Primera Experiencia

4850 Words
Al día siguiente por la tarde estaba desnuda en la cama, me acababa de dar una ducha y estaba a punto de ponerme la ropa cuando me llegaron un par de mensajes al móvil, eran de Cris. — Hola distraída ¿Os lo pasasteis bien jugando anoche? — Me imagina la risa en su cara mientras escribía el mensaje. — No me puedo quejar, fue una partida interesante — Le puse un emoticono sacando la lengua. — Por cierto ¿Qué mensaje te quedaste con ganas de mandarme? En ese momento no pude contestar, me di cuenta que toda la escena la debía haber escuchado. Mi cara se calentó entera, estaba segura que estaría más roja que un tomate, me temblaban hasta las manos. — ¿Cómo sabes tu eso? — Le mandé como respuesta, en cuanto pude reaccionar. — Bueno... Nos volvimos a conectar a la reunión, y como vosotros no os desconectasteis, estuvimos escuchando un poquito. — ¿A qué llamas tú un poquito? — Está bien, escuchamos todo. Aunque tampoco es que estuviéramos muy atentos, que también estuvimos entretenidos — Vamos, que os calentasteis con mis gemidos y aprovechasteis para follar vosotros también, ¿no? — Lo siento, se que no está bien espiar, pero... la verdad es que no se ni que decir... Creo que en este momento debería estar enfada porque nos hubieran espiado, pero no lo estaba. Estaba pensando que contestar a Cris, pero no se me ocurría nada, apenas empezaba a escribir unas pocas letras cuando volvía a borrar todo. Por un lado, me molestaba que nos hubiera escuchado, por otro no me parecía tan problemático (y en algún lugar en lo profundo de mi cabeza estaba la idea de lo excitante que era saber que te habían pillado teniendo sexo). En esas estaba cuando apareció Bruno por la puerta, debió darse cuenta del color de mi cara y me preguntó: — ¿Ocurre algo? — Echa un ojo — Le contesté haciendo gestos para que mirase el móvil. Se puso a mi lado y empezó a leer la conversación. Como él estaba de pie y yo sentada pude comprobar como su m*****o empezaba a ponerse duro. — ¿A si qué tuvimos público ayer? — Me preguntó separando los ojos de la pantalla del móvil. — Parece que te ha gustado saberlo — Dije mientras acariciaba por encima de su pantalón y le sonreía. — ¿Y a ti? — No me dio tiempo a reaccionar, a la vez que me decía eso metió la mano entre mis muslos y empezó a acariciarme — Ya veo que si Es algo que no podía negar, de mi boca empezaron a salir gemidos en cuanto sus dedos empezaron a tocarme. — Bueno, ¿no vas a contestar a Cris? — Me preguntaba mientras sus dedos me hacían perder la cabeza. — No tengo la cabeza ahora para contestar nada — Le dije entre gemidos. — Si quieres ya le contesto yo — Me contestó con una sonrisa pícara. Sabía que si le dejaba contestar corría el riesgo de que soltase alguna burrada a Cris y me pusiera en un aprieto, pero también que sería una forma de romper el bloqueo que tenía con Cris. — Vale, pero no tardes mucho que tienes que seguir con esto — Dije mientras dirigía la vista a la mano que tenía entre mis piernas. — No tardaré mucho, tranquila — Dijo mientras llevaba su mano a mi móvil y empezaba a escribir. La verdad es que no tardó mucho tiempo, no creo que escribiese más que un par de frases sueltas. Tras lo cual tiró el teléfono al otro lado de la cama y volvió a meter su mano entre mis piernas abiertas. No tenía intención de ser delicado, introdujo dos dedos y empezó a moverlos rápido mientras su pulgar se dedicaba a acariciarme el clítoris. Acercó su cara a la mía y me dijo al oído: — Parece que a alguien le ha excitado bastante que la pillen teniendo sexo, no sabía que tenía una exhibicionista por esposa — No esperó mi respuesta, llevó su boca a mi pezón y empezó a