Revolución

-Mi señor, las tropas del rey de Arsen se avecinan hacia las fronteras del reino, en la carta de un emisario informa que es una visita por compromiso. Debemos dejarlos entrar, mi señor?- -Que preparen un gran banquete, el rey de Arsen y sus familia vienen hacia acá y debemos recibirlos de la mejor manera. Dispon las mejores alcobas para el rey y su familia, prepara los establos para sus caballos. Solicito la presencia de el príncipe heredero y la princesa real en el salón real en 15 minutos, no quiero retrasos ni negativas. -Si mi señor.- Así como entró el sirviente salió rápidamente de la salón donde descansaba el monarca de Zenit, un vasto y próspero reino gobernado por Goldar junto a junto a Serla; la reina más amada de todos los reinos así como la más hermosa. El rey y la reina tenían dos hijos, el príncipe heredero Caster y la princesa Soreth; una muy hermosa joven que poseía una gran inteligencia y valentía. -Presentando al príncipe heredero Caster y a la princesa real Soreth.- Ambos hermanos entraron al salón real, ambos con ropas de guerreros, desaliñados y con sudor en sus frentes. -¡Soreth! ¿Cómo osa la princesa real del magnífico reino de Zenit vestir como un sucio sirviente? ¿Es esa la educación que tu madre te ha dado? Irás inmediatamente a tu alcoba y te arreglaras como la dama que eres. Y tu... Caster, mi hijo... Te dí una sola tarea: debías alejar a tu hermana de los peligros y la volviste un bárbaro que viste armaduras y sucios harapos. La gente en el reino empieza a murmurar, la princesa Soreth no está a la altura, dicen... Por eso, hoy mismo el rey de Arsen viene hacia acá para pactar un compromiso entre el príncipe Jilian y la princesa Soreth. Ahora salgan de aquí y vistan de forma apropiada para recibir al rey y su familia, ¡Largo de aquí!