfrutando del desayuno. De repente, varios compañeros comenzaron a bailar y cantar. Emily y Nicol se unieron con un cartel en la mano. Por más preguntas que les hacía, seguían sin explicarme qué estaba pasando.
Vi cómo formaban frases con sus carteles que decían: “¿Quieres ser mi novia?”. Nicol llevaba un no y Emily un sí. Entre ellos estaba Liam, con una sonrisa enorme.
—¡Solo tienes que abrazar a una de tus amigas! —gritó animadamente.
Estaba nerviosísima, no imaginé que esto podría ser para mí. Sentí que el corazón se me salía del pecho. Solo mis amigas saben lo reservada que soy, así que esto es completamente vergonzoso para mí.
Me levanté de mi asiento y caminé hacia Emily. Liam me abrazó de inmediato, mientras Nicol fruncía el ceño, y yo, simplemente, no podía creer lo que estaba pasando…
Me siento invadida por los nervios al ver mi reflejo en el espejo y vestida de blanco. Estoy al borde del llanto por la felicidad que me incauta hasta los huesos.
—Podemos cancelar todo si no estás segura. Cariño —expresa Nicole al ver mi rostro.
—No, es solo que no imaginé casarme con el hombre de mis sueños —dije emocionada por el momento.
—¿Sabes? Me preocupa que tu sexi y futuro esposo no sepa tratarte como una reina, ¿no crees que fue muy apresurado este matrimonio? —. Sé que está preocupada por mí, pero confió ciegamente en Liam.
—Déjala en paz, lo que importante es que está feliz —interviene Emily de manera cálida.
En medio de nuestro túmulo, entró mi madre, quien, por lo visto, había oído toda la conversación. Su nombre es Elena, y coincidentemente, estaba de acuerdo con ambas.
—Concuerdo contigo, también creo que este matrimonio es algo apresurado. Pero, como dice Emily, lo importante es tu felicidad. Y eso será reconfortante para nosotras —expreso mi madre, dándome un cálido abrazo.
—Tienen razón, perdona, sabes que siempre estaré para ti —añadió Nicole, con una suave sonrisa.
—Bueno, ya basta de charlas. No hagamos esperar más al novio, que de por sí ya está pálido de nervios, parece que temiera que te arrepientas —comenta mamá con una pizca de humor.
Nos dirigimos hacia el día más importante de mi vida, mi boda. Las mariposas en mi estómago parecían bailar con cada paso recorrido. Mi padre me recibió con una lágrima furtiva a punto de caer. Me abrazó fuerte, reteniendo su emoción, y me susurró las palabras que todos repetían:
—¿Estás segura, cariño? —preguntó papá con una mezcla de esperanza y temor.
—Sí —afirmé con una sonrisa.
—¿Eres feliz? —insistió, buscando en mis ojos la verdad.
—Muchísimo, ¿acaso no se nota? —le respondí con alegría.
Él respiró hondo, tratando de asumir el momento.
—Perdona, pero es que… ¡Te vas a casar! ¿Sabes? Siempre serás mi princesa —concluyó con voz quebrada.
Avancé hacia mi futuro esposo del brazo de mi padre. Liam, estaba tal como mamá lo había descrito, pero aún más hermoso por la magia del momento. Al verme, su rostro se relajó y una sonrisa iluminó sus ojos verdes, esos que siempre me habían cautivado. El traje hecho a medida le sentaba como un guante, resaltando su elegante figura y su barba recién afeitada.
Mientras yo portaba un vestido corte sirena, con escote en forma de corazón que realzaba mis curvas y unas mangas transparentes que sugerían más de lo que revelaban.
Mi padre entregó mi mano a Liam y con solemnidad dijo:
—Cuida de ella, es lo más valioso que tenemos.
El sacerdote inició la ceremonia, y en un instante que pareció eterno y efímero a la vez, escuché las palabras mágicas:
—Puedes besar a la novia…
FIN DEL FLASHBACK
Cada detalle se despejaba en mi mente como un tormento incesante, lágrimas incontables se deslizaban por mis mejillas y sentía el peso abrumador en mi pecho. Luchando contra el mar de emociones, estacioné el coche.
Con una mezcla de impotencia y rabia, dejé el regalo de Nicol en el asiento. Limpie mis lágrimas y finalmente me dirigí al apartamento de Emily.
Mi mente vagaba sin rumbo, perdida en un maremoto de pensamientos. Cuando, de repente, choqué con una chica de cabello rubio y ojos azules, su malteada voló por los aires y aterrizó sobre mi blusa, empapándola.
—¡Ah, perfecto! —exclamé, la frustración evidente en mi voz—. Solo falta que un perro pase y me orine.
La rubia se disculpó. Con un suspiro, le aseguré que no era su culpa, que yo también estaba distraída.
Sacudí la bebida de mi blusa antes de subir al apartamento de Emily. Al abrirme la puerta y cruzar miradas con ella, mi entereza se desmoronó y me derrumbé en un mar de llanto.
—¡Amiga! ¿Pero qué sucede? ¿Qué te pasó? —me interrogó, preocupada.
—Lo encontré en su oficina… con Ava… teniendo sexo —confesé, con voz quebrada.
Entre sollozos y lágrimas, le conté todo a mi amiga. Ella permaneció en shock, sin saber qué decir, mientras sus manos se aferraban a su pecho y respiraba profundamente.
—¡Por Dios, Emily! ¡Dime algo! Lo que sea, que digan las amigas en estos momentos —suplicó desesperada.
—Eli, lo siento, pero aún estoy intentando procesar lo que acabas de contarme —balbuceó, incrédula.
—¡Suena increíble! ¡Pero, pasó! —añadí, suspirando mientras sentía las lágrimas escasas en mis ojos. Tras unos minutos, me dejé caer en el sofá, fingiendo estar dormida para evitar las preguntas. Poco después, Emily recibió una llamada. Al parecer era de Nicol, quien, furiosa, llegó en cuestión de minutos.
—¿Dónde está? —exigió Nicol.
—Se quedó dormida. Déjala descansar, realmente lo necesita —sugiere Emily.
—Está bien. Pero lo que no está bien es lo que hizo ese desgraciado… ¡Ah! Qué bueno que no lo tengo frente a mí, porque, si no, le haría añicos… ¿Y tú, por qué traes esa cara? —cuestionó Nicol, a Emily con ojos fulminantes.
—Nada, discutí con el idiota —respondió Emily, con un suspiro pesado—. No sé qué haces con él. Tú vales mucho más como para ser la “otra” —dijo Nicol, llena de razón.
—Lo sé. Y quisiera no sentir esto por él, pero es algo que no puedo controlar, es como una maldición —expresó Emily.
—¡No las entiendo! Realmente no comprendo cómo es que se fijan en tipos complicados… ¡Mira quién despertó! ¿Cómo te sientes, linda? —dijo Nicol.
Después de varios minutos y de escuchar un poco la conversación de mis amigas, sigo sin poder sacar de mi mente lo sucedido. Así que me levanté y les dije que necesitaba un trago, algo fuerte.
Ellas se sorprendieron con mi petición, pero quiero olvidarme por un momento de lo sucedido.
—Cariño, tiene mucho que no tomas alcohol, no creo que sea una buena idea —dijo Emily.
—Emily, ¡eso es justo lo que necesitamos! Un par de tragos y yo conozco un lugar de primera clase. ¡Vamos! —propuso Nicol.
Emily aceptó al ver mi expresión.
—Está bien, Nicole, tú ganas. Pero antes, déjame prestarle ropa, que viene hecha un desastre —concluyó Emily…