succionar con fuerza. — No voy a aguantar mucho más — Dije de forma entrecortada. — No aguantes, relájate y disfruta — Me contestó. — ¿Y tú? — — Ya nos preocuparemos de eso más tarde Cerré los ojos y me dejé hacer (aunque no dejé de agarrarle el rabo por encima del pantalón mientras me masturbaba, me encantaba notar como estaba de caliente) y, como le había dicho, no aguanté mucho antes de que llegase el orgasmo. No fue especialmente intenso ni largo, pero sirvió para que quedase rendida en la cama, me costaba respirar. En cuanto me recuperé me dispuse a devolverle el favor, acercando mi cara a su m*****o mientras él se bajaba el pantalón, pero en ese momento los peques reclamaron nuestra atención y tuvimos que dejarlo, no sin antes prometerle que por la noche terminaríamos lo que se había quedado a medias. Aproveché un momento para revisar el mensaje que había mandado, como me había parecido era muy escueto y además ya tenía respuesta. — ¿Hablamos el domingo por la mañana mientras almorzamos? — Me parece bien Me extrañó no ver algún emoticono de sonrisita o similar, parecía que Cris también estaba un poco nerviosa con el tema. * * * * El domingo nos juntamos las dos, dejamos a los peques con nuestros respectivos maridos, como hemos hecho muchas veces, aunque ese día era diferente. Se notaba la tensión, ninguna de las dos hablábamos mientras caminábamos al bar al que ya hemos ido a tomar café montones de veces. Al pasar por una zona de parque en la que no había nadie Cris rompió el silencio. — Yo creo que este es el sitio perfecto si te estás planteando estrangularme, aquí seguro que no te verá nadie — Me quedé parada en el sitio mirándola, no sé qué cara debí poner porque unos segundos después empezó a reírse con fuertes carcajadas, y no pasaron más que unos segundos hasta que yo me encontré en la misma situación. Tardamos un buen rato en dejar de reírnos, nos saltaban las lágrimas y no podíamos respirar, toda la tensión se había disipado, y retomamos nuestro paseo hablando de temas intrascendentes. Nos sentamos en el bar en nuestra mesa habitual al fondo del local y Cris no tardó mucho en sacar el tema que nos preocupaba a las dos. — Como ayer tardaste tanto en responder estaba convencida que estabas cabreadísima conmigo — ¿Qué se te pasó por la cabeza para ponerte a espiarnos? — Cambié de tema rápidamente, no quería admitir que nos habíamos calentado con la conversación y lo que había pasado después. — La verdad, no lo sé. Le comenté a Jesús que debíais estar calentando mientras jugabas la partida y que seguramente habríais empezado a poneros en serio en cuanto hubierais cerrado la reunión. En ese momento a los dos se nos pasó la misma idea por la cabeza, que podríais no haber ni cerrado la reunión antes de poneros al lío — Me contestó, mientras se tomaba su café. — Y en ese momento se os ocurrió abrir la reunión otra vez a ver que pillabais, ¿no? — Realmente, la idea fue mía — Se sonrojó ligeramente mientras contestaba — Jesús tardó un poco en darse cuenta de lo que se me había ocurrido y para cuando intentó detenerme ya habíamos entrado en la reunión con el micrófono apagado, para que no pudierais escucharnos y llegamos justo cuando Bruno te preguntaba lo del mensaje — Al terminar la frase me miró a los ojos, dejando en el aire la duda sobre ese mensaje, que yo no estaba dispuesta a contestar. — ¡Qué vergüenza! — Noté como me subía calor por todo el cuerpo hasta la cara, estaba segura que ahora me parecería más a un tomate que a una persona — ¿Y cuánto tiempo os quedasteis escuchando? Ella solo me sonrió como respuesta, no había duda que habían escuchado todo. — ¿Os quedasteis ahí escuchándonos follar como