POV Belén. Nunca me había sentido tan poderosa. La mansión, los autos, los empleados, los silencios respetuosos… todo me recordaba que había ganado. Que, después de tantos años de aguantar mediocridad, al fin tenía la vida que merecía. Caminaba por esos pasillos amplios y relucientes y me parecía escuchar mis propios pasos. Cada habitación nueva era una victoria. Cada mirada de Alexander, una prueba de que no podría escapar de mí tan fácilmente. Al principio pensé que la distancia lo haría recapacitar, pero no. Dormía en la habitación de huéspedes, trabajaba más que nunca y me hablaba como si fuera una desconocida. No me importaba. Podía fingir que me dolía, porque en el fondo sabía que seguía dependiendo de mí. De mi imagen. De mi control sobre él. Los niños eran mi mejor carta. Sabía q