dos voyeurs? No creo que pueda volver a mirar a Jesús a la cara — Solo de imaginarme al marido de Cris escuchando me puse más colorada aún y, por mucho que quisiera negármelo a mi misma, muy caliente. — Bueno — La sonrisa de Cris volvió a aparecer en su cara — No solo nos dedicamos a escuchar — ¿Qué? — Entiéndelo, ya sabía que te lo pasabas muy bien con Bruno en la cama — Era cierto, no es la primera vez que una conversación sobre sexo, pero nunca de este estilo — pero de ahí a escucharlo en vivo y en directo... No me imaginaba que gritabas tanto, tus vecinos deben estar hartos de ti — Me sacó la lengua al terminar la frase. En ese momento miré hacia las mesas de alrededor muerta de vergüenza, estaba convencida que todo el mundo había escuchado el comentario, pero nadie nos miraba, eran solo imaginaciones mías. — ¿También fue idea tuya? — Pregunté, aunque me imaginaba la respuesta. — Si, estoy segura que Jesús estaba loco por proponerme la idea, pero también de que le daba palo admitir que le había puesto tan cachondo escucharte. Estoy segura que pensaba que me pondría celosa o algo así si me lo proponía, ya que te encuentra bastante atractiva, por decirlo de forma suave — ¿Por decirlo de forma suave? — Pregunté sorprendida, Jesús es un hombre bastante atractivo, pero hasta ese momento nunca había pensado en él de esa manera (al fin y al cabo, es el marido de mi mejor amiga). — Que le pones burro con tus escotes, o con tu trasero cuando llevas leggins. Más de una vez le he pillado mirando — Mi calentura subía por momentos, no me lo podía creer — Cuando estaba segura que él no iba a dar el primer paso me puse de pie, me desnudé de cintura para abajo y me incliné delante suyo apoyando los codos en la mesa del ordenador, dejando mi trasero a la altura de su cara — En ese momento Cris se puso bastante colorada, habíamos hablado alguna vez de sexo, pero no de forma tan directa. — Muy sutil — Respondí con una sonrisa (ya era hora de que me tocase sonreír a mi). — No estaba para sutilezas, solo quería cerrar los ojos y que me la metiese hasta el fondo mientras os escuchaba — Me dijo bastante seria. Por mi cabeza pasó una idea peregrina cuando Cris comentó lo de que solo quería cerrar los ojos y que se la metieran, que se hubiera imaginado que estaba con Bruno y no con su marido en ese momento. Dudé un segundo, para luego descartar esa idea, pero ese segundo de duda debió reflejarse en mi cara y obligó a mi amiga a confesarse. — Si — Dijo secamente, bajando los ojos para no mirarme directamente a la cara. — ¿Cómo que sí? — En ese momento lo supe, se había imaginado estar con mi marido. Una punzada de celos llegó en ese momento, una cosa era que nos escuchase, otra que follase pensando en mi marido. — Que tenía en la cabeza a tu marido mientras me follaba Jesús — Dijo con un hilo de voz apenas audible — No me mires con esa cara, tu también has fantaseado con otros cuando has tenido sexo, con los personajes de las historias que te cuenta tu marido. Era cierto, no sería la primera vez que con una de las historias de Bruno tengo otra persona en la cabeza, pero una cosa es un juego de roles, una historia inventada, no es lo mismo que pensar en quien estás espiando mientras tienes sexo, ¿O sí?. Me quedé unos segundos muda, no había duda de que la calentura le había llevado a Cris a confesarme eso (porque seguro que estaba tan caliente como estaba yo) pero mi cabeza no sabía cómo procesar esa información. Por un lado, estaba celosa, al fin y al cabo, es mi marido, por otro me ponía en su lugar y casi lo veía como algo normal, dada la situación. — ¿Y Jesús lo sabe? — Era la única estúpida respuesta que mi cerebro consiguió crear. — No lo hablamos, estoy casi segura de que se lo imaginó, pero no creo que le moleste la idea — ¿Porqué? — Porque estoy convencida que él estaba fantaseando que el culo de la mujer a la que se estaba follando no era el mío, sino el tuyo Al escuchar eso me quedé con la boca abierta, una cosa era que Cris me confesase que a su marido le pongo (cosa que podía haber intuido, si me hubiera fijado un poco antes), otra cosa es que fantasease conmigo de esa manera. Estuvimos un largo rato en silencio cada una ocupada en su desayuno, sin atrevernos a abrir la boca, cuando lo terminamos volvimos para casa juntas paseando por el parque de antes y en ese momento fui yo la que retomó la conversación. — La verdad que, si es un buen sitio para estrangularte, si — En el momento que dije esto nos miramos las dos y sonreímos, rompiendo buena parte de la tensión que había en ese momento. — Tenía que haber cerrado la boca y no decirte que os habíamos espiado — Me contestó con voz tristona. — Estoy de acuerdo, pero ya poco se puede hacer — Además de estrangularme — Dijo ella un poco más animada. — Aún no he descartado esa idea — Contesté más relajada — Creo que la siguiente cena que hagamos los cuatro va a ser un poco tensa, ¿no crees? — — ¿Por? — Me miró con duda. — No sé cómo reaccionarán ellos a toda esta situación — En ese momento vi sus mejillas coloradas y me di cuenta — ¿Jesús no sabe nada de esta conversación? — No, quería hablar contigo antes de ver cómo tratarlo con él. Entiendo que Bruno ya lo sabe, ¿no? — Si — Confirmé con un movimiento de cabeza — Él fue el que te mandó el mensaje de quedar hoy a almorzar — Hablando de mensajes... — Me tensé esperando la pregunta — ¿Qué mensaje era ese que me querías mandar? Si en el bar podría haberse confundido mi cara con un tomate, ahora mismo estoy segura que parecía un semáforo. Me moría de vergüenza, pero no podía esquivar la pregunta, no después de la conversación que acabábamos de tener. — Cuando me mandaste el mensaje preguntando si Bruno estaba haciendo de las suyas, el pilló el móvil y escribió un mensaje preguntando si querías ver lo que me estaba haciendo, yo borré el mensaje antes incluso de mandarlo — Ahora era Cris la que estaba con la boca abierta. — Y me da que, si lo hubieras mandado y hubiera contestado que sí, habría visto una escena algo más que picante — Dijo sin mirarme directamente. — Digamos que, si me hubieras llamado en ese momento, no me habrías entendido mucho al hablar — Vamos, que te estabas comiendo su polla — Dijo mirándome de reojo. — Que bruta eres — Respondí mientras sonreía. — Admitámoslo, somos dos parejas de pervertidos, mi marido y yo somos unos voyeurs y vosotros unos exhibicionistas, somos tal para cual — Su tono de voz era muy relajado, poco a poco íbamos dejando a un lado la tensión al hablar del tema. — Si, hay que admitirlo, si — Dije más animada — Aunque pervertidos creo que es una palabra demasiado despectiva, no veo nada malo en cualquiera de los dos casos... — Dejé la frase a medias. — Siempre y cuando las parejas no se conozcan, que es lo que complica ahora un poco el tema — Terminó la frase por mí. — Correcto — Contesté — Bueno, volviendo al tema, creo que deberíamos hablarlo con nuestros respectivos y ver que opinan del tema. Así mientras podré buscar una cuerda para colgarte y un árbol que aguante tu peso, que has engordado últimamente — — Cabrona — Contestó mientras me sacaba la lengua burlonamente — De acuerdo, hablo con Jesús y te digo que me cuenta. Eso sí, la próxima vez acordaos de apagar el ordenador antes de poneros al tema, o de dejar encendida la cámara para que podamos mirar también — — La madre que te... — Dije mientras intentaba darle una patada en el trasero, que ella esquivó sin muchas complicaciones. Una vez llegué a la puerta de casa me di cuenta que habíamos llegado a un punto de inflexión, y que la situación afectaría a la relación de ambos matrimonios de ahora en adelante, aunque no tenía muy claro de qué manera. Apenas hablé con Bruno del tema, prefería tratarlo por la noche y así asegurarme que los peques no nos interrumpieran a mitad de conversación, a lo que él estuvo de acuerdo (aunque se le veía con muchas ganas de saber que habíamos hablado). Por la noche sacamos tiempo los dos solos para hablar, nos tumbamos desnudos en la cama mientras hablábamos, yo tenía mi cabeza apoyada en su pecho, y el aprovechaba para acariciarme la espada. Le conté con toda la tranquilidad que podía la conversación que había tenido con Cris, aunque algo alterada andaba aún (mitad nerviosa y mitad excitada). Cuando le conté la escena de sexo y el fantaseo de Cris y Jesús con nosotros su cuerpo empezó a reaccionar y su pene empezó a ponerse firme. Detuve mi explicación para empezar a acariciarlo mientras le preguntaba. — ¿Qué es lo que te ha puesto? ¿La escena de sexo o que Cris fantasee contigo? — Nada como saber que una mujer tiene fantasías con uno para hincharle el ego — El ego, ya veo — dije mientras agarraba su m*****o — ¿Tanto te pone Cris? — Tiene un buen cuerpo, es inteligente y guapa, te diría que nunca había pensado en ella de esta manera — Dijo mientras llevaba los ojos a su m*****o — Pero te mentiría — ¿Te has masturbado alguna vez con ella en la cabeza? — Volví a acariciar su m*****o mientras esperaba su respuesta, Bruno siempre ha sido muy sincero con estos temas (a veces incluso demasiado) y no le importa admitir si se ha masturbado pensando en otra mujer. La verdad que me provoca algunos celos, pero como se que nunca pasaría de ahí, tampoco demasiados. — Con ella sola no — Dijo mientras me miraba con la sonrisa que pone cuando tiene cosas picantes en la cabeza — Otro día te cuento con todo lujo de detalles mientras te ayudo a relajarte, pero creo que sería mejor volver al tema. ¿Cuál ha sido tu reacción al saber lo de Jesús? — — La verdad es que me ha sorprendido mucho, no me esperaba eso de él — Dije mientras empezaba a masturbarle suavemente — ¿No te parece mal que tenga fantasías conmigo? — Ya te he dicho muchas veces una madurita muy sexy, veo normal que otros hombres fantaseen contigo — ¿No te pone celoso? — El negó con la cabeza — ¿Ni un poquito? — Nada, ya lo sabes. Y además de sorprenderte ¿te excita que fantasee contigo? — Aprovechó para acariciarme la parte baja de la espalda, que es algo que me encanta. — No estoy segura — Dije mientras le sonreía y me subía encima de él, acto seguido empecé a frotarme contra su m*****o — ¿Quieres que lo comprobemos? — Me parece bien, ardo en deseos de saber si te excita que otro hombre fantasee con follarte Me metí su rabo despacio, que entró tan fácil como un cuchillo al rojo en mantequilla, de tan excitada que estaba. Ambos queríamos dejar la conversación y centrarnos en tener una buena sesión de sexo, pero aproveché para usar la conversación como excusa para jugar con él un poco, así que le pregunté mientras me movía despacio encima suyo. — ¿Qué vamos a hacer ahora? — Por muy despacio que me moviera, mi cuerpo reaccionaba y los gemidos entrecortaban mis palabras. — Así estoy bien, pero si quieres cambiar de postura no tengo problema tampoco — Dijo mientras no dejaba de mirar mis pechos, apretados contra él. — Me refiero a Cris y Jesús — Le dije medio enfada. — Lo principal de esto es que la relación con Cris no se estropee por esto — Me contestó mirándome por fin a los ojos — Ellos se lo pasaron bien escuchando, igual que podrían haber estado escuchando una peli porno. Nosotros no nos dimos ni cuenta, aunque no hay duda que el saberlo no nos ha desagradado del todo — Justo en ese momento movió sus caderas de golpe para clavarme su pene hasta el fondo, sacando un gemido y haciendo que apoyase mi cabeza en su pecho — Si vosotras queréis dejarlo pasar como si no hubiera ocurrido nada me parece bien. Si preferís que en la próxima cena en su casa les demos un espectáculo en directo, haré todo lo que esté en mi mano para que les guste Me quedé de piedra con ese último comentario, no le estaba mirando a la cara y no sé si lo había dicho en serio o solo para reírse un poco de mí. Solo de imaginarme por un segundo la escena me tensé entera, era imposible que no notase en su rabo el resultado de su comentario. La vergüenza y la excitación recorrieron a la par todo mi cuerpo, cerré los ojos y le di a mi cuerpo lo que necesitaba, empecé a cabalgarle con más velocidad, si había alguna duda de que me excitaba el plan del espectáculo, eso se lo debía haber dejado claro (aunque nunca lo admitiría delante suyo). Bruno empezó a hablarme al oído, yo esperaba que me preguntase si quería darles el espectáculo en vivo a Cris y a Jesús, así que su comentario me pilló por sorpresa. — Hoy vamos a probar algo nuevo, aunque tienes que fiarte de mí y dejarte hacer. Te aseguro que te va a gustar — — ¿Qué quieres que haga? — No quería dejar de moverme encima suyo, pero la curiosidad podía conmigo. — Túmbate boca arriba y déjate que te ate — Me dijo con una voz firme, casi como una orden. Yo seguí sus órdenes y me dejé atar. Tenemos unas esposas de fantasía (nada de esposas de metal) escondidas bajo el colchón, lo que le permite atarme a la cama, lo que como calentamiento para una noche de sexo ha funcionado más de una vez. Pero no le hacía falta calentarme, no tenía claro que se proponía. Se puso de rodillas entre mis piernas y me penetró con fuerza, sin delicadeza ninguna. Era lo que mi cuerpo necesitaba así que me dejé hacer, cerré mis ojos y me centré en disfrutar. Pasados unos momentos bajó el ritmo con el que movía sus caderas, así que abrí los ojos y pude verle con el móvil en las manos. No sería la primera vez que me graba, así que le dejé hacer, sé que le gusta tener videos míos para masturbarse cuando yo no estoy con ganas. Unos segundos después empezó a hablar. — ¿Te suena chat roulette? — Me preguntó sin apartar la vista del móvil. — Es una página dónde poder chatear con gente, ¿no? — No estaba centrada para ver a dónde quería llegar. — Correcto, chateas con gente aleatoria, mientras los ves por la cámara. ¿Sabes que también hay chats similares dónde la gente va únicamente a masturbarse mirando a otros? — Me preguntó con la sonrisa que pondría un niño que está haciendo algo malo. — Si, ¿Por qué? — Pregunté con cierta duda en mi voz. — Porque ahora mismo estoy viendo a un tío que se la está meneando mientras mira cómo se mueven tus tetas — Dijo mientras aceleraba otra vez el movimiento de sus caderas, arrancándome gemidos de placer. Mi reacción instintiva fue taparme la cara con los brazos, para que quien nos estuviera espiando no la viera. Podría haberme soltado las manos, o haberle dicho que apagase el móvil, pero me di cuenta que no quería que lo hiciera. Me excitaba saber que un tío se estaba masturbando mientras follábamos. — ¿Te apetece mirar un rato? — Me preguntó mientras con la mano libre empezaba a acariciar mi clítoris. — No — Me costó varios segundos responder, pues no tenía nada clara la respuesta. Y Bruno se dio cuenta de ello. — Abre los ojos — Me ordenó. No pude ir en contra de mis propios deseos, así que abrí los ojos, intentando tapar lo más posible de mi cara con los brazos. Así pude ver dos cosas que me excitaron sobre manera. La primera, un rabo de un tamaño más que aceptable, al que su dueño le estaba dando sacudidas como un poseso. La segunda, mi cara de placer en una ventanita pequeña en la pantalla. Había quitado de forma instintiva los brazos y se podía ver entera. Tenía la boca desencajada de los gemidos y gritos que Bruno me estaba provocando, tenía los ojos fijos en la pantalla, y, sobre todo, tenía cara de estar gozando un montón con la situación. A mi particular voyeur (pues Bruno no podía ver desde su posición la pantalla) solo le faltó ver mi cara para correrse, y ver saltar grandes chorros de leche de ese más que aceptable rabo fue lo que me faltaba a mi para conseguir mi primer orgasmo de la noche. Bruno aprovechó en ese momento para colocarse de rodillas junto a mi cara, me pasó el móvil y empezó a masturbarse mientras no dejaba de acariciarme a mí. Mientras yo seguía atenta al móvil, viendo a otro nuevo voyeur disfrutando de las vistas y de mis gemidos. El morbo de seguir viendo cómo se masturbaba un tío y verme en la pantalla gimiendo y dando lametones a Bruno me hizo soltar una de mis manos y meterla entre mis piernas para masturbarme en serio, mientras Bruno introducía sus dedos en mi más que húmeda v****a. Quería correrme y quería hacerlo rápido. Bruno no aguantó mucho más y en seguida empezaron a caerme en la cara un montón de chorros de semen caliente. El voyeur acabó prácticamente a la vez, estoy segura que ver la cara que tenía en ese momento le hizo pensar en que se acababa de correr él en mi cara. Cambió de nuevo el voyeur, aunque esta vez era la cara de un hombre bastante mayor y poco agraciado, con lo que aparté el móvil para que no se me viera, cerré los ojos y me imaginé a Bruno y otro hombre corriéndose en mi cara. En apenas unos segundos había conseguido correrme entre gemidos. Tras tomarnos unos minutos para limpiarnos volvimos a la cama, Bruno me miraba con una sonrisa poco disimulada mientras me acariciaba el cuerpo. — ¿Qué acaba de pasar? — Le pregunté mientras le miraba a los ojos. — Que acabamos de descubrir que te gusta exhibirte delante de otros, ¿no? — Pero, es que yo... — — ¿Te ha gustado? — Cortó mis titubeos. — Si — Respondí sincera. — ¿Te ha excitado? — Me miró sabiendo la respuesta. — Mucho — No hacían falta más palabras. — ¿Querrás que repitamos? — Puede — Le respondí con una sonrisa pícara. Es la misma respuesta que le doy siempre que quiero evitar un si directo a preguntas que me hace de este tipo, a él le pica un poco que le de esa respuesta, así que lo disfruto como mi pequeña venganza. — Hagamos una cosa — Me dijo él pasando de mi intento de picarle — Otras veces que tengamos sexo pillaré el móvil y volveré a abrir la aplicación para que te vean, si no te sientes cómoda me lo dices y lo dejamos. ¿Te parece bien? — De acuerdo — No estaba tan segura como daba a entender mi respuesta, pero la idea me llamaba, y mucho. Me costó un poco dormirme esa noche, le daba vueltas a que me hubiera gustado hablar de lo que acababa de pasar con Cris, porque necesitaba hablar del tema con alguien (con alguien fuera del matrimonio). Ya de normal me habría costado haber admitido que me había dejado follar mientras unos tíos miraban a través del móvil, pero con lo que acababa de pasar me daba miedo que se lo tomara como un intento de sondearla si querían vernos ellos. Miedo y excitación a partes iguales. Al final conseguí conciliar el sueño, ya le daría más vueltas al tema otro día.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